La frase “PONERSE HECHO UNA FURIA


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@DANTEX

15/12/2019#N71196

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La frase “PONERSE HECHO UNA FURIA” nace en referencia a las legendarias Erinias, diosas de la venganza.

Se recurre a dicha frase cuando alguien se enoja de tal forma que pierde los estribos y está dispuesto a atormentar al culpable de su ira.

Las Erinias eran diosas a las que se las invocaba para perpetrar alguna venganza o, muchas veces, las mismas deidades aplicaban la represalia por Motu proprio, acechando a aquel mortal que hubiera cometido un crimen o cierta injusticia. Más allá de que los romanos transliteraron su nombre a “Furias”, los antiguos griegos no osaban nombrarlas como Erinias, ya que se creía que con sólo pronunciar su alias, podían atacar sin motivo alguno. Para referirlas sin temor a la arremetida, las llamaban “Euménides”, las cuales eran tres: Alecto, que castigaba las afrentas morales; Megara, que castigaba las infidelidades; y Tisífone, las más irascible y letal, que castigaba los asesinatos. Esta distinción hizo que cada persona que se “ponía hecho una furia” ocupara el rol de una de las Erinias según el motivo de su ira: si esa persona había sido ofendida espiritualmente, se convertía en Alecto; si sufría de adulterio se transformaba en Megara y si había sufrido el homicidio de un ser querido, adoptaba la personalidad de Tisífone. Paralelamente, esto refleja que los antiguos griegos tenían tres bases fundamentales en la forma de existencia: vivir de manera honrada, siendo cónyuges leales (por sobre todo las mujeres) y venerando la vida ante todo. Claramente, estos principios no siempre se cumplían, pero quienes transgredían sabían que, inexorablemente, las “Furias” se harían presentes de un momento a otro para castigar sus actos…

[óleo de William-Adolphe Bouguereau, "Orestes perseguido por las Erinias luego de matar a su madre Clitemnestra, 1862]

“…Pero éstas se ve que carecen de alas, son de color negro y en todo repugnantes: roncan con soplidos repelentes y de sus ojos segregan humores odiosos…”

[Fragmento de “Las Euménides”, del libro Tragedias, de Esquilo].

 

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