La Hora Senialada


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Escrito por
@SEGUNDOFENIX

10/07/2005#N6104

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Con la llegada de la pubertad los nuevos machos bravíos salíamos a la búsqueda de niñas como novedad obligatoria. Oír música, dar los primeros pasos de baile, balbucear ideas, todo servía de fogueo.
Los iniciales encuentros en barritas de jóvenes (de uno o ambos sexos) estaban cargados de la ingenuidad de la edad. Enfrentábamos como novedad el descubrimiento del nuevo mundo. En realidad todo era sorprendente, un universo a explorar, lugares, música, indumentaria, niñas, perfumes, sensaciones, charlas, desafíos, envites, etc, etc. Almidonados por fuera y tiesos por dentro. ”Ajustadito como pantalón de inglés.”
Nada más conmovedor que un compañero de colegio que estaba de novio antes de los quince.
Tal vez por imitación, por copia o mera envidia queríamos tener la apariencia que ellos mostraban. Amigos o simples compañeros que rápidamente alcanzaban la esquiva felicidad. Y, por supuesto, su autopublicidad era envidiable. Tempranamente alcanzó la panacea. Rápidamente solucionó su problema. Y uno, uno sólo como un hongo!!. ”Más pegao al amor que mosca a la telaraña”
Era la época en que debíamos asistir a cuánto cumpleaños de quince hubiera. Por envite o de caradurez. Había que aprovechar toda oportunidad, y gratis.
Progresivamente, casi con naturalidad, íbamos perdiendo compañeros de andanzas que se retiraban de nuestros exclusivos programas de vagos solteros que asolábamos las noches de viernes, sábado y el verano todo. ¡Qué me pasaba que en ese mundo de exitosos, del cuál no participaba.! Me pregunté: ¿En qué estoy fallando?¿Qué pasa conmigo ?¿Dónde está mi suerte??? “Como perro en misa, si no le dan palos le dan paliza”
A los pocos años fueron cambiando los lugares a frecuentar, del rock al twist, el léxico y la gente de nuestra edad ya no podía mezclarse con púberes.
Ahora las salidas eran programadas, casi un deber, había que salir por salir. Debíamos intentar encontrar algo. La búsqueda se iba transformando en asquerosamente selectiva, sin razón de ser. ... “Quien no nace para el cielo, de balde es que mire arriba”
Los amigos iban cambiando. De nuestras primeras andanzas sólo restaba alguna muestra. Ante el balance coyuntural, a algunos nos iba ganado una sensación de frustración crónica. Pensaba que merecía mejor suerte. Pero los disparadores del amor seguían sin funcionar. “El buey lerdo,, bebe agua turbia”
Con los años, conocí a Graciela. Nos casamos. Armamos el hogar. Tuvimos los niños, viajes importantes y comunes. Construimos una casa. Plantamos árboles. Sólo faltaba el libro. Pero no tenía que ser. Indudablemente la volatilidad, la cualidad de efímero fue característica creciente de fin del siglo, y con la ley de divorcio, la proliferación de separaciones, y me tocó el turno. “Piantá, piojito,que te cacha el peine”

Y de nuevo a jugar de galán. Fue el recomienzo de búsquedas y fracasos, con cambio total de escenario. Entre fracasados. Colección de fracasados. Navegando entre rollos y bollos. Cuando son visibles y evidentes, provocan la rápida reacción. Pero el problema son los rollos ocultos, disimulados, que pueden surgir cuando uno esta ya embarcado, agradecido de su suerte. “De los sufridos se hacen los atrevidos”
Valga el destino que te presente a alguna optimista con fracasos y sin rollos y para peor... libre
Los caminos recorridos pueden haber hecho de mÍ un entendido de cualidades a encontrar, apreciar, valorar y cambios en la personalidad de una a resignar. “Quién pierde la fe no le queda nada por perder”
Pero ya peinando canas, perfilando para abuelo, sino por los hijos, por lo menos por edad, reempiezo a galantear, candidato nuevamente a novio... Se me mezclan los hijos de ella con lo míos, y aumentan las chances de volver a la calesita prontamente. “En la güeya del querer no
hay animal que se pierda”
El amor aparece alguna vez en la vida. No por apurarlo, llegará antes. El momento lo indica el destino o lo encuentra uno. Los disparadores reaccionan sólo cuando ellos quieren. Si supiéramos esperar, quiza, quiza, quiza...

 

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