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Escrito por
@ROBERTO

23/07/2022#N79577

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Ahora




en este instante agónico




te creo parte de mi universo




como tu astillado nombre de mujer




ese que llegó cuando nunca vino




o retornó en envolturas nuevas




con sus soledades primitivas,




con los harapos de pájaros alucinados




es en esta vigilia infinita




que abrevamos la saciedad de lo imposible,




ahora




unos labios cautivos de otros besos




caen en el precipicio de un sinnúmero de bocas




despliegan la humedad en lenguas extranjeras




esperan para detenerse en el páramo de mi dermis,




arena incandescente en amaneceres fatigosos,




no conocen el sonido de tus pasos




ni la forma perfecta de tus pies




será que no caminaste por este cuarto




sino que ascendiste en algún sueño eterno mío,




ahora




te recuerdo en un lecho de Estambul




con la borra del café cubriéndote la pelvis




iban mis jilgueros picoteando la concupiscencia




de esa piel fresca tantas veces arrinconada,




porque un pétalo parte el cristal de mi ventana




justo cuando he comenzado a irme siendo olvido




la memoria resiste en la penúltima trinchera




hasta que la correntada derrumba una ciudad en celo




arrastra consigo los vocablos de unos versos




se han arrugado los párrafos de tu sonrisa




puede que el cielo se agujeree en el centro de tu mirada




o los dioses dormiten largamente en tus senos




pero ahora




es el único momento en este deslucido tiempo




qué deseo me menciones en el abismo de tus pesadillas




allí donde nunca se hará oscuro el silencio




ni claridad tendrá la sepultura




de los demonios de este averno añejo




podrán llovernos piedras




ser hueca el agua que no regala tormentas




un nombre femenino es mucho más que un verbo




las manos de falanges delgadas rasguñan mi pecho




es otro día en el abecedario de mi inocencia




otro en que reconozco tus rincones labrados de sudor




se ha partido definitivamente el paraíso




asomamos desnudos de codicia y con el hambre a cuesta




ahora son solo cinco disparos que marcan el amor.




Roberto Brindisi



 

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