Un poco de historia...Recuerdos de Galicia


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Publicado por
@NEREIDA

08/02/2012#N39590

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Hubo una infancia felíz en mi vida...aunque conociendo mi escencia comprenderás que ya entonces alguna pena rondaba mi pequeño corazón de niña...


Los domingos era el día más felíz y curiosamente el más triste.

El más felíz por que se reunía toda la familia y lo disfrutaba tanto! y el más triste por que era el último día de libertad, al siguiente otra vez al cole...

Domingo tras domingo durante una cantidad considerable de años que ahora me parecen tan pocos, seguí el mismo ritual del almuerzo en la casa de mis abuelos maternos, en las épocas de mayor apogeo llegamos a ser 20 a la mesa, todo prometia que ibamos a ser un familión considerando que más adelante vendrían los nietos de nueve primos.


Y siempre el mismo menú, sin aburrirnos, primer plato empanada gallega, segundo plato arroz con pollo, los chicos a veces estabamos de fiesta por que se filtraba alguna milanesa, y la explicación a la rutina es que era lo más fácil de cocinar para tanta gente, hoy creo que la explicación real es que mi abuela no sabía cocinar muchos platos...pero esos dos... solamente esos dos platos sabían a gloria!!

Algunos sabados me quedaba a dormir en casa de mis abuelos con alguna prima y la escuchabamos a Mamina levantarse a las siete de la mañana de un domingo, nada más que para agasajar a la familia, en vez de aprovechar el único día que tenía para descansar, pero para una gallega inmigrante el mejor descanso era estar rodeada de toda su familia, ver crecer a sus

nietos y disfrutar la charla de sus hijos...

Muchas veces me levantaba temprano también nada más que para asistir al mágico ritual, mientras me contaba alguna historia.

Me cruzaba de brazos sobre la mesa de la cocina y apoyaba mi mentón sobre mis manos y con los ojos curiosos de la infancia observaba todo el procedimiento, un circulo de harina con levadura en el centro, agua tibia para ligar, y así de a poquito se iba formando un bollo de masa...tierno, tibio, lo pasaba a una mano, luego a la otra, y de pronto elevaba las

manos sosteniendo ese bollo que dejaba caer precipitadamente al vacío y se estrellaba contra la mesa una y otra vez, en cada caída se formaban nubes blancas que llenaban de harina la punta de mi naríz, y siempre la misma pregunta:

-Mamina como hacés para que te salga tan bien? a mami no le sale así-

y siempre la misma respuesta:

-Pero mujer! si es muy fácil no ves? es cuestión de darle un buen

movimiento a los brazos!-

Parecía tan fácil!! pero no...

Y mientras reposaba ese bollo al que siempre, absolutamente siempre se le marcaba una cruz en el centro como para que tuviera una bendición divina, preparaba el relleno, entonces toda la casa olía a cebollas, a sardinas.

Siempre me pregunté como podía hacer el relleno para una empanada tan grande nada más que con 4 cebollas... y cuando llegaba el momento del horneado ésa cocina olía a hogar, a arrumacos de abuela, a historias de guerra, tantos momentos se tejen en las cocinas...

Y llegaban de a poco todos, tíos, primos, padres y hermanos, todos reunidos alrededor del banquete, y todo el ambiente se poblaba de risas, de corridas, gritos, ruidos de vasos que chocaban, cacerolas que iban y venian.


Este es uno de los recuerdos más lindos de mi infancia, parecía

que iba a ser así toda la vida...

Pero como siempre sucede, las historias se vuelven a repetir, y la inmigración es un karma que se paga toda la vida.


Mi padre que siempre tuvo un hormiguero en el trasero un día decidió volver al lugar de donde

la guerra lo había desterrado, con su alma de líder y bajo la promesa de una vida mejor arrastró en su aventura no solo a mi madre y hermanas sino también a mis tíos y sus respectivas familias, arrastró a todos menos a mí...

Así ésa familia que prometía ser un familión, se fué desmembrando de a poco, la mesa se fué achicando cada vez más, y cada uno en su lugar quedó mirando la vereda de enfrente del océano...yo me encontré en el medio de

las aguas, penando por tierras en las que nunca había vivido,

reconociendolas como mi hogar, y apenas pasaba un tiempo de estar allí empezaba a penar un tango en mi alma.

Hoy la mesa es redonda y pequeñita igual que la cocina que la guarda, donde trato de recordar aquellas viejas recetas de abuela, y hago mi pequeño homenaje para quien se llevo el secreto para siempre hace 7 años ya.....

 

Comentarios

@SUSANAGRACIELAG

10/02/2012



Hermoso homenaje a tu abuela, pleno de dulces recuerdos.

Te felicito!!!

Susana