La vida en la Estación Espacial Internacional


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@SUZIE_Q

20/10/2015#N55978

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La vida en la Estación Espacial Internacional

Los astronautas llevan casi 15 años orbitando la Tierra. ¿Cómo pasan sus días los tripulantes estadounidenses de este prodigioso laboratorio flotante?

La vida en la Estación Espacial Internacional
 

La vida en la Estación Espacial Internacional

Cuando los humanos nos mudamos fuera del planeta, somos los extraterrestres. Y cuando se vive en el espacio exterior, lo raro es la norma. Pensemos en algo tan elemental como dormir. Cuando un ocupante de la Estación Espacial Internacional (EEI) se dispone a hacerlo, se mete en un saco atado a una pared en un cubículo privado del tamaño de un baño de avión.

“En la Tierra, cuando te metes en la cama al final de un largo día, de inmediato te relajas”, dice el coronel Mike Hopkins, quien regresó en marzo de 2014 luego de una misión de seis meses en la EEI. Pero en el espacio no hay gravedad ni manera de acostarse. “Nunca tienes la sensación de liberar peso de tus pies, ni tampoco ese alivio emocional”, añade Hopkins.

Dormir en la EEI es todo un reto. El primer problema es si quieres tener los brazos dentro o fuera del saco. Si decides dejarlos fuera, flotarán libremente en la gravedad cero, lo que te dará el aspecto de una bailarina de ballet aturdida. “Yo soy del club de los brazos adentro”, afirma el coronel. “Me gusta dormir bien arropado”.

Desde noviembre de 2000, media docena de hombres y mujeres viven y trabajan en órbita todos los días dentro de la EEI,un centro de investigación tan grande que se puede ver desde tierra cuando surca el cielo nocturno. Y es una operación conjunta: mitad estadounidense, mitad rusa. La navegación y las operaciones se comparten, y el papel de comandante se alterna entre un cosmonauta y un astronauta. Rusos y estadounidenses suelen mantenerse en sus respectivos módulos durante la jornada, pero a menudo se reúnen para comer y charlar después del trabajo.

En la EEI, lo ordinario se vuelve extraño. La bicicleta de ejercicio no tiene manubrio, ni tampoco asiento. Sin gravedad, no necesitas ninguna de las dos cosas para pedalear con fuerza, aunque debes atarte los pies a los pedales. Puedes ver una película en una laptop flotante mientras pedaleas, pero debes tener cuidado de no permanecer demasiado tiempo en un solo sitio. Sin gravedad que ayude a la circulación del aire, el dióxido de carbono que los astronautas exhalan tiende a formar una nube invisible alrededor de sus cabezas, lo que después de un rato les produce jaqueca. Y aunque la comida a bordo es mucho mejor de lo que era hace 15 años, la mayor parte de ella sigue siendo envasada al vacío o enlatada. La llegada de algunas naranjas en una nave de abastecimiento cada cierto número de meses es motivo de celebración y júbilo.

tención, Houston, aquí la Estación. Buenos días. Estamos listos para la CPD”. Es una mañana de julio de 2014, y quien saluda al Control de Misión es Steven Swanson, comandante de la estación estadounidense. Cada jornada empieza y termina con una conferencia de planeación diaria, o CPD. Aunque los astronautas viven y trabajan en la EEI, no la dirigen; quien lo hace es el Control de Misión en Houston y Moscú. Y la vida a bordo se administra mediante hojas de cálculo: la jornada de cada astronauta está planeada minuto a minuto y por tareas específicas. Los astronautas “entran” a trabajar a las 7:30 de la mañana y “salen” a las 7 de la noche. Se supone que deberían tener libres los fines de semana, pero dedican los sábados a limpiar la estación.

Aunque los astronautas tienen un alto nivel educativo y están muy motivados, todo el día están realizando tareas, algunas de ellas divertidas e intelectualmente desafiantes (como hacer experimentos junto con científicos en Tierra) y otras tediosas (como registrar los números de serie de los desperdicios antes de lanzarlos a la atmósfera para que se incineren). Nadie se hace astronauta para tener que vaciar el contenedor de orina o cambiar los filtros de aire.

De 2003 a 2010, 10 astronautas que sirvieron en la EEI llevaron un diario como parte de un estudio sobre la vida en ambientes extremos. Los diarios anónimos revelan a hombres y mujeres encantados con la vida en el espacio, si bien en ocasiones aburridos o enojados. “Tuve que reírme de mí mismo en los procedimientos de hoy”, escribió un astronauta. “Para cambiar un foco tuve que usar gafas protectoras y una aspiradora de mano. Ésta es útil si la bombilla llega a romperse; sin embargo, los focos están encerrados en cajas de plástico, y aunque alguno se rompa al cambiarlo, los fragmentos quedan encapsulados. Además, tuve que sacar una foto del foco instalado antes de encenderlo. ¿Por qué? ¡No tengo la menor idea! Es sólo que así hace las cosas la NASA”.

“Ha sido una semana bastante tediosa”, escribió otro. “El tiempo previsto para hacer mis tareas era insuficiente a todas luces. Al hablar con alguien [del Control de Misión] hoy, me di cuenta de que no entiende cómo trabajamos aquí”.

Ésa es una queja muy común, por supuesto. Los soldados en el frente tienen una idea de cómo va la guerra, y el mando general tiene otra.

Con todo, los astronautas no se cansan nunca de ver la Tierra girando. Uno escribió que se detuvo frente a una ventana y quedó tan cautivado con la vista, que no se movió de allí una órbita completa. “He estado mirando la Tierra como si fuera un visitante extraterrestre”, escribió otro. “¿En qué lugar aterrizaría y cómo intentaría hacer contacto?”

Las entradas de los diarios dejan en claro que seis meses de estancia en el espacio es mucho tiempo: sin la familia y los amigos, sin alimentos frescos, sin sentir la luz del sol, la lluvia y los placeres de la gravedad; mucho tiempo de atadura a las tareas de mantenimiento del cuerpo y de la estación, en una nave sin baño ni lavandería. Debido a esto, la NASA ha tenido que estar más atenta a la moral de los astronautas. La EEI cuenta con teléfonos para que los tripulantes llamen a quien deseen, siempre y cuando sea conveniente, y sus familias reciben una iPad programada para videoconferencias privadas. Además, los astronautas tienen conversaciones privadas con los psicólogos de la NASA una vez cada dos semanas.

La EEI está equipada también con películas y libros. Pero Ed Lu, uno de los miembros más antiguos de la tripulación, decidió que no iba a pasar su tiempo libre haciendo algo tan mundano como leer un libro de bolsillo. La singular experiencia del espacio es volar: no la nave espacial en sí, sino volar uno mismo, dentro de la nave. Eso es lo que te vuelve un astronauta de verdad: la increíble liberación de la fuerza gravitacional.

No sé si alguna vez volveré aquí, recuerda haber pensado Lu. “Quería hacer cosas que nunca podría hacer en tierra, como aprender a volar mejor y hacer acrobacias”, dice. “Escogía un módulo de la nave y me decía a mí mismo: ‘Cada vez que pases por este módulo, vuela sin tocar las paredes’. Elegía un compartimiento y pensaba: ‘Cada vez que pases por este compartimiento, haz un giro doble’”.

“Vivir en G cero es muy divertido”, afirma Sandra Magnus, quien ha hecho tres vuelos espaciales. “En el espacio, las leyes de Newton gobiernan tu vida. Si estás haciendo algo tan simple como escribir en una laptop, ejerces fuerza sobre el teclado y terminas empujado lejos y flotando. Tienes que anclarte a algo con los pies”.

La gravedad es una herramienta de organización indispensable, dice Magnus, y uno no la aprecia hasta que vive sin ella. A esta astronauta le gustaba cocinar para sus colegas en la estación, y crear platos nuevos con los alimentos que la NASAles suministraba. “Se necesitan horas”, señala. “¿Por qué horas? Piensa en esto: cuando cocinas, a menudo tiras cosas en el bote de basura, y tardas segundos porque la gravedad te permite hacer eso. Sin gravedad, en cambio, tienes que echar mano del ingenio. Yo pego la basura a un trozo de cinta adhesiva, pero, aun así, deshacerse de los desperdicios lleva una eternidad”.

Cuando estás en G cero, todos los líquidos de tu cuerpo lo están también, así que los astronautas suelen acabar acatarrados o con la cara hinchada por el líquido que se acumula en sus senos nasales. La gravedad cero también causa pérdida de masa ósea. Los huesos se regeneran y crecen gracias en parte al trabajo que realizan cada día. Pero en el espacio, sin un peso que soportar, producen células nuevas a un ritmo más lento, por lo cual se adelgazan y debilitan. Una mujer posmenopáusica en la Tierra puede perder uno por ciento de masa ósea en un año; un astronauta varón o mujer puede perder uno por ciento cada mes.

El antídoto es el ejercicio implacable. Los astronautas disponen de la bicicleta sin asiento, una caminadora y una máquina de pesas con capacidad de 272 kilos. Su programa de ejercicio es de 2.5 horas al día, seis días a la semana. Pero sudar dentro de la nave no es agradable. “En la Tierra, cuando montas en bicicleta el sudor te escurre por la piel”, dice Hopkins. “Allá arriba, el sudor se te pega; tienes charcos de sudor en los brazos, la cabeza, alrededor de los ojos [los astronautas usan grandes pañuelos y toallas para secarse]. La ducha era una de las cosas que más extrañaba”.

El objetivo del ejercicio es mantener saludables a los astronautas, pero también experimentar para el futuro. A la NASA le preocupan dos cosas: el tiempo de recuperación de los astronautas una vez que regresan a casa, y, sobre todo, cómo mantener la fuerza y la condición física durante los dos años y medio o más que llevaría hacer un viaje de ida y vuelta a Marte. De hecho, encontrar la manera de llegar al planeta rojo con seguridad es el motivo de mucho de lo que sucede a bordo de la EEI.

Esto se debe a que aún no entendemos todas las implicaciones de los vuelos espaciales de larga duración. “Hace cinco años tuvimos un astronauta que de repente dijo: ‘Oigan, mi visión ha cambiado. Llevo tres meses en este vuelo y ya no puedo leer’”, dice John Charles, del Programa de Investigación Humana de la NASA. Resulta que todos los líquidos que se desplazan hacia arriba en gravedad cero “empujan el globo ocular por atrás y lo aplanan”, explica. “Muchos de los astronautas se vuelven hipermétropes en órbita poco a poco”.

La masa ósea y la capacidad aeróbica de los astronautas se normalizan en buena medida cuando regresan a la Tierra, pero sus ojos no.

 

El capitán Scott Kelly y el coronel Tim Kopra están de pie, espalda contra espalda, sobre una plataforma de acero en el Laboratorio de Flotabilidad Neutra de la NASA, en Houston, vestidos con trajes espaciales. Una grúa los baja lentamente a una enorme piscina. Ambos pasarán seis horas bajo el agua, ensayando una caminata espacial y todas las etapas del reemplazo de una pieza del brazo robótico de la EEI. Es una tarea de mantenimiento que realizarán en el espacio en noviembre.

Tardan 30 minutos en ponerse los trajes, cada uno de los cuales pesa 104 kilos. “¿Ves cómo cada astronauta tiene tres o cuatro personas ayudándole?”, señala el astronauta Kevin Ford. “En la estación, sólo te ayuda una persona. El procedimiento para ponerse el traje espacial y salir por la escotilla es una lista de 400 pasos, y nadie quiere saltarse muchos de ellos”.

Una caminata espacial es la experiencia máxima para un astronauta. Cuando sale de la estación, encapsulado en su traje, se vuelve un cuerpo astronómico independiente, una pequeña luna que orbita la Tierra a 28,000 kilómetros por hora. Cuando da el primer paso, se da cuenta de que está a 400,000 metros de distancia del mundo y de su hogar.

Pero esa caminata también ejemplifica lo peligroso que es el espacio, cómo un simple conector desajustado puede causar una emergencia grave, o cómo una simple junta tórica puede llevar a la catástrofe, como ocurrió en el trágico accidente del transbordador Challenger en 1986. La NASA intenta reducir el riesgo eliminando las sorpresas de todas las secuencias de comandos, prácticas, aspectos de diseño, etc. La vida en el espacio no sólo es más extraña de lo que la gente supone; es también más dura.

La caminata espacial resume en cierta forma todo el programa de la EEI: es muy difícil, imponente y extrañamente tautológica. Los astronautas caminan en el espacio para mantener y reparar la estación espacial a fin de que los futuros astronautas tengan una base a la cual volar.

Y vuelan en el espacio debido a la ambición humana, porque nada desafía más nuestra capacidad y carácter que intentar llegar más lejos de lo que podemos ahora. Volamos en el espacio porque es el octavo continente. Volamos en el espacio como exploradores curiosos hoy porque es posible que mañana tengamos que volar como mineros o colonizadores.

Estas ideas son de muy largo plazo, llevará siglos materializarlas, y no permiten tomar conciencia plena de lo difícil que sigue siendo vivir, trabajar y viajar por el espacio. Damos por sentado algo que es cualquier cosa menos rutinario. Los astronautas experimentan esto todos los días.

Un día en la EEI Mike Fincke pensó que sería divertido telefonear a uno de sus profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “La secretaria del profesor contestó la llamada”, cuenta el astronauta. “Me dijo: ‘Está ocupado en este momento’, y, tras una pausa, añadió: ‘Pero supongo que está usted llamando desde el espacio, así que lo voy a comunicar con él’”.

¿Dónde está la Estación Espacial Internacional?
La Estación Espacial Internacional desde arriba
 
La Estación Espacial Internacional está más cerca de lo que piensas... traza círculos }sobre la Tierra a 400 km por encima de nosotros.
 
En mayo, el astronauta de la ESA, Luca Parmitano, y sus dos compañeros de tripulación tardarán menos de seis horas en llegar a la Estación a bordo de la nave espacial Soyuz. Seis meses después, en su regreso a la Tierra tardarán incluso menos tiempo, cuando aterricen en Kazajstán unas tres horas después de partir. La Estación da vueltas alrededor de la Tierra a 28 800 km/h y solo tarda 90 minutos en realizar una circunferencia completa. Se puede ver y fotografiar sin ningún equipo especial cuando te pase por encima. Debido a que se mueve muy deprisa, lo difícil es saber cuándo y dónde mirar. Para ello tenemos el Rastreador de la ESA. Aquí puedes comprobar dónde está la Estación en cualquier momento.

Una vez que sabes dónde estará la Estación Espacial, lo mejor es esperar el amanecer o el atardecer. La Estación Espacial se ve como una estrella o aeronave muy brillante que se desliza por el cielo. Utiliza un trípode y ajusta la velocidad de obturación para una exposición larga de hasta un minuto. La estación siempre llega desde el oeste y aparecerá como un trazo blanco en la fotografía.

POR  @WICHO — 9 DE OCTUBRE DE 2013

Aunque el vídeo está disponible en la web de la EITB y subí la presentación a Slideshare, este es el texto de la charla de 10 minutos que di en Naukas 13.

Está basada en una que le vi dar a Jaap Meijers el año pasado en el primerSpaceUp EU que se llamaba 10 things you never knew about the ISS, diez cosas que no sabías de la Estación Espacial Internacional.

Pero descubrí que había que añadir que existe y por eso ahora son 10 + 1.

  1. Existe, de verdad que sí. Sí, la Estación Espacial Internacional existe y es la nave más grande jamás construida. Es tan grande que hubo que ensamblar a cachos porque no hay ningún lanzador capaz de ponerla en órbita de una pieza.

    Zaryá y Unity

    La construcción comenzó en noviembre de 1998 con el lanzamiento del móduloZaryá, el de la izquierda de esta foto, al que se le añadió Unity en diciembre, primer momento en el que subió alguien a bordo de la Estación.
    
Poco a poco se le fueron añadiendo componentes hasta dejarla en su estado actual en 2011. En esta mide 51×109 metros, lo que viene siendo un campo de fútbol americano en el sistema métrico campofutbolero, y pesa unos 450.000 kilos; tiene el volumen habitable de un par de Boeing 747.

    EEI campofutbolera

    Es también lo más caro que hayamos montado jamás, con un coste estimado de unos 100.000 millones de dólares, lo que vienen siendo unos 10 colisionadores de hadrones, o un montón de Cristianos Ronaldos.Está habitada desde 2000. La Estación lleva habitada sin interrupción desde noviembre de 2000, primero por tripulaciones de 3, y desde 2009 por tripulaciones de 6, aunque con las visitas de los transbordadores se juntaba más peña a bordo.


  2. Habitualmente cada grupo de tres astronautas -los que caben en una Soyuz- está a bordo unos seis meses y se solapa cada tres meses con otro grupo de tres, para que siempre haya algún veterano a bordo, aunque pronto habrá un astronauta estadounidense y un cosmonauta ruso que permanecerán todo un año a bordo.

  3. Está en el espacio, pero por poco, pues aunque el espacio empieza a los 100 km de altitud, la EEI orbita a unos 400 km de altitud. Si este escenario fuera la Tierra y la Luna estuviera allí en el fondo, a unos 23 metros, la Estación estaría a... 2 centímetros del escenario.
    Esto hace que los astronautas digan que es como estar en un avión que vuela alto, salvo por la velocidad, que es espectacular; nos decía el otro día Leopold Eyharts que cuando quería fotografiar Francia desde la Estación tenía que estar preparado cuando sobrevolaban Canadá, y que como se despistara, se le pasaba.
    A esa altitud, además, queda la suficiente atmósfera como para que el rozamiento con esta le haga perder unos 2 km de altitud cada mes, por lo que hay que subir la órbita periódicamente, ya sea con sus motores o con los de alguna nave que esté de visita. Para mitigar esta pérdida de altura se usa el modo planeador nocturno de la Estación, que consiste en poner los paneles solares paralelos a la Tierra cuando la Estación pasa por la sombra de esta, como si fueran alas, lo que reduce el rozamiento en un 30 por ciento.

  4. ¿Gravedad cero? No... ¡Qué va!
  5. E igual que casi no están en el espacio la Estación y sus tripulantes tampoco están en gravedad cero la gravedad en ella es como un 90 por ciento de la terrestre. Lo que pasa es que va muy rápido -a unos 28.000 kilómetros por hora- lo que hace que caiga de lado y falle y no le de a la Tierra. Es lo que se llama caída libre, como se puede ver en vídeos como este que muestran la primera ley de Newton en acción.

  6. ¡Mira, mamá, la EEI! El que esté tan baja hace además que se pueda ver. Como está en una órbita inclinada 51,65 grados respecto al ecuador se puede ver aproximadamente hasta los 60 grados de latitud norte y sur, así que como la mayoría huimos del frío puede ser vista por como el 90 por ciento de la humanidad.
    Y cuando digo que puede ser vista quiero decir que puede ser vista a simple vista, si las nubes lo permiten.
    Esto ocurre al anochecer o al amanecer cuando los rayos del Sol inciden en los paneles solares y la hacen brillar, convirtiéndola en el segundo objeto más brillante del cielo nocturno detrás sólo de la Luna, con el permiso de destellos de los satélites Iridium. Se ve como un punto brillante que se mueve muy rápido y que además no es difícil de fotografiar.

    Ziuuuuuu!!!

    Para saber cuando se va a ver desde donde vives y a qué hora tenemos la propia NASA con Spot the Station, con un clásico como heavens-above, o Twisst, un servicio que te avisa mediante menciones en Twitter.


  7. Tecnología obsoleta. (hola  @alpoma) Otra confusión común es asociar la Estación con tecnología punta, cuando el tiempo necesario para probar, certificar, e incorporar cosas en ella hace que cuando llegan a órbita tienen tranquilamente algunos años de antigüedad. 
    Vaya, que estamos hablando de tecnología de los 80 y de los 70 en algunas cosas, lo que obliga a los astronautas a dedicar mucho tiempo a tareas de mantenimiento en detrimento del tiempo que le dedicarían a la ciencia.

  8. Pero hay WiFi. Eso sí, hay unos cien ordenadores a bordo. Los que gestionan los sistemas de la Estación están siendo migrados a Debian, y el resto son ordenadores con Windows que se usan fundamentalmente para controlar experimentos. Y sí, en la Estación hay WiFi desde 2008.

  9. Y robots a bordo. Uno es Robonaut, con el que están experimentando a ver si sirve para ayudar en tareas de mantenimiento. Y el otro esKirobo, que es como un «mancontro» que la JAXA usará para hablar con Koichi Wakata. Y no, no es broma. Menos mal que al menos no enviaron a Hello Kitty.

  10. Hay que reciclar. Otro asunto a tener en cuenta es que a 400 kilómetros de altura no puedes ir al súper, así que aunque la Estación recibe suministros periódicamente usando varios tipos de naves de carga, es importante reciclar para aprovechar los recursos. Y esto incluye el pis de los astronautas. Sí, los astronautas se beben su propio pis reciclado... Aunque antes de que os de un ataque de asco, pensad de donde viene toda el agua que bebéis vosotros. La caca, en cambio, se almacena y se envía de vuelta para ser destruida en la atmósfera con las naves de carga... Lo cual no sé si me tranquiliza mucho.

  11. No está acabada. Otra cosa es que a pesar del pastón que nos hemos gastado en ella, no está terminada. Falta que Rusia envíe el laboratorioNauka, que fue construido en los 90 como reserva del Zaryá, otro módulo esférico más que básicamente sirve de pieza de interconexión, y dos módulos con paneles solares.

  12. Tiene fecha de caducidad. Con Nauka y los dos paneles solares se podría trocear la Estación en dos separando de nuevo Zaryá y Unity si a partir de 2020 los Estados Unidos deciden retirarse del proyecto, aunque no hay nada todavía decidido.
    Eso sí, espero que cuando la Estación termine sus días convertida en una enorme bola de fuego en la atmósfera tengamos ya un sustituto, pues como decía Konstantin Tsiolkovski la Tierra es la cuna de la humanidad, pero uno no puede quedarse para siempre en la cuna.

 

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