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Escrito por
@JAQUELINA

26/02/2012#N39748

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Demasiado es una palabra que tiene mucho de todo. Carga con la fuerza destructiva de todo lo que desborda. Sostiene la desigualdad que nos proporciona el quiebre. Y trasunta el equilibrio que nos precipita.

Demasiado es una palabra que nos inunda día a día en los márgenes que agotan los recursos. Todo y nada son sinónimos antagonicos que resumen demasiado.

Un enigma entre dos palabras que revela el significado de lo que nos sucede.

Porque será que la revelación nos llega cuando lo inexorable nos entrega el legado de lo vivido. Y ya nada podemos hacer al respecto.

En pequeñas cuotas nuestra mente se abre y nos arroja desmenuzadas dosis de un dolor que ya no implora explicación, ya no necesita comprender…porque para no agonizar….debemos dejarlo ir. Para poder seguir necesitamos enfrentarnos a una página en blanco que nos permita redescubrir los lugares comunes, corregirlos, reeditarlos. Pero para dar ese paso nos empeñamos en armar las piezas de ese rompecabezas que nos desarticulo la vida, el corazón, los sentimientos…..para no perder el alma. Y volver a descubrir el sentido de la vida.

 

 

De niños nos inventamos un mundo de fantasías donde refugiarnos. Es el lugar al que escapamos para esconder nuestras pequeñas tristezas, y en el que vamos depositando sueños. Imaginarlo nos transporta a medida que crecemos a esa vida que anhelamos…y mientras la transitamos, algunos, tratamos de no perder de vista los sueños y nos desplegamos en ella de manera tal, que lo esencial se acerque a aquello que proyectamos en nuestra mente.

Pero la vida…Ah sí…la vida. Está hecha para que enfrentemos cientos de desafíos que parecen surgir empeñados en desviarnos del camino. Para que imploremos a lo arcano esas fuerzas que necesitamos para sortear los problemas. Vencer el dolor y permanecer enteros. Y cuando una ostra nos sorprende con esa blanca sonrisa, atrapamos los destellos mágicos que nos hacen sentir que la vida también es bella. Atesoramos el aleteo en nuestro pecho temiendo que pasará pronto esa sensación de plena felicidad.

Algunos entendemos que una vida verdadera, plena de sentido, no pertenece al rotulo falaz de perpetua felicidad. Sin altibajos. Sino que es sinónimo de batallas ganadas, de desafíos enfrentados más allá de los resultados. De los valores y virtudes que apliquemos en nuestro recorrido. Nadie está libre de pecados, pero que estos no pertenezcan al género implacable de enturbiar la mirada y agachar la cabeza. Para poder sentirnos dignos. Aunque algunos tienen el cinismo de enmascararse y circular entre nosotros con total desvergüenza. Son aquellos seres que tienen disecada el alma, narcisistas que todo lo acomodan para satisfacer sus necesidades, así tengan que transformar la realidad. Su soberbia no les permite medir a quienes perjudican ni lo que arrastran a sus fines. Conviven en la oscuridad de su ser con los más temidos demonios. Y en el silencioso vacio de su existencia, su mente va siendo carcomida hasta perderse en el abismo. Algunos tratarán de rearmarse…pero deberán llevar sobre sus hombros la conciencia perturbadora de sus actos. Otros, no recuperan la conciencia…

xx

 

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