Alas de Victoria


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Escrito por
@SEGUNDOFENIX

12/07/2005#N6119

0 Actividad semanal
512 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya


Naciste en una de las ochocientas islas del archipiélago del Egeo. Isla de importancia minúscula, pero trascendente por su influencia mística en la religión griega.
En homenaje a una olvidada batalla naval te esculpieron en el mármol. Tu padre quedó en el anonimato. Pero ¿ que vale más, el autor o su obra?. En realidad perduraste tú, sin importar de tus hacedores.
Te hicieron gigantesca, digna expresión del helenismo. Te hicieron diosa, la diosa Afrodita, y en este caso, con alas. Muy por arriba de lo humano, apenas terrenal.
Ubicada en aquel fulgurante templo panhelénico, engalanando la proa del barco de piedra que sobresalía como un balcón, dominando el teatro y el mar, a tu vista. A tus pies aquella preciosa laguna en donde te reflejabas imponente, aunque tú no bajaras la vista.
Abajo los mortales se estremecían de emoción al contemplarte.
Con tus ropas húmedas pegadas a tu cuerpo, enfrentabas al viento del Egeo, extendiendo tus alas, abriendo tus brazos con la trompeta presta a tocar a victoria, la única música que conocías.

Como hermético es el pasado de tu isla, tu nacimiento y tu misma historia se pierden en el misterio.
Pasaron siglos de aquellos años gloriosos, sin saber de ti.
Recién en el siglo diecinueve, un arqueólogo te rescató para la civilización.
Pero ¿Qué pasó contigo, Niké? ¿Quién produjo tu caída?. Fue algún combate de las eternas guerras contra los turcos O algún cataclismo natural? ¿ Qué accidente nos despojó de tu original belleza?
Tú que eras la reina, ama y señora, que sólo llamabas a triunfo, sucumbiste al paso del tiempo, que te daño irremediablemente.
Del templo no quedó casi nada; del barco, recuerdos, y tú te transformaste en mil pedazos, de los cuales se hallaron algunos cientos.
Varios arqueólogos, tus nuevos padres, te fueron haciendo renacer en un inacabable trabajo de restauración. Mutilada, sin cabeza, ni brazos, el resto del cuerpo sostenido con sinnúmero de tornillos, riendas, clavos, no logran mitigar a nuestros ojos tu belleza sin par.
Con las costumbres de los piratas arqueológicos de la época, fuiste trasladada a París y eres figura dominante de la escalera del Louvre.
Rolls Royce hizo copias minúsculas de tu figura para que sirvieran de espolón de proa de sus automóviles de realeza.
Cuando te conocí, era un visitante desprevenido de tu existencia y el recorrido dentro del Louvre me llevó a aparecer debajo de la escalera de tu dominio donde estabas levantando vuelo, y se cortó mi respiración. No olvido aquel momento.

Perdiste el sol que te bendijo por siglos, desaparecieron la humedad y el viento de tu Egeo natal. No hay agua de mar en tu nuevo horizonte, ni quedaron aquellos reflejos a tus pies.

Niké, eres otra. Naciste perfecta, incitando a la victoria, a la gloria, sin enemigos que te hicieran mella. Eras sobrehumana, mitológica. Ponías el pecho a cualquier contratiempo, ignorándolo, vencedora siempre.
Si te viera tu hacedor, no te reconocería. Y de hacerlo, lloraría por lo que quedó de ti.
Eres otra, Niké. La perfección te abandonó, has quedado desgarrada en jirones mortalmente.
Para mí, más elocuente pues mutilada expresas más fielmente el triunfo, por el cual se suele pagar un precio. Eres de piedra pero tu mensaje conmovedor, suena a humano.
Tal vez como dijo algún inspirado, en la mutilación y en el óxido se magnifica la grandeza de la obra.
Hoy, aún siendo otra, imperfecta, eres como nunca la Victoria alada.

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.