Siempre se ha dicho que el tiempo es oro;


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@DANTEX

30/11/2020#N74327

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La principal belleza del tiempo es que no se puede desperdiciar por adelantado. Al año siguiente, al día siguiente, la siguiente hora yace lista para ti, tan perfecta, tan intacta, como si nunca hubieras desperdiciado o utilizado mal un solo momento en toda tu vida. Cada hora puede ser un nuevo comienzo si así lo deseas" —Arnold Bennett

Siempre se ha dicho que el tiempo es oro; un proverbio, este, que se queda corto: el tiempo vale muchísimo más que el oro. Disponer de tiempo le permitirá llenar la faltriquera… por lo general. Pero aunque poseyese todas las riquezas de un guardarropas del Hotel Carlton, no podría adquirir para usted ni un minuto más de tiempo que el que me ha sido concedido a mi o al gato que descansa junto al fuego.
. Se despierta usted por la mañana y he aquí que, como por arte de magia, ¡su bolsa está llena con veinticuatro horas del tejido virgen de su universo particular! ¡De su vida! Es todo suyo. Es la más preciada de las pertenencias; un singularísimo bien que le llueve encima de un modo tan singular como él bien mismo.

¡Pero no acaba ahí la cosa! Nadie puede arrebatárselo: es irrobable. Ni persona alguna lo recibe en mayor o en menor cuantía que usted.

¡Para que luego hablen de la democracia ideal! En el reino del tiempo no hay aristocracia de la riqueza ni del intelecto. La genialidad no se ve premiada ni con tan siquiera una hora extra al día. Tampoco existe el castigo. Despilfarre este preciosísimo bien suyo todo lo que guste, que nunca se le privará de él. Ningún misterioso poder sentenciará: «Este hombre es un necio, por no decir un granuja. No merece el tiempo. Séale cortado el suministro». Resulta más seguro que los bonos perpetuos y su cobro es posible incluso en domingo. Además, no puede usarlo de antemano. ¡Imposible endeudarse! Tan solo puede malograr el momento presente; no puede derrochar el mañana, ni la próxima hora: ambos están a buen recaudo.

Le decía que se trataba de un milagro. ¿Acaso no lo es?

No le queda a usted más remedio que vivir con veinticuatro horas al día. Con ellas debe procurarse salud, placer, dinero, contento, respeto y el cultivo de su alma inmortal. Su correcto, óptimo aprovechamiento es asunto de la máxima urgencia y la más viva entidad. Todo depende de ello; su felicidad —¡el escurridizo premio al que todos tratan de echar el guante, amigos míos!— depende de ello… El dinero abunda mucho más que el tiempo. Bien mirado, salta a la vista que el dinero es quizá lo más común que pueda haber. El mundo entero está atestado de él.

Si uno no se ve capaz de ingeniárselas para vivir con cierta cantidad de dinero, intenta ganar un poco más… o robarlo, o sonsacarlo. La vida no se va forzosamente al garete por no poder componérselas con mil libras al año… Pero si no puede apañárselas con unos ingresos de veinticuatro horas al día para cubrir todas las oportunas partidas de gasto temporal, entonces sí que está metido en un buen lío. La provisión del tiempo, si bien es de una regularidad gloriosa, está cruelmente racionada.

Jamás tendremos más tiempo. Tenemos y siempre hemos tenido todo el tiempo que hay. La comprensión de esta trascendente y olvidada verdad —que, dicho sea, no pretendo haber descubierto— es lo que me ha animado a abordar el minucioso estudio práctico del uso cotidiano del tiempo

 

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