Qué quiere decir "No Se nace Mujer,Se llega a Serlo&quo


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@DANTEX

09/06/2020#N72719

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Acuñada por Simone de Beauvoir, se convirtió en lema del feminismo y apunta a que tanto mujeres como hombres son moldeados por la sociedad para cumplir determinados roles, mandatos y exclusiones.

Mujer no se nace, se hace, o en la frase original de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”, reflexionaba la legendaria filósofa francesa, escritora y activista feminista en su libro El segundo sexo, al plantearse qué es una mujer. Publicado en 1949 es clave, fundacional para el feminismo y allí demostró ser una precursora del movimiento, luchadora por la igualdad y los derechos de las mujeres, como la despenalización del aborto –legalizado en Francia en 1975, De Beauvoir hizo un manifiesto en 1971 que firmaron 343 mujeres declarando haber abortado y reclamando “el aborto libre”–.

En el libro, aborda e instala en la sociedad estos temas aún vigentes y pendientes, expuestos a nivel mundial con la Ola Verde y los colectivos feministas que luchan a diario por sus derechos como #NiUnaMenos, #MeToo, entre otros que retoman su legado como inspiración al alzar sus voces y cuerpos. Pero ¿qué quiere decir en realidad? Y ¿cómo se lee en el presente? ¿Cobra un nuevo sentido?

En una entrevista del archivo de la Televisión Española, la autora de La mujer rota, expresó: “No creo y no hay eterno femenino desde el origen, son roles y eso se ve al estudiar la sociología. La antropóloga estadounidense Margaret Mead diferenció los roles según los pueblos, lugares donde la mujer realiza trabajos que entre nosotros son considerados como masculinos, y que no hay nada de eterno dentro de eso. La verdad al otro lado de los Pirineos puede ser otra que aquí: el papel de los hombres y las mujeres no está determinado de forma absoluta en todas las civilizaciones, hay grandes cambios”.

Desde Francia, Laetitia Colombani –multifacética artista y autora del best seller internacional La trenza– responde a la consulta de Clarín: “Su frase evoca la diferencia entre las palabras ‘femenino’ y ‘mujer’: se nace biológicamente femenino y luego te convertís en mujer. Tanto mujeres como hombres, son animales sociales moldeados por la sociedad, cultura, educación, a las que tienen acceso y por las conscientes e inconscientes instrucciones que les son impuestas. Donde sea que ellas vivan en el mundo son discriminadas, encasilladas moral, social, religiosamente y con restricciones a la educación. Su pelea por la libertad es una lucha constante. Podría escribir ‘una no nace como una mujer libre, te convertís en una… a veces’: existen aún muchísimos lugares en donde las mujeres no tienen esta oportunidad”.

¿Por qué hoy resurge una premisa del siglo pasado? “El libro de Simone de Beauvoir sigue aún vigente y la frase ha sido resignificada en distintos momentos históricos. Hoy se replica al pensarse que no se nace gay, lesbiana, travesti (y más), sino que son construcciones culturales y sociales. La gran apuesta de los feminismos fue salir de la naturaleza y la biología sobre todo: que la 'mujer da vida', engendra y que eso compone una esencia femenina. Esa naturalización de ‘lo femenino’ llevó a una diferenciación discriminatoria en lo social, económico, político y cultural, que persiste, aunque ahora esa idea esté esmerilada. Lo más notable es que esa naturalización no pesa de igual modo en el caso de los varones”, explica la historiadora Mirta Lobato, e investigadora de la UBA.

Según la filósofa María Luisa Femenías, autora de Ellas lo pensaron antes –sobre grandes pensadoras, muchas veces dejadas de lado, incluida De Beauvoir–, “cuando ella afirma ‘No se nace mujer, se llega a serlo’ señala por un lado, que 'mujer' es una categoría social que se constituye supuestamente sobre la base del dimorfismo sexual y, por otro, 'mujer' es quien cumple con un complejo conjunto de mandatos, exclusiones o disvaloraciones: es un cuerpo en situación, cuyas significaciones socioculturales lo designan 'mujer'".

 

La ensayista Judith Butler dice que el hecho de que tenga que existir una correspondencia o coherencia entre el sexo y el género es una expectativa cultural. / Emmanuel Fernández

“Muchas interpretaciones actuales como la de Judith Butler, parten de marcos conceptuales ajenos a De Beauvoir –contextualiza Femenías–. Butler presupone el giro lingüístico, de ahí que considere a la resignificación una estrategia posible. De Beauvoir presupone cuerpos materiales, biológicos, significados por las relaciones estructurales”.

Por su parte, Mirta Lobato cita el texto matriz, con esa idea de la pensadora: “Un hombre no comienza jamás por presentarse como individuo de un determinado sexo: que él sea hombre es algo que se da por supuesto”. “Esa falta de interrogación de los hombres (no como sinónimo de humanidad) los ha llevado a no cuestionarse jamás sobre la ‘naturaleza’ de su poder –agrega Lobato–. De modo que la frase, una idea poderosa, se resignifica hoy porque ninguna identidad sexual y/o de género está anclada en la naturaleza: se hace en el vivir cotidiano, con la educación, los roles atribuidos y las prácticas diarias del ejercicio del poder”.

También, la educadora Beatriz Fainholc sostiene que el sexo con que se nace no es determinante de la vida de una persona pero sí lo es la forma de educación sesgada que desde tiempos inmemoriales, llena de prejuicios irracionales, reciben los chicos y las chicas, aun desde antes que nazcan. “Los padres y la escuela (de todos los niveles) deben concientizarse acerca de estos patrones socioculturales –que incluyen lo político–, para revisar y criticar los estereotipos con los que nos educan y crían. De Beauvoir, pionera en los ‘Estudios de Género’, nos dice ‘no se nace mujer’, sino ‘que se hace’: atención la formación docente", advierte.

La escritora y referente feminista Florencia Abbate, integrante del colectivo de impulsoras de la primera marcha Ni Una Menos (en 2015), suma su voz. “El lema ‘No se nace mujer, se llega a serlo’ fue un puntal en el desarrollo de las teorías sobre la construcción del género. Aunque De Beauvoir no usa esa palabra, dice que ‘no hay ningún destino biológico’: sugiere que lo que hoy llamamos género no depende de la biología, sino que se aprehende y construye culturalmente. Existe una educación de género: la cultura nos inculca la manera en que debemos actuar, comportarnos, pensar e incluso sentir en tanto ‘mujeres’. Hay estudios sobre cómo a las bebas, en la manera de tocarlas y acunarlas se les inscribe en el cuerpo esa ‘sensibilidad femenina’ que algunas personas creen biológica. Pero no es algo innato y esto subraya De Beauvoir”, analiza.

Judith Butler lo retoma en su libro El género en disputa, donde afirma que nada en ese lema indica que quien llega a convertirse en mujer tenga que nacer con un sexo genital femenino. A partir de esa idea fundante, Butler va más allá y muestra ahí que la expectativa de que tenga que existir una correspondencia o coherencia entre el sexo y el género es una expectativa cultural, una norma impuesta que tuvo en la historia lamentables efectos discriminatorios, ya que siempre existieron personas que se identificaban con el género femenino, aunque no nacieran con ese sexo. Los géneros se aprehenden y construyen: no hay ninguna esencia y esto es lo que ilumina esa frase inicial. Por eso también podemos decir ‘No se nace hombre, se llega a serlo’”, plantea y cierra Abbate, autora de Biblioteca feminista: vidas, luchas y obras desde 1789 hasta hoy, donde aborda las trayectorias de ambas autoras, entre otras figuras del feminismo.

De Beauvoir reflexionó lo siguiente en un fragmento de El segundo sexo: “A veces, en el curso de discusiones abstractas, me ha irritado oír que los hombres me decían: ‘Usted piensa tal cosa porque es mujer’. Pero yo sabía que mi única defensa consistía en replicar: ‘Lo pienso así porque es verdad’, eliminando de ese modo mi subjetividad. No era cosa de contestar: ‘Y usted piensa lo contrario porque es hombre’, ya que se entiende que el hecho de serlo no es una singularidad; un hombre está en su derecho; es la mujer la que está en la sinrazón. (...) La mujer se determina y diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, lo Absoluto; ella es lo Otro”

 

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