Una historia en cuatro partes


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Escrito por
@EMILEO

23/04/2011#N35926

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Ismael
 
 
 
                        ¿Quién me habrá mandado meterme en este lío? ¿Cómo se me ocurrió invitarlo a Adrián a la salsera? No sabe bailar, no conoce los códigos del lugar, es tímido y extravagante, que se yo, raro. No le tira la noche y tiene una onda de tipo intelectual. Pero, hacía rato que estaba colgado y le insistí que venga a bailar a ver si engancha algo.
 
                        Yo, que vengo noche a noche, traté de ayudarlo. Conozco a la perfección el ambiente. Sé a que hora ir, como elegir las chicas, que historia contar, como esquivar las histéricas que solo buscan mostrarse, en fin, las claves para pasar una buena noche, sin gastar mucho y... si la mano da, tratar de pescar alguna para el telo.
   
                        Cuando nos encontramos, perdí parte de la esperanza. Es muy difícil que pueda ligar alguna minita. Vino vestido para ir a un bar a charlar de filosofía o para pasear por Palermo. No para una salsera. Pantalón sin forma. Camisa clásica, zapatos canadienses que podía usar mi hermanito para ir a la secundaria y una campera jean que había conocido tiempos mejores.
 
                        Yo, en cambio, estaba para dejarlas mudas a las “nenas” del boliche. Pantalones no demasiado apretados, pero lo suficiente para marcar el talle. Con una línea recta que terminaba en mis zapatos especiales para bailar salsa y lustrados como para servir de espejo. Camisa apenas abuchonada en las mangas. Bien bañadito, con cremas para suavizar la piel. Impecable afeitada, cejas prolijamente depiladas, pelo cortado a lo Cheyenne y un buen perfume, para que dure toda la noche.
 
                        Pero... la cosa ya esta jugada. Si Adrián no había llevado el apunte a ninguna de mis indicaciones, ¡¡que aprenda!! Lo único que puede salvarlo es la enorme cantidad de mujeres en el baile, casi tres por cada macho. Muchas quedan de seña y están proclives a transar con quien sea. Alguna de esas quizá le de bola. Mientras, yo me pienso dedicar al sector “premiun”.
 
                        Entramos a la salsera. Las chicas habían pasado, como siempre, dos horas bailando entre ellas y con los pocos tarados que van temprano (solo sirven para que las mujeres practiquen poses y pasos, nunca ligan nada). Estaban ansiosas y preparadas, listas para sacarlas a bailar, elegir la mercadería y ver si alguna agarra viaje.
 
                        Adrián, ni bien entró, se mandó al frente con una morocha flaca y mal vestida. Pese a que yo le aconsejé: “Dejate ver primero, espera que alguna te fiche, hacete desear y elegí despacito”.
 
                         Pero no, el flaco arremetió con la primera que le cayó bien. Tuvo suerte de no rebotar, si no, estaba quemado para toda la noche. Bueno, al menos no quedó en bolas. No se separaron en toda la noche y a las cuatro se tomaron el palo juntos. Seguro a un bar, a charlar de filosofía y poesías. 
 
                        Yo bailé unos temas movidos con una rubia con la que nos vemos siempre en la salsera y calentamos motores juntos. Practicamos un poco y nos mostrarnos. La flaca baila muy bien y deja que me luzca, eso sube mi rating con las que quiero levantar.
 
 
María
 
 
                        Otra noche de salsa. ¡¡A la fuerza iba a aprender a bailar bien!! Con Irene y Claudia siempre la pasamos bárbaro. ¡¡¡Que buenas amigas!!! Hicimos una costumbre de ir los sábados a la noche a la salsera y los miércoles a la milonga de La Viruta. Entre salsa y tango, nos divertimos y, de vez en cuando, conocemos algún flaco de onda.
 
                        Ellas se preocupan mucho por engancharse con algún tipo. Yo, no tengo tanto apuro. Quiero divertirme y punto. El resto si venía ¡bien! y si no, ¡bien también!.
 
                        Beatriz y Natalia aportan lo suyo para hacer la noche placentera. La petisa tiene una chispa bárbara para sacarle los mínimos detalles de cada persona y cargar a un tipo o una piba, Betty es dueña de un repertorio de chistes inacabable y una gracia innata para contarlos.
 
                        Nunca entendí por que se juntan con Miriam (siempre está contando pálidas) y sobre todo con Cristina. Es una engrupida insoportable, viene mas maquillada que estatua viviente y se cree la reina del lugar. Pobre. Con las ínfulas que tiene nunca va a conseguir un flaco que quiera algo más que bajarle la caña.
 
                        Parecía que iba a ser una noche más. Una noche más de bailar entre nosotras. Una noche más de bailar, cuando llegaban, con alguno de los galanes que venían a lucirse. Una noche más terminando en un bar y... a dormir.
 
                        Hasta que llegó ese marciano. Estaba acompañado de otro de los “carilindos” exhibicionistas que vienen a mostrarse, como si una se fuera a derretir ante ellos. Pero este no tenía esa onda. Es más, casi estaba fuera de lugar en el boliche.
 
                        Miró a todos lados, atravesó la pista y enfiló directo a nuestra mesa para sacarme a bailar. Estaba por cortarle el rostro, pero algo me lo impidió. Quizá la frescura de tirarse de cabeza en un lugar donde todos se cuidan de no rebotar, midiendo cuidadosamente el terreno antes de invitar a alguien. Quizá la pinta de naufrago en medio de ese gentío. Quizá la mirada tierna ¡Que se yo!
 
                        La cuestión que el flaco me fue gustando cada vez más. Tierno, amable, inteligente. Delicado para el trato, suave para transar. Cuando me propuso ir a tomar un café para charlar tranquilos sin que nos aturdiera la música y nos obligara a gritarnos en el oído, ya estaba dispuesta a partirle la boca.
 
 
Cristina
 
 
                        Tal como es mi costumbre, había cuidado hasta el más mínimo detalle. El pelo teñido de rojo intenso, lavado y secado. Con los rulos minuciosamente armados y vaporizados con gel para que se mantengan firmes y con brillo, dejando caer uno de ellos “distraídamente” sobre mi ojo derecho.
 
                        El maquillaje me llevó una hora completa. Resaltaba cada rasgo, escondía arrugas y envejecimientos prematuros. Daba el toque justo de osadía y recato. ¡¡¡Siempre fui una artista en ese tema!!! Todos me daban menos de treinta aunque los había pasado hacía ocho años largos. 
 
                        Las pestañas, sugerentes, las cejas remarcando los gestos de unos ojos brillantes con sombras y brillos. Los labios sensuales, con un tono de color que los iluminaba. Y ese lunar tan estratégicamente colocado al borde de la boca. Se iban a derretir los galanes que me invitasen a bailar.
 
                        La ropa era otro elemento pensado para llamar la atención. Ajustada y atrevida, con una blusa suelta y traslúcida, que dejaba adivinar generosamente mis lolas recién hechas, apretadas por el push-up. Para el que bailara conmigo era una invitación a que se le pierdan los ojos.
 
                        Un saco corto marcando mi cinturita y una pollera lo suficientemente mini como para que se luzcan mis bonitas piernas, enfundadas en medias caladas. Unos zapatos de taco altísimo que daban a mi cuerpo esa postura de colita parada, que tanto calentaba a los tipos. Al bambolearla al son de la salsa no iba a dejar de llamar la atención. Y una carterita mínima haciendo juego. El taxista que me llevaba al boliche casi se queda bizco al mirarme por el espejito mientras manejaba. Amén del susto de chocar, eso me dio más seguridad del efecto que causaba.
 
                        Ya en la salsera, fui a la mesa de costumbre. Las chicas estaban esperándome. La charla era la de siempre. El tema era el usual: ¡¡Cómo cuesta conseguir pareja!! Con la consabida pregunta… ¿Donde estarán los hombres? Es un runrun constante la queja sobre la dificultad de poder enganchar alguien para algo serio.
 
                        Que Irene no pueda enganchar fácil, se entiende. Pobre, los rollos le ganaron la batalla hace rato. Miriam esta siempre con la “depre” y no logra juntar doscientos gramos de buena onda. Espanta a todo mino que se le pueda acercar.
 
                        Claudia no tuvo suerte en el reparto, es muy poco agraciada. Beatriz es una tabla insulsa. Y María, con suficientes encantos como para entreverarse en la pelea sin problemas, no sabe vestirse, no tiene idea de como maquillarse ni sabe destacar sus encantos femeninos. Ni se preocupa por hacerlo.
 
                        Se podía entender que tengan dificultades. Pero Natalia y yo somos unas princesas. La petisa es flaquita, pero con buenas curvas, muy animada y chispeante y con una sensualidad a flor de piel. Es, además, una experta bailarina. Trabajó de número vivo como rumbera en bailes y fiestas, con ese sombrero de frutas y la pollera larga, colorida y abierta adelante.  Levanta murmullos al menearse con la música.
 
                        Y yo, bueno, esta mal que hable de mí, pero los piropos y comentarios a mi paso no dejan lugar a dudas. No soy alguien que pueda pasar inadvertida en una fiesta y sé muy bien como me clavan la mirada los babosos en cada reunión.
 
                        Pero, pese a todo, la cosa estaba dura. Todos los sábados venimos a la salsera y nos vamos sin nada. Solitas. Sin compañía masculina. Ni el número de teléfono de algún tipo pintón y de buena onda para aumentar la agenda. ¿Cómo podía pasar? ¿Que pasó con los hombres?
 
                        Natalia había enganchado hacía quince días un lindo pibe. Pero el loco quería ir a los bifes sin siquiera una salida, una cena, que se yo, una atención acorde a la preciosura que tenía al lado.
 
                        -“Mandalo a freír churros”. le dijimos las chicas. “Tenés que hacerte valer”. “Estos salames no se dan cuenta lo que tienen al lado”.
 
                        Yo también había enganchado un flaco muy bonito y amable, de buen trato, cortes y sensible. Parecía llenar todas las fichas. Pero....siempre hay un pero. Tenía más dramas que novela mexicana. Muy honestamente me contó todo. Se había quedado sin laburo y sobrevivía de changas. Primer inconveniente. Garantía de poco resto para invitaciones, salidas y atenciones.
 
                        Además se había separado hacía poco y tenía una hija de ocho años. Demasiadas pálidas. Y yo buscaba a alguien sin rollos, sin historias pesadas. Alguien en quien encontrar respaldo, sostén. Un hombre que me contenga. Este era una invitación a pelearla juntos. Y yo la vengo peleando hace años. Ahora quiero alguien que me resuelva dramas, no que los aporte. Con los míos tengo para repartir.
 
                        Pero... no se pierden las ganas ni las esperanzas. Acá estamos remándola. Como dice Natalia, con la banderita de libre prendida y la mirada atenta.
 
 
Adrián
 
 
                        Le di bola a Ismael solamente para que no me rompa más con lo de la salsera. Me tenía cansado. Se cree un capo en levantar minas y no gana más que cualquiera de los de la barra del bar. Pero, ¡quién lo convence de lo contrario! Además, se prepara para ir a bailar como si fuera un artista de varietés. Se baña, se llena de cremas y talco, se perfuma, se depila las cejas. Las pilchas las cuida como si fueran de oro. Sólo lustrar los zapatos le lleva veinte minutos.
 
                        Me dio tantas indicaciones sobre la ropa que me mareó. Para mí, la mano viene por otro lado. Sin tanto acartonamiento. Sin disfrazar lo que uno es. Bañito, pilchas normales y... si la piba te gusta y le gustas...adelante. Sin preconceptos. Por ahí terminas charlando y te das cuenta que no va para más o en una de esas te ligas con una piba que calzas fenómeno y formas algo profundo.
 
                        Es mas, no se bailar muy bien y no soporto la música tan alta que ponen, como si fuera necesario aturdirse y quedarse sordos para poder moverse. Casi ni podes hablar con la piba que estas bailando. Pero ¡ya está! había aceptado acompañarlo y ahí estaba, esperando que me pase a buscar para ir a su bendita salsera.
 
                        Cuando lo vi, traté de no reírme para no herirlo, después de todo es un flor de pibe. Se preocupó por mí, a su manera, pero se preocupó. Quería ayudarme a que consiga una mina y lo hizo de la forma que el cree (no, no cree, está seguro) que se consiguen mujeres. Pero estaba patético, parecía una propaganda de perfumes. Impecable por donde lo mire, demasiado perfecto. No se maquillaba porque todavía no llegó a ese extremo la moda. Pero no creo que falte mucho.
 
                        Igual, subí al coche y arrancamos. Veinte minutos después entramos en la famosa salsera de la que tanto me habló. Parecía una exposición de maniquíes. No había un detalle fuera de lugar. Todos, hombres y mujeres, producidos hasta el hartazgo. Pelos, vestidos, poses. Todo estudiado y planificado. Casi más me vuelvo ni bien entré.
 
                        Pero, en una mesa, vi a una flaca distinta a toda esa onda. Me encantó la frescura de su rostro, apenas maquillado. La ropa sencilla, pero elegante. Distendida, sin pose. Crucé la pista derecho hacia ella y la invité a bailar. Aceptó enseguida.
 
                        Cuando nos cansamos de hablarnos a los gritos y de intentar bailar sin quedar muy mal al lado de parejas que se sacaban chispas sobre cual hacía el paso más perfecto, la figura con mas filigranas o el movimiento mas lucido, nos fuimos a un bar a charlar.
 
 
Ismael
 
 
                        La colorada estaba buena. Se había vestido para calentar a un muerto. Seguro que quería guerra. Y bailaba la salsa lenta refregando la cola contra mí o bajaba contoneándose y dejando a mi vista un escote bien marcado. Estaba de oferta la turra.
 
                        Empecé la franela suavecito pasándole la mano por las piernas cuando bailaba, espalda contra mí, siguiendo el ritmo sensual del baile. Cuando sonaba “el meneadito” le apoyaba ese trasero tentador y no hacía gesto de separarse.
 
                        Cuando bailamos el primer lento, le fui bajando la mano hasta casi tocarle la cola y suavemente me la sacó. No me extrañó, pensé que era para no entregarse tan fácil. Volvimos a sacudirnos con un merengue. Otra vez franela con la cola, revoleo de pechos, contoneos sensuales. Al próximo lento, le di un beso en el cuello y saltó como si la hubiese mordido Drácula.
 
                        -“Despacio, nene, que yo vengo a bailar” me dijo la guacha.-
 
                        Yo estaba que hervía. Pero en el medio de la pista no iba a hacer un escándalo. Terminé la pieza y le dije que iba a tomar aire.
 
                        -“¡¡Andá a calentar a otro!! - pensé y me fui a la barra. Pero me había dejado mal la turra, me había agarrado una calentura de novela. Bailé con dos o tres pibas más y me fui a casa. Otra vez será.-
 
 
Adrián
 
 
                        Cuando dejé a María en la casa estaba amaneciendo. ¡Cómo se nos pasó el tiempo! Es una piba deliciosa. Sencilla, franca, una preciosura. Al separarnos nos dimos un largo y tierno beso y quedamos en ir a tomar unos mates a Palermo hoy a la tarde.
 
                        ¡¡¡ Y yo que estaba a punto de no ir a bailar salsa!!! Menos mal que le hice caso a Ismael. Le tengo que dar las gracias cuando lo vea.
 
 
María
 
 
                        Todavía estoy temblando de emoción. ¡¡Que pibe más dulce!! Ahora como diablos hago para dormirme. Dentro de diez horas pasa a buscarme y yo voy a estar zombi de sueño.
 
                        ¡¡Que lindo!!
 
 
Cristina
 
 
                        Las primeras dos horas fueron como son las dos primeras horas....un embole. Pocos minos y muchas mujeres. Eran de práctica. Bailamos entre nosotras, ensayando pasos, poses, gestos.
 
                        A las dos y media cayeron en tropel los turros. Vienen justo a la hora que comienzan los lentos. A chapar derecho. A transar, evitándose el esfuerzo y de paso no tener que pagar muchos tragos. Vienen a los bifes. Un poco de lentos, un poco de ternura y...al telo.
 
                        Pero… una es una veterana canchera para dejarse engrupir. Natalia y yo bailamos con unos cuantos flacos. Es decir que, tal como era previsible, no quedamos de garrón. Tuvimos que parar las manos de todos los que nos invitaron a bailar, y cortarle el rostro a algunos babosos. Pero nosotras dos bailamos toda la noche. Ah! y María, que se pegó a un pibe tan “me cago en la moda” como ella y con el cual desapareció a eso de las cuatro.
 
                        Yo estuve un buen rato con un flaco que ya había visto por el boliche, muy pintón, buena pilcha, buen bailarín. Canchero para no lanzarse de entrada. Parecía que marchaba todo bien. Pero al poco rato la cosa quedó clara. Se había ligado una fenomenal calentura con el cuerpito que Natura me dio y no quería saber nada de próximas salidas, charlas, ni otra cosa que no pasara por una sesuda inspección a todos mis rinconcitos y posterior encamada.
 
                        Estaba para darle, pero no iba a aflojar tan rápido. Le corté el rostro suavemente. Era un habitué del lugar y en otra ocasión, quien sabe, por ahí se podía lograr que me corteje de una manera mas galante. Había buen “feeling” en el baile. Lo iba a dejar en “stand by” hasta otra vez. Se le notaba que estaba “muerto” conmigo.
 
                        Al final, como otras tantas noches, nos fuimos todas las chicas solas (menos María), a un bar a tomar un café, sacar el cuero a los tipos (y obvio, también al resto de las mujeres) y contarnos las anécdotas de la noche.
 
                        Todas estuvimos de acuerdo en que María aceptó ir al telo con su mino. Además, María es así. No le preocupa si la invitan, si la lleven a cenar. Donde le gusta la pierna, agarra viaje sin drama. Ni se preocupa si el tipo tiene kilombos, guita, laburo. Nada. Ella dice: -“La paso bien y lo demás, se hace caminando juntos. Da hasta donde da. Solo se puede saber si esta bueno si se prueba”.-
 
                        Todas las demás supimos mantenernos firmes. No vamos a estar tirándonos a la pileta por cada cara bonita. Una no está para regalarse ni menos para intentar con cualquiera. A esta altura queremos pisar sobre seguro. Queremos garantías de no volver a equivocarnos.
 
                        La cuestión es que la calle está dura. Pero, a seguir adelante. Ya encontraremos a ese hombre en quien refugiarnos. Ya aparecerá ese caballero generoso para mimarnos y con la mente abierta para aceptar que podemos ser inteligentes y tratarnos con respeto, de igual a igual.
 
                        Me despedí, fui a casa, me bañe, me acosté. Puse una película en la tele y terminé abrazada a un tubo de desodorante de medidas adecuadas...
 
 
 

 

Comentarios

@ALICIAONLINE

23/04/2011



Que Lindas Historias Emileo...!! Que Bien Descriiptas...!! Imagínate que Me Encantó las Historias de Adrián y María... : Dos Personas Con Deseos , Sueños , Miedos , pero Ambos con Corazón.. Sensibles Interesados en Conocerse , Salir del Escaparate...!! De Maduro Cae, lo que puedo pensar de Ismael...:Por Más que la Mona Se Vista de Seda..., Mona Queda...!! Ejemmmm

Espantoso sería  para Mi, encontrarme con un Hombre Así...!! Ojalá se me cumpla el Sueño de Conocer a Un " Adríán "....!! Besitos , Te Felicito , Me Emocionó  por lo Bien Narrados que están los Personajes... Ahhhh..., por Cristina Siento Pena... Imagina en Ismael a Alguien con Sentimientos , con Sensibilidad...!! Besotes Emileo , Alicia  
@MABE

24/04/2011

¡Gracias, Jorge!

Estoy segurísima que todos los que lean tus cuentos los van a disfrutar

Besotes

 
@KUKITYTA

24/04/2011



Me encantó la historia. Cuántos personajes reconocibles!!!  
@MARIA_ROSAX

24/04/2011



-“La paso bien y lo demás, se hace caminando juntos. Da hasta donde da. Solo se puede saber si esta bueno si se prueba”.-
 Cuanta razón, Emileo.. es asi, como dice mi tocaya María (aunque sea por la boca de Cristina).
 
Una prosa maravillosa, segui proseando !!! Gracias
 
 
@SUSANAGRACIELAG

24/04/2011



Muy bueno!!!! Felicitaciones!!!  
@ANSOGUAT

28/04/2011



Flaco, realmente sentí que estaba en la salsera, aunque a mí la única salsa que me gusta es la bolognesa y no lo digo por mersa, lo digo por q no sé bailar salsa ( bah, la verdad es que no bailo muy bien ningún ritmo y sinceramente , a esta altura de mi vida eso ya me tiene sin cuidado , ya que si una mujer solo se fija en como bailo, y bueh, ud. entenderán  y sí, realmente cuando veo como se   " matan " para ver quien se luce más, imagino cuanto ego tienen cada uno de ellos y a la vez pienso que también hay personas q tal vez en el fondo son seres extraordinarios,  pero cuando uno no baila bien y ve a alguien lucirse tanto es que se pregunta ( bah , yo por lo menos me hice esta pregunta mil veces ) tendré chances de llegar a que esa mujer ( en  mi caso ) me conozca ? me escuche?, comparta conmigo, algo más que un tema de salsa ? o estas personas solo van a lucirse y no les interesa otra cosa??? Es el boliche un ámbito adecuado para conocer a gente interesante? ó es un lugar para desatar todas nuestras inhibiciones  copas de alcohol mediante?? , no sé les dejo la inquietud,

Muy bueno el relato Emileo

Ric  
@BETITA

28/04/2011

Qué buenas historias Emileo !!!

Te felicito !!

Betita.