Los Amores autenticos son como las aguilas vuelan mas alto


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@DANTEX

11/08/2016#N60683

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Los amores auténticos son como las águilas: vuelan más alto cuando hay tormenta

Hay un cierto alivio y una magia peculiar en el hecho de saber que nuestra pareja tiene sus propias opiniones, una visión del mundo particular, juegos de luces y sombras que quizás no entendemos, hábitos, gustos y pasiones que reposan bajo su almohada.

Una de las consecuencias de poseer una visión fantasiosa del amor es pensar que las diferencias o desencuentros de personalidad en una relación sentimental son rotundamente negativos, pájaros de mal agüero o advertencias de que, sin duda, estamos con la persona equivocada.

Sin embargo, las diferencias en un vínculo de pareja no son un demonio que amenaza el idilio del amor, al contrario: son prueba real de una identidad consolidada, un “Yo” fehaciente que se conoce, acepta y estima, y quien es capaz de apreciarse y respetarse a sí mismo también es capaz de amar con entrega y madurez. 

Difícilmente hallaremos en el mundo a alguien que comparta por completo nuestro punto de vista. No obstante, esta simple realidad se torna tenebrosa e incluso trágica para algunos: quienes esperan que su pareja sea el “resultado” de una aspiración romántica, una “expectativa” hecha cuerpo humano o, simplemente, la réplica de un ideal.

Esta concepción equivocada de que “el amor verdadero no debe dar tregua a las dificultades, porque todo es perfecto”, lleva a las personas a escudar sus relaciones bajo máscaras de falsa armonía. Así, en lugar de hacer frente a los conflictos, huyen de ellos ya sea “tragándose” los disgustos o escondiéndolos con remedios inmediatos: muchas veces, disculpas y reconciliaciones que nacen de la angustia que les produce la idea de ser abandonados, o la ansiedad por volver cuanto antes a la normalidad, pero no de la franqueza.

Donde hay amor, la dificultad no destruye: construye

Para la experta en relaciones Pam Spurr, toda discusión de pareja bien conducida resulta en la construcción de algo más que en su destrucción.

La clave es entender que ni siquiera el amor más profundo puede garantizar que no habrá discrepancias, es más: aquellas parejas que nunca discuten podrían estar ocultando problemas mucho mayores que quienes lo hacen de vez en cuando.

Desde luego, la tendencia a evadir cualquier tipo de conflicto con nuestra pareja es una reacción automática que viene de un enfoque meramente negativo de lo que implica “discutir con nuestra pareja”.

Comprender que hay mucho más allá, que existen puntos ciegos que no solemos ver en el meollo de los desencuentros cotidianos, es fundamental para entender porqué es importante tener desavenencias de vez en cuando.

Según Spurr, estos detalles que a menudo pasamos por alto en el pleno de cualquier discusión son:
•Lo mucho que le importamos a nuestra pareja
•La confianza y madurez que existe en la relación
•La posibilidad de que nuestra relación, a partir de este inconveniente, mejore.


“Cuando hay tormenta, los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto”.

(Mahatma Gandhi).
1. Lo mucho que le interesamos a nuestra pareja

La ausencia de discusiones no siempre es indicativo de que las cosas marchan bien. De vez en cuando, una paz sospechosa (a veces, obligada) es el disfraz que sirve para esconder que las cosas van mal.

Según Spurr, es cierto que los “dimes y diretes” son una forma de expresar insatisfacción y enfado, pero es precisamente esto lo que hace que sean, también, una manera de comprobar lo mucho que le importamos al ser amado.

Las discusiones que llevan el nombre de “no deberías beber tanto” o “no deberías comer eso” no son necesariamente una demostración de rechazo hacia la persona que tenemos al lado, sino un discurso a favor de la mejor versión de esa persona. La totalidad que, sabemos, puede llegar a alcanzar.
2. La confianza y madurez que hay en la relación

Manifestar el descontento no siempre es fácil, en especial cuando nos preocupa — y con razón — lo que nuestra pareja pueda pensar o cómo le hará sentir lo que diremos. Esta es la razón principal por la que muchas personas prefieren disimular y callar los enojos, sin saber que esto no hará que desaparezcan (ni siquiera que se atenúen), sino que se vayan acumulando hasta propiciar, con el tiempo, el resentimiento y la inconformidad.

Cuando existe la madurez suficiente en una relación para entender que expresar lo que sentimos es tan importante como cumplir lo que prometemos, lo que se obtiene a cambio es la dicha de un vínculo fortalecido por la franqueza, ya que damos al otro la posibilidad de conocernos más allá de lo que decimos y de cómo actuamos. Lo invitamos al dormitorio de nuestros pensamientos.
3.La posibilidad de que nuestra relación mejore  

Para Spurr: “Una discusión adecuada puede ser constructiva porque purifica el ambiente y permite ventilar sentimientos profundos y verdaderos”.

Si desconocemos los puntos débiles de nuestra relación, es imposible hacer de ellos puntos fuertes. Si somos ajenos a lo que afecta o perturba a nuestra pareja, también somos ajenos a su bienestar, y pocas cosas hay tan cercanas al desamor como la distancia emocional.

Pero si, en cambio, somos capaces de llevar un argumento sano, aproximarnos respetuosamente a la opinión y el sentir de la persona que amamos e invitarle a hacer lo mismo, nos armamos con el conocimiento necesario para crear lazos resistentes, difíciles de deshacer.

El modo en que expresamos nuestros sentimientos juega un papel determinante en cualquier discusión de pareja. Debe tenerse siempre en mente que el objetivo de compartir nuestras emociones y pensamientos no es atacar a nadie, sino mostrar a quien amamos cómo se ven las cosas a través de nuestros ojos sin caer en el error de imponer nuestra mirada.

El amor no disminuye ante la dificultad: se reafirma. Para el pensador alemán Friedrich Nietzsche, era preciso llevar un poco de caos dentro de cada uno para dar a luz una estrella danzante, y es ahí hacia donde las diferencias de pareja pueden conducirnos: a la aceptación y liberación de ese caos para que surja una relación más fuerte.

Muchas veces, son las mismas circunstancias de vida que para algunos representan puntos de quiebre las que muchos otros consiguen transformar en puntos de unión, y lo que ocurre en una relación de pareja no dista mucho de este principio. La experiencia de vivir plenamente y con disposición al aprendizaje cada desacuerdo puede ser la raíz a partir de la cual se tejan los hilos de un amor estable y duradero. 

Por: Editorial Phrònesis

 

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