Hombres y Mujeres: Disfrutando las diferencias


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@DANTEX

14/08/2015#N54723

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~Hombres y Mujeres: Disfrutando las diferencias

 

por Carlos Miranda
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"¿Por qué no puede la mujer ser como el hombre es?", preguntaba el profesor Higgins en la obra "Mi Bella Dama", de George Bernard Shaw. El profesor expresaba su desesperación por la actitud de su alumna, Eliza, quién no veía las cosas de una manera lógica, como él, sino que se dejaba llevar más bien por sus sentimientos. Claro que la obra está situada en la Inglaterra de principios de siglo. Hoy en día sabemos que las diferencias entre hombres y mujeres son mínimas. O al menos es la opinión que escucho generalmente de los jóvenes.

Y sin embargo... son estos mismos jóvenes los que expresan no entender del todo a su pareja, y un deseo de poder comprenderla. Y de ser comprendidos. Un humorista lo expresó de esta manera: "Hombre y mujer, un mismo planeta, mundos diferentes." Y quizá siguiendo esta idea el escritor John Gray titula su libro sobre estas diferencias "Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus".

Es cierto que hoy en día las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a su desempeño en la sociedad son mínimas. Pero es por esta misma razón que el entender las diferencias propias entre los sexos es tan importante. Si pretendemos que nuestra pareja responda a ciertas situaciones de la manera que nosotros responderíamos, nuestra relación estará caracterizada por la frustración, durante el poco tiempo que dure.

No necesita uno ser más que un observador casual para darse cuenta de que existen diferencias entre hombres y mujeres. Estas se externan en la manera en que socializamos, cuidamos nuestra apariencia, perseguimos nuestros intereses, cuidamos nuestras relaciones, etc. Y aunque uno pueda argumentar que estas diferencias se dan por el condicionamiento social, eso no niega el que existan.

Por muy interesante que sea una disertación sobre las posibles causas sociales, psicológicas, históricas, etc. de estas diferencias, para nosotros tendría muy poca aplicación práctica. No es mi intención analizar estas causas, ni determinar si son correctas o incorrectas y por lo tanto necesitadas de cambio. A menos que seas un arqueólogo del futuro que se encontró este documento como reliquia de una civilización ya olvidada, en este momento te encuentras en un mundo en que los hombres y las mujeres son diferentes. Creo que lo que más te beneficiaría en este momento es conocer un poco sobre cuáles son estas diferencias, y cómo afectan tu relación con personas del sexo opuesto. Mi intención es que al entender esto, sepas aprovecharlas para disfrutar más estas relaciones.

Al hablar de hombres y mujeres, no puedo referirme en particular a ti, o a la persona del sexo opuesto con quién te relacionas. En este artículo estaremos hablando de dos grandes grupos de personas. Entiendo que dentro de estos grupos existe una gran variedad de personalidades. Es por ello que cabe la posibilidad de que al leer acerca de las características del sexo opuesto, te sientas más identificada o identificado con éstas que con las de tu sexo. Esto no es indicio de que tengas que ir al psicólogo. Las características que estaré mencionando se refieren, por así decirlo, al estereotipo de hombre y al estereotipo de mujer. No pretendo que todos los hombres exhiban todas las características que mencionaré de los hombres, ni que todas las mujeres exhiban las que mencionaré de las mujeres. El punto principal es entender que existen diferencias entre hombres y mujeres, y que podemos aprender a estar más que a gusto con estas diferencias, y no esperar que nuestra pareja siempre responda como nosotros lo haríamos.

Primeramente, debemos entender que el hombre y la mujer tienen intereses distintos. Esto es, lo que es importante para cada uno como persona tiene una base diferente. El hombre (recuerda, por lo general) está orientado y motivado hacia la consecución de logros, hacia conquistas. La mujer está más interesada en el proceso hacia los logros, y sobre todo en las relaciones personales involucradas en este proceso.

Durante un tiempo trabajé en una zapatería. No me llevó mucho notar que la experiencia de atender a un hombre que entra a una zapatería es muy diferente que la de atender a una mujer. Por lo general, cuando el hombre entra a una zapatería, es porque necesita zapatos. Esta necesidad es porque los que usa ya no le sirven más, o porque existe una situación que le requiere adquirir un par diferente a los que ya tiene. No era raro que el cliente se llevara sus zapatos nuevos puestos, y dejara los viejos. Así mismo, era raro que el hombre quisiera ver infinidad de modelos (después de todo, ¿qué tanta variedad hay en zapatos de hombre?) o que regateara mucho el precio. La necesidad existía, el camino a resolverla estaba bien delineado, tomaba la acción apropiada, y lograba su objetivo.

Para una mujer, comprar zapatos va más allá del satisfacer una necesidad práctica. Es todo un evento. Primeramente, era raro que una mujer llegara a comprar zapatos sola. Casi siempre iba acompañada de una amiga. La necesidad en este caso es poder compartir con alguien la experiencia. No es una necesidad práctica de zapatos la que lleva a una mujer a la zapatería. La necesidad es relacional, ya sea por la situación inmediata de compartir una experiencia con otra persona, o futura de ser aceptada en el evento social que amerita los zapatos en cuestión. Comprar zapatos le lleva mucho más tiempo a una mujer que a un hombre, y no necesariamente por contar con mayor variedad, sino porque para la mujer el proceso de comprar los zapatos y el compartir el proceso con alguien más (aunque fuera conmigo, el dependiente) es tan o más importante que la adquisición misma del producto.

En la relación de pareja, el hombre tiene ciertas metas u objetivos que le motivan a desarrollar la relación. La mujer es motivada por la relación en sí, y aunque también tenga ciertos deseos de hacia dónde quiere que progrese la relación, el proceso de desarrollo es más significativo para ella.

Otra área de gran diferencia entre hombres y mujeres es la manera de comunicarse. Esto es algo que se presenta desde muy pequeños, según se puede ver al observar cómo juegan niños y niñas en el parque o el kinder. ¿A qué juegan las niñas? A la casita, la comidita, las compras... juegos que requieren interacción con otras personas, ya sea otras niñas o sus muñecas, y que giran totalmente en rededor de conversaciones. ¿A qué juegan los niños? A los camiones, las luchas, la guerra, el fútbol... juegos con una meta generalmente bien definida y que sólo requieren de expresiones monosilábicas en el mejor de los casos, y guturales en la mayoría. Rara vez, si es que se da el caso, veremos a dos niños jugar a la guerra sentándose a tomar té y compartir el uno con el otro qué acciones les gustaría tomar en esta guerra, y cómo se sienten al respecto.

Para el hombre la com

 

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