García Márquez y la magia del realismo


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Publicado por
@DANTEX

04/05/2014#N46559

0 Actividad semanal
526 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

García Márquez y la magia del realismo

Redaccion América Economía

 

Redacción América Economía.

1
 
 
LinkedIn
 
 
 
 
26
 
 
Share
 
  • Mié, 04/23/2014 - 17:50

Notable ha sido la marejada de homenajes, alabanzas, ceremonias y elegías que ha concitado al morir Gabriel García Márquez, acaso el escritor latinoamericano más leído en la historia. A casi una semana de su muerte, los medios de comunicación siguen hablando de su obra, de su vida, de su influencia.

No es exagerado decir que las historias que hilvanó García Márquez han definido para lectores de todo el mundo la identidad latinoamericana. Traducidas a casi todos los idiomas del mundo, sus narraciones plantaron imágenes vivas de América Latina en las mentes de millones de lectores de Norteamérica, Europa, Asia, África y Oceanía.

Para muchos, un continente gobernado por la magia y sin libertad puede ser fascinante, pero también amenazador: difícilmente un lugar para hacer negocios con reglas del juego claras. América Latina ha tenido que insistir, y sigue insistiendo a veces sin éxito, en que además de magia también tiene mercados financieros, contadores, gerentes y horarios.

García Márquez puede no haber inventado el realismo mágico -el honor le corresponde al argentino Jorge Luis Borges-, pero fue su mejor exponente, al combinar la literatura fantástica con la voluptuosidad de un continente impulsivo y caliente. Así como Borges apuntó a fusionar y reinventar las tradiciones literarias inglesa y española desde la lejanía de las provincias coloniales, García Márquez inventó un continente, un mundo, un exuberante universo donde todo es posible, donde la magia es cotidiana y el milagro no sorprende. Pero, al mismo tiempo, es un mundo encadenado por la condición humana o la veleidad de un tirano. Los personajes de García Márquez son prisioneros de sus pasiones, víctimas de sus apetitos, apenas barnizados con una pátina de civilización. En Macondo alguien puede salir volando rodeado de una nube de mariposas, pero no hay libre albedrío. Los personajes de García Márquez están trágicamente predestinados, ya sea por la crónica de una muerte anunciada o porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

Millones de personas en el mundo no tienen otra imagen de América Latina que la que les dieron García Márquez y ese corolario de la seguidilla de dictaduras militares de los años 70. Para muchos, un continente gobernado por la magia y sin libertad puede ser fascinante, pero también amenazador: difícilmente un lugar para hacer negocios con reglas del juego claras. América Latina ha tenido que insistir, y sigue insistiendo a veces sin éxito, en que además de magia también tiene mercados financieros, contadores, gerentes y horarios.

El realismo mágico de la región se compara a veces negativamente con el pragmatismo anglosajón, basado en el comercio, la banca y esa pseudociencia inventada en Estados Unidos, el management. Pero hacer esta comparación es acomodaticio y maniqueo. Puede ser cierto que los británicos toman en serio el mercantilismo, las tasas de interés y los impuestos, pero también es cierto que su universo imaginario está lleno de hadas y dragones, al rey Arturo y el mago Merlín, el señor de los anillos, Harry Potter y el juego de tronos.

No se puede acusar a García Márquez de mostrar una imagen desmejorada o fantasiosa de la región. El realismo mágico es realismo, después de todo, y ahí está su magia.

Lo que sí puede discutirse es la tozudez de sus devociones políticas. Periodista y escritor que ejercía con toda libertad, no quiso protestar ni criticar al régimen cubano cuando encarcelaba escritores o prohibía la libertad de expresión. Defensor de Fidel Castro a todo evento, llegó a aceptar una casa en La Habana como regalo del dictador cubano.

Le atraían los dictadores de izquierda, pero quienes lo conocieron dicen que más bien tenía debilidad por el poder. “A Gabo le encantan los presidentes”, dijo uno de sus amigos. “Le hacemos bromas diciéndole que hasta un viceministro le da una erección”. Y el propio García Márquez lo reconocía. “No he superado aún mi susceptibilidad a ser impresionado por los palacios de gobierno”, escribió en un artículo. El cortesano de Castro, como lo llamó Mario Vargas Llosa, fue especialmente fiel al dictador cubano, pero también estableció lazos de amistad con el presidente francés Francois Miterrand y el norteamericano Bill Clinton.

Su adulación al régimen cubano es ciertamente criticable. Su voz habría tenido peso si se hubiera alzado contra los atropellos a los derechos humanos que había y sigue habiendo en Cuba. Y el enamoramiento del poder no es un buen atributo para un periodista y escritor. Pero el que esté libre de culpa que tire la primera piedra

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.