LA PREGUNTA (cuento)


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Publicado por
@EDGARDO20008

18/03/2013#N42988

0 Actividad semanal
2602 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

DICIEMBRE DE 1967 – LA MATANZA – PROVINCIA DE BUENOS AIRES

 

Era morocho, algo más bajo que yo, tenía no menos de 40 años y desde el primer momento no nos habíamos caído bien, pero como yo respetaba siempre a mis instructores, había acatado durante los últimos cuatro meses y a pie juntillas, todas sus interminables órdenes y críticas. 

Pero ese día no!!, ese era el día “del todo o nada.” 

Apunté mis 102 kilos y mi metro ochenta en dirección a César Vilas, mi instructor del Club de Paracaidismo e inicie la marcha, comencé a tensar los músculos y sentía que a cada paso que daba los tacos de mis pesados bolsegos se hundían más y más en el verde césped del Centro Universitario de Aviación en la Matanza, donde hoy intentaba hacer mi primer salto en paracaídas. 

Un par de metros antes de llegar donde estaba Vilas y con la delicadeza de un grito de guerra de un malón de indios empastillados, disparé....... 

-Vea Señor Vilas si hoy no hago mi primer salto me voy a la mierda de este club!!! 

Estimo que debe de haber notado la furia en mi cara, porque enseguida dijo... 

-Tranquilo, tranquilo...que es temprano,... vamos a ver cuándo calme el viento....y.... 

-el viento un carajo!!!!, lo interrumpí 

Eso me lo viene diciendo hace tres meses y todos los que empezaron el curso conmigo ya saltan desde hace dos meses, y ya son como las 7 de la tarde y..... 

-bueno, está bien!!!!, póngase un equipo y vaya para el embarque, pero acuérdese que usted es grandote y pesado y si se hace mierda una pata después no se me venga a quejar, estamos?. 

Una sonrisa comenzó tímidamente a dibujarse en mi rostro, al mismo tiempo que un sudor frío corrió por mi espalda, tragué saliva y me busqué rápidamente un equipo Pioneer, redondo, de seda, con cuerdas de lino, que yo había practicado de desplegar y plegar no menos de 100 veces durante los últimos cuatro meses en los que esperaba la llegada de este día. 

El avión era un Ranquel 150 de fabricación nacional, con el ala sobre la cabina, color gris, tres plazas, el piloto y dos paracaidistas sentados y apretados detrás de él, tren de aterrizaje convencional, o sea dos ruedas grandes adelante y una chiquitita atrás. 

Ángel López era el piloto, petiso, morrudo y siempre sonriente, el otro paracaidista tenía que ser alguien con experiencia, así que Vilas seleccionó al “alemán” Norbert Wolfgang von Opel, que pese a su nombre, era simpático y para nada serio, y ya contaba con licencia y treinta y pico de saltos... 

Primero subió al avión el alemán, luego yo y así quede sentado junto a donde debería estar la puerta, ya que íbamos sin ella por el calor, de manera  que yo podía ver perfectamente la rueda derecha. 

El avión enfrentó la pista y tomo velocidad entre el ruido de sus escapes, que sin puerta se escuchaban mucho más, en unos segundos, la rueda dejo de girar, lo que significaba claramente que ya estábamos volando. 

Pensé entonces que de allí arriba solo tenía dos opciones para bajar, una era en paracaídas, cubierto de gloria y la otra era en el mismo avión, pero cubierto de vergüenza, la ecuación era simple pero, sin embargo, en ese momento no podría siquiera haber imaginado que estaba próximo a enfrentarme con la decisión que orientó  todo el resto de mi vida. 

El salto se hacía desde 400 metros con un paracaídas automático que se abre al extenderse una “cuerda extractora” sujeta al avión unos 10 metros luego de haber abandonado el mismo, por consiguiente lo único que el paracaidista debe de hacer es saltar al vacío, como regresar no puede, le queda solo esperar que el sistema funcione, si pasado algunos segundos no se acciona, deberá abrir manualmente su paracaídas de emergencia (que se lleva al frente sobre la panza) con una “manija” o “argolla” rectangular que uno debe de tirar hacia “afuera” para producir la apertura. 

El alemán me preguntó,”estás bien??”  

Supongo que le conteste que si, honestamente no lo recuerdo porque mi cabeza no daba más, estaba 90% llena de miedo y el resto, de terror y pánico. 

Ocho minutos  después de haber despegado y habiendo alcanzado la altura prevista (400 metros), el avión viró suavemente hacia la derecha, apuntando su proa hacia el campo del Aero Club. 

Si bien cuando era muy chico sé que viajé en aviones, no recordaba nada, así que sentía ese como mi primer vuelo desde tener “uso de razón”….y justo también tendría que zambullirme al vacío???… por un segundo pensé que todo estaba mal, que era una pesadilla, así que creo recordar que fue en ese momento que me lo pregunté por primera vez en mi vida: 

“que carajo estoy haciendo aquí?” 

Antes de ponerme a filosofar sobre si era el momento y lugar equivocado, el alemán me miró y con una sonrisa algo tranquilizadora me gritó por sobre el bramido del motor: 

-andá preparándote....... 

-ahora andá sacando las piernas......  

-pisá  el estribo y agarráte del montante….. 

Lo había practicado más de 100 veces, pero siempre en tierra y sin el viento ni el ruido del motor, me costó llegar con la mano izquierda al montante del ala, la hélice generaba un viento que yo no tenía calculado, alcancé el montante y al girar hacia mi derecha quede sentado de frente a la nada, unos segundos después el ruido del motor se redujo a solo unas explosiones aisladas, miré por sobre mi hombro izquierdo y vi la sonriente cara del piloto, sentí una palmada en el hombro derecho y creo también haber escuchado algo así como....dale!!.. saltá !!!!!
 

AGOSTO DE 1980 – CIUDAD DE KAZANLAK - BULGARIA 

(Detrás de la “cortina de hierro”) 

El avión Antonov AN 12 es un antiguo biplano de fabricación rusa (dos alas. una debajo de la otra) con un ruidoso motor de 1300 caballos de fuerza, que permite elevar a dos pilotos y doce paracaidistas, la puerta, esta al fondo del lado izquierdo y los asientos de lona son a lo largo, enfrentando a los pasajeros unos con los otros. 

Yo tenía el número 47, sentado frente a mí había un flaco de ojos claros que tenía un enorme parecido con un personaje de la TV al que llamaban “miseria espantosa”, el tipo miraba atento y de vez en cuando sonreía, tenía un buzo de saltos color blanco, muy gastado y un equipo de paracaídas al cual se le notaba su uso, no tenía altímetro de muñeca ni un  “Cord Cutter” (made in usa), en su lugar y ante un eventual problema con las cuerdas, debería de utilizar un cuchillo parecido al del carnicero de mi barrio que llevaba desprolijamente atado al paracaídas de emergencia, tenía el numero 45 pegado en el casco y cosida en el buzo, una cinta blanca con letras negras que decía “N.USMAEV - C.C.C.P”. 

A la derecha de “miseria espantosa“, estaba sentado otro que tenía el número 46 pegado sobre un casco pintado con los colores Italianos y seguido a este una “rubiecita” muy linda con el número 42, que llevaba un equipo de paracaídas totalmente negro, lo mismo que el buzo, el casco y los guantes, solo quebraba ese color un escudo amarillo y negro que tenía en el costado izquierdo del buzo, donde se leía “US ARMY PARACHUTE TEAM – GOLDEN KNIGHTS” 

Como yo era el séptimo en salir, todavía me faltaba mucho tiempo y además lo tenía a “miseria espantosa” de referencia, me comenzaría a preparar recién cuando él se pusiera de pie para ir hacia la puerta. 

Llegábamos ya a los 1800 metros y como el objetivo eran los 2000 metros, los primeros que debían saltar se fueron lentamente terminando de equipar. 

El avión daría 12 vueltas al campo y en cada pasada saltaría un paracaidista, previa orden radiada desde tierra y repetidas por el jefe de lanzamiento de abordo. 

Luego de unos minutos, llegó el momento y el flaco se puso de pie, así que yo comencé a enrollarme una cámara de bicicleta alrededor de mi rodilla izquierda, algo científicamente calculado e ideado por mí, como para mantener en su lugar la rodilla a la que le había hecho polvo los meniscos tres semanas atrás.

 

El flaco me miro desde la puerta, me sonrió y señalando mi rodilla, ya convenientemente “engomada”, me hizo la clásica seña con el pulgar levantado, 5 segundos después desaparecía por la puerta. y en su lugar se colocaba el número 46. 

Un par de minutos después este también desaparecía con un ruido momentáneo de corriente de aire, mi turno era el próximo. 

Allí fue cuando acercándome a la puerta, nuevamente apareció en mi mente la pregunta de siempre, “que carajo estoy haciendo aquí?”, en un microsegundo pensé que estoy representando a mi país en el Campeonato Mundial de Paracaidismo, estoy en la puertita de un avión a 2000 metros sobre Bulgaria, en este  primer salto debo realizar seis figuras predeterminadas en el menor tiempo posible antes de abrir mi paracaídas y encima compito contra los 200 mejores paracaidistas del mundo…debería de estar muy preocupado…..aunque en realidad y no sé porque, estoy muy tranquilo… 

Pero…aunque solo fue un instante, la respuesta que se me ocurrió si bien me "re-situó en tiempo y espacio", me sonó como muy “técnica” y no me dejó convencido. 

Un segundo después, el Jefe de lanzamiento búlgaro que tenía frente a mí, se apretó el auricular contra su oreja izquierda mientras con la otra mano me hizo una seña como de “prepárese”, unos segundos después, me señaló como intentando preguntar: “listo?” e inmediatamente después indicó vigorosamente con su índice extendido el vacío del otro lado de la abertura oval que era la puerta. 

Como se había convenido debido a los diferentes idiomas, esa seña equivalía claramente a la orden verbal de: “SALTE!!!” 

Llené mis pulmones de aire y un instante después, como las 2832 veces anteriores, estaba otra vez  “en casa.....”

 

No sé lo que pasó, creo que mi mente se detuvo, luego sentí un pequeño tirón y cuando mire hacia arriba vi un enorme círculo blanco, cuyos bordes flameaban sin cesar al compás de un suave balanceo, estaba colgando de un paracaídas por primera vez en mi vida, si, porque una cosa me quedó clara, todavía estaba vivo!!!. 

En contraposición con el ruido del motor del avión unos segundos antes, el silencio era asombroso, todo se movía con lentitud, levanté la vista hacia el horizonte y me invadió algo así como vértigo, así que decidí mirar nuevamente hacia abajo, prontamente el gran espacio que había debajo se comenzaba a reducir, ya con certeza quedaba reducido a un pedacito, que era donde sin duda, metro más metro menos, yo le iba a pegar al mundo. 

Pensé en Vilas, llene mis pulmones de aire y apreté los dientes, las rodillas y los codos tan fuerte que hasta me dolían…… ya se viene…… ya se viene……..puf!!!..............como puf? .... eso era todo? ...., solamente.... puf?.....pero.....pero que pelotudo!!!…….. que estoy diciendo?, estoy vivo, entero y parado en la tierra y SALTE DE UN AVIÓN !!!!! SOY PARACAIDISTA!!!!!. 

Del sol ya no quedaba nada, se había ido y a mi alrededor solo había pasto, tierra y el crepúsculo, los oídos se me habían “tapado” por el rápido descenso, mi mente estaba suavemente desacelerando desde la máxima velocidad a la que nunca antes había llegado, tenía un gusto amargo en la boca producto de la adrenalina y aún me temblaban las manos. 

Como pude me quité el casco y las antiparras mientras sentía como una especie de calor a borbollones me subía desde el estómago, junté el equipo lo mejor que pude y comencé mi caminata hacia la barraca del club. 

No podía dejar de sonreír, lo intentaba pero me era imposible dejar de hacerlo, me sentía como el chico que hizo una travesura o como el soldado que solo y sin ayuda gana una batalla y va camino a que el César lo condecore. 

Por un instante sentí que no había fuerza en el universo que pudiera detenerme, tenía 18 años y la plena convicción que a ese lugar fantástico en el que había estado cuando salí del avión, no sabía cómo, pero iba a regresar. 

Cuando entré a la barraca del club, nadie siquiera me miró, estaban todos inmersos en los cuentos de sus saltos del día, así que dejé el equipo a un costado y volví a salir para esperar afuera que se desocupara alguna mesa de plegado. 

Los oídos se me comenzaban a “destapar” pero seguía sintiendo en todo el cuerpo como una especie de “vibración” y continuaba sin poder evitar sonreír, así que trataba de mirar hacia abajo para que no se me notara. 

Minutos después y mientras que acomodaba el equipo en una mesa de plegado entró el piloto, me localizó y se dirigió directo hacia donde yo estaba, me estrechó fuertemente la mano y lanzó en voz alta la primer felicitación que escuché después de regresar al mundo . 

La acción del piloto, llevó a que otros se percataran del hecho y se acercaran a felicitarme, incluyéndolo a Vilas, que hasta ese momento ni siquiera se había percatado y menos aún preocupado por mi aterrizaje, me tendió su mano y con una sonrisita sarcástica me pregunto “y....va a saltar de nuevo??” la respuesta fue clara, sincera, convincente y retumbó en toda la barraca, “SI!!!!!, POR SUPUESTO!!!”, a mis 18 años era la primer cosa que tenía absolutamente en claro. 

Sin duda alguna el “para-virus” ya circulaba por mi torrente sanguíneo y a mi edad, eso era muy grave, ya que no existe antídoto conocido que no sea únicamente saltar, y el tratamiento (gracias a los Dioses!!!) puede durar muchos años.

 

Bueno, ahora quietito, manos pegadas al cuerpo, piernas estiradas y la cabeza en alto, sin perder de vista la referencia en tierra, que es donde están las cuatro cámaras de video y el panel de jueces,....  

El cuerpo comienza a vibrar señal de que estoy llegando a los 300 kph, ahora a encogerme despacito, meter las rodillas contra el pecho, doblar los codos en ángulo recto y ya empezamos la serie de figuras, un giro por la izquierda, uno por derecha, una vuelta hacia atrás, otro giro, uno más y el último loop, extiendo los brazos y piernas todo lo que puedo para frenar la velocidad de descenso, miradita al altímetro, 800 metros, abrimos. 

Respiro profundo mientras pienso que tal vez no esté entre los primeros, pero al menos hasta ahora no hice papelones que es lo más importante. 

Lindo paisaje, buena temperatura, miro sobre mi cabeza y veo mi paracaídas rectangular de última generación inflado correctamente, le suelto los frenos y el Jalbert Parafoil 252 sale disparado hacia adelante y yo con él. 

Mientras que voy descendiendo observo, como ya hace unos cuantos días. desde que llegamos a la zona, todos los alrededores cubiertos de diversas y multicolores plantaciones de rosas, que es una de las industrias locales. 

Localizo la zona de aterrizaje y me dirijo hacia allí para no interferir en la línea de visual de los jueces y de las cámaras que ya están grabando al siguiente competidor. 

El altímetro me indica 550 metros y de reojo diviso el aterrizaje del que me precedía, pasó por los 300 metros y suena el “centinel” en mi oído, que es una alarma de baja altura, un par de minutos y me toca llegar a mí. 

Aterrizo parado, cargando el peso sobre mi pierna derecha, para preservar así a mi izquierda lastimada, junto rápidamente el velamen y camino unos metros hasta la carpa para dejar el equipo y aflojarme la cámara de bicicleta antes de que mi pie se ponga violeta. 

Cuando salgo de la carpa para estírame un poco, choco con la “rubiecita” que con un pantaloncito corto, una remera y sus infaltables anteojos Ray Ban oscuros, salía a trotar por la zona. La miré sorprendido e intercambiamos sonrisas y un tímido “hi”, mientras que pensaba, “que bicho raro”, en lugar de descansar hasta que le toque saltar de nuevo, se va a correr. 

Pliego rápidamente mi paracaídas, chequeo el resto del equipo y me voy a caminar por frente a las carpas de los otros participantes. 

A poco de andar lo veo al flaco “miseria espantosa” muy serio, atendiendo las indicaciones que le hacía un tipo vestido con traje y corbata negras, cuando me ve venir, ni me saluda y se mete en su carpa. 

Pienso que el tipo de saco y corbata sería de la KGB y especulo con que al flaco le habrá salido mal el salto y le estaban comunicando su próxima mudanza a Siberia, quisiera poder hablar con el camarada “miseria espantosa” pero, por el idioma mucho más del saludo no íbamos a pasar.

Sigo caminando hasta el bar del aeródromo y le señalo al que atiende la pequeña lista impresa que nos habían dado y de allí selecciono “café”, ya sentado en una mesita y a la espera del “café” o lo que me trajeran, comienzo a divagar en el tiempo que ha pasado y en que todos aquellos que comenzaron el curso conmigo e iban más adelantados, ya no saltan más y ni se deben acordar de aquellos tiempos y menos imaginarse donde estoy saltando hoy. 

Pero aunque sea en el otro lado del mundo, saltando desde aviones extraños y con gente desconocida, cuando salgo del avión, el aire que encuentro es igual al de Matanza y que al de cualquier otro lugar del planeta donde he saltado, es mi casa, allí me siento cómodo, allí no me afecta nada, ni guerras, ni guerrillas, ni terremotos, ni inundaciones, ni amores, ni desamores, “solo cuando uno pone nuevamente los pies en el piso, es cuando se acaba la fiesta y comienzan los problemas”. 

Pero tengo suerte, al menos yo puedo de vez en cuando estar allí y pienso si eso será los que muchos indican como “encontrarse consigo mismo” y lo relaciono con la respuestas a la legendaria pregunta que uno se hace cuando está en una situación compleja a la que no sabe cómo arribó. 

Creo que son justamente los momentos en que analizar cómo se llegó a esa situación es solo una pérdida de tiempo y atención y que, en algunos casos buscando responsables, se crea solo resentimientos contra uno mismo o contra los demás. 

Por eso, sea cual sea la situación compleja a la que te enfrentes, la clave está en nunca bajo ninguna circunstancia olvidar “quien sos, lo que sabés y lo que querés” y convencerse que, eso es lo único con lo que se cuenta para seguir adelante bien.

En otras palabras, de nada vale en ese momento esperar ayudas externas, ni esotéricas, ni religiosas, ni suerte, ni nada de nadie. 

Exactamente igual a cuando a 2 o 3 mil metros trasponés la puerta de un avión, estás solo, así que, como regresar no podés, lo único que te queda, si querés sobrevivir, es no distraerte y hacer las cosas bien. 

Si miro para atrás veo muchos años de fríos y calores sufridos, cansancios inhumanos, noches de sábado dormidas sobre una mesa de plegado, discusiones, algunos golpes, algunas desilusiones, alguno que otro susto, pero desde mi segundo salto sigo convencido que:

 “SE PUEDE VIVIR SIN SALTAR….pero no vale la pena.”

 

 

FIN

 

 

Notas
NIKOLAI USMAEV -  CCCP  (actual Rusia) – alias “miseria espantosa” 

Fue nombrado Maestro Emérito del Deporte por el Soviet Supremo luego de ganar este XV Campeonato Mundial de Paracaidismo Deportivo, 3 Campeonatos Nacionales Soviéticos, una Copa de Europa y completar sus primeros 10.000 lanzamientos.
CHERYL STEARNS -  USA - alias “la rubiecita “

Cuenta con más de 19.000 lanzamientos en paracaídas, ganó 2 Campeonatos Mundiales y 25 Campeonatos Nacionales de los Estados Unidos. 

Es miembro honorario del mejor equipo de paracaidismo del mundo, US ARMY GOLDEN KNIGHTS. 

Se retiró del Ejército Norteamericano luego de combatir en la Guerra del Golfo, vuela en USAirways como Comandante de Boeing 737 y primer oficial de Boeing 757/767 y Airbus.

 

YO – Le pasé todos estos recuerdos a un tipo amigo para que hiciera un cuento y lo publicara en el foro de Encontrarse.com

 

.....................................................................................................................................

Esto es un cuento basado en algunos hechos y personajes reales, por consiguiente: 

Algunos nombres han sido cambiados para proteger a los inocentes. 

(ahhhh!!! ...siempre quise escribir esta frase…)

 

 

Comentarios

@FLORALIS

18/03/2013



"Qué carajo estoy haciendo aquí" ? La pregunta que a muchos se nos escapa en diferentes circunstancias, pero como casi todo en la vida, pasa por una elección...elegir lo qué queremos ser, lo qué queremos hacer, cómo queremos vivir y con quiénes queremos estar.
Me encantó este cuento Alfredo, una experiencia primera que sin duda marcó la vida de " tu amigo una vida que él eligió vivir desde sus 18 años... Ahora, no sé si con esta publicación se consigue confraternizar con alguna señora de la página, pero seguro muchas van a querer conocer a "tu valiente amigo" y capaz, quién te dice...


Suerte y felicitaciones !

   
@SIL_VANA

19/03/2013



 Gracias !!!

Fue muy bien narrada, me permitiò vivirla como si fuese la protagonista y poder comprender : " Se puede vivir sin saltar .... pero no vale la pena  "  que tal vez , mi papà tambièn compartia estos sentimientos ante estos saltos .

Yo desde muy niña lo veì saltar desde el aviòn y pensaba : Juega a buscar la muerte . Què feo !!  No comprendia por què lo hacìa .  Mil cosas pasaban por mi mente hasta que por fi . Veia que ya en tierra se paraba .

Un abrazo --   Silvana  

   
@SIL_VANA

19/03/2013



 Simplemente Gracias Edgardo !!!  Silvana   
@MARIO

19/03/2013



Edgardo te felicito !!! otra joyita de esa pluma maestra. Gracias por compartirlo. Mario  
@MABE

20/03/2013



 Me gustan tus cuentos, Alf, y, sobre todo, el humor sutil que los recorre

(esa mirada que permite acomodar la emoción detrás de una sonrisa).

Nunca salté en paracaías pero conozco esta sensación (si cambiás avión por escenario):

"Por un instante sentí que no había fuerza en el universo que pudiera detenerme, tenía 18 años y la plena convicción que a ese lugar fantástico en el que había estado cuando salí del avión, no sabía cómo, pero iba a regresar".

Y pienso igual que el protagonista:

Por eso, sea cual sea la situación compleja a la que te enfrentes, la clave está en nunca bajo ninguna circunstancia olvidar “quien sos, lo que sabés y lo que querés” y convencerse que, eso es lo único con lo que se cuenta para seguir adelante bien.

Un beso, Mabel

 

   


ARG

ARG

MUJER de 54 en Monte Grande

Me gusta ir al teatro, al cine, recitales, resto, y más aún viajar.

¿CONOCERLA?

NO

Más Mujeres
ARG

ARG

HOMBRE de 43 en Lomas de Zamora

Soy directo, frontal, hablo cuando es necesario, siempre digo lo que pienso, me

¿CONOCERLO?

NO

Más Hombres

Salidas Grupales

Ver Todas

Últimas notas

Ver NUE+COMEN
Registrate y comenzá a conocer gente linda