Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Escrito por
@GABRIELA58

10/08/2022#N79755

0 Actividad semanal
361 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

 A los amantes del tango y de Tita Merello, les dejo este cuento que me ha dado muchas satisfacciones y que mandé hace tiempo a un concurso organizado por la secretaría de cultura de Avellaneda (Tributos). Espero lo disfruten. Abrazo de encuentros.

Tita

   Si no fueras tan pedante, querido, te dejaría en paz. Aquel sombrero que encontramos tirado en un arcón, mal que te pese, sí, aquel que tiene una flor, fue el que usé la noche más feliz de mi vida. Y sabés bien por qué te lo digo. Y ahora, contra tu voluntad, me lo voy a poner,  me voy a pintar los labios de color carmín y  voy a escapar de este orfanato. Sí, voy  a saltar por esa ventana. ¿Qué te pasa che, creés que a mi edad ya no puedo? Vení si querés; si te la aguantás… porque no te voy a permitir una sola impertinencia. Yo ya estoy en camino.  ¿Ves que puedo hacerlo? No es tan difícil.

   El conventillo donde vive mi vieja está acá nomás. Sí, es necesario que vaya. Tengo que rescatarla de esa miseria ¡Pobrecita! ¡Haberme dejado ahí, en ese orfanato de morondanga porque ella no tenía con qué criarme! Estoy dispuesta a rescatarla y contarle que no se angustie, que me espera una vida de reina. Reina de arrabal, pero reina al fin. ¿Vos, altanero, qué estás tratando de insinuarme? ¿A quién le importa si nunca tuve una muñeca?  La vamos a comprar ahora. Mirá, mirá qué feo es ese conventillo. Viven todos amontonados como sardinas en lata... Convivencia demasiado apretada para mi gusto. ¡Escuchá!… ¡Qué ruido a tango mal cantado! Todavía,  a este lugar no llegó la que lo haga vibrar con una milonga. ¿Que soy agrandada? ¿Quién te dio pie? ¡Y allá está ella, entre todas esas camisetas colgadas! ¿La ves?  Allá está mi vieja. Fijate cómo se sorprende. Por suerte viene hacia mí. Bueno, hacia nosotros. ¡No te puedo sacar de encima! 

   Con la boca en pico… ¡Sos jodido!… ¡Tenés que andar diciéndome que pico me sobra!... ¡Como si yo no lo supiera! ¡Y no me quejo de eso!…Con la boca en pico le hago seña de silencio, la misma de las fotos de las enfermeras de los hospitales. Entiende la vieja que no tiene que dar cuentas a nadie y que tiene que dejar de lado ese aire que no se renueva nunca: que una camisa transpirada, que el agua estancada en un rincón, que el humo del cigarrillo de algún gringo y el olor a puchero pasado de fuego…Ahí viene la vieja. Mira de reojo la trifulca que se armó a un costado y que es pura cháchara porque los guapos se desparraman y parece asunto terminado. ¡Bien sabía ella que yo no podía estar en ese lugar! Pobrecita…creía que el orfanato era mejor…Y ahí viene. Y me abraza. Y yo no la puedo soltar. Y antes de que se me escape un lagrimón,  le digo “¡Vamos!”. Larga ese delantal deshilachado que ella usa y me sigue para dejar atrás ese olor a cloacas que ahoga; y patea palanganas y cafeteras que se disputan el piso mugriento. Sí, me sigue. Lo sabía.

   Y sí, ahora ya estamos caminando juntas y esquivando  baldosas rotas. ¿Quién conoce la calle mejor que nosotras? La calle… pero la calle de verdad. Que no me vengan  con exquisiteces. La calle es la miseria, es hambre…de ese que te hace retorcer las tripas…La calle es  el dolor y la enfermedad. ¡Basta de todo ese berretín que se le antojó a la vida para nosotras! Hoy la vamos a burlar porque estoy viviendo tiempo suplementario y no le hice mal a nadie .Así que ahora me toca ser madre de mi vieja; pongámosle que para aliviarle el dolor de la pobreza. Hoy le voy a demostrar que no es necesario hablar con distinción para ser feliz. ¿Qué decís, querido? Mirá si le voy a andar diciendo que  trabajé de sirvienta; tampoco que hice de peón de campo. Eso ahora se pasa por alto. Crucemos la calle. Ah...yo sabía que mi vieja  iba a sonreír. Si tenemos la juguetería a mano... ─Deme la más bonita, la que tiene carita blanca y pelo negro…Ésa…ésa  que está en vidriera─. El juguetero está sorprendido. Se ve que para él, la morochita no es la más linda. Si él supiera lo que podemos lograr las morochas. Me importa un bledo lo que él crea. Lo único que sé, es  que ésta es la muñeca más linda que tuve en mi vida y que ahora la paseo por la calle con orgullo. Y vos, engrupido, no me vengas con que nunca tuve ni una muñeca morocha, ni una rubia, ni pelada. Ya te dije, que si no fueras tan soberbio, te dejaría en paz pero estoy dispuesta  a arrinconarte si es necesario.  No vengas a deschavarme ahora…Ésta es mi infancia… ¡No me lo digas!…No necesito que me aclares que es la que nunca tuve, gil…

   Mirá a la  vieja… se para frente a otra juguetería y me relojea  con temor como preguntándome si me voy a comprar una más. ¡Y dale, entrá! Le tengo que gritar a la pobre. No sabe qué hacer conmigo.

Y ahora vamos caminando  las dos, con una muñeca cada una. Estamos felices. Se ve que ella no tuvo una buena infancia. ¿Y para qué amargarse? ¿No estamos bien así ahora?

   Llegamos hasta la calle Corrientes y le señalo cuál va a ser nuestra precaria vivienda. Para empezar, va a estar bien. Un tiempito nomás. Al menos, vamos a vivir juntas. ¿Y el conventillo? me pregunta. No, basta de conventillos, aunque yo voy a volver. ¿A volver? Sí, a uno de cartón en donde voy a ser más famosa que Gardel. ¡Y quién me lo va a negar! Por lo menos, voy a estar casi a su altura… Ahora caminá vieja, caminá conmigo. Burlemos al sufrimiento que lo que se viene tiene sabor a triunfo. Caminá como quieras, vieja. Zarandeá la cadera que nos comemos el mundo. ¿Qué somos chuecas? Que nos silben… ¡Me importa un pepino!…Hay que jugársela a cara o cruz  porque si te parás se te viene el mundo encima  Vamos a entrar a ese bar. Si querés, vieja,  pedite una ginebra y fijate cómo se emboban todos cuando paso yo. Y vos querido soberbio,  dejame tranquila. Esto que estamos viviendo acá, me lo gané de frente a la vida, y no voy a andar detallando  todo lo que tuve que sufrir… …Mirá la cara de asombro que tiene mi vieja…y si todos se callan cuando entro, y ni te digo si intento carraspear y entonar algo para calmar a estos hombres sedientos de morochas poco agraciadas y con pinta de malevo…Fijate vieja, al pelado de la orquesta lo tengo loco ¿Viste  que a la vida no hay que temerle? Soy pecadora ¿Y qué?  ¿Sabés a cuántos voy a hechizar con esta pinta de nada? ¡Va a ser para alquilar balcones!  Y voy a ganar guita y fama por trabajar en cabaret, ser puestera y obrera también… ¡y hasta curandera!… ¡Qué más querés, vieja! ¡Y todos me van a gritar: Volvé, mi negra! ¡Y vos, engrupido, hacete a un lado! ¡Siempre estás mostrando la hilacha! Te empecinás en hacerme creer que un sólo hombre no me dijo “¡Volvé, mi negra”! No le creas vieja… que con este sombrerito que tengo puesto  conquisté a un amor; y que Dios te guarde.

    Y éste, mi  recuerdo compadrito, me quiere atormentar con ese asunto de que aquel hombre que tanto amé me abandonó por otra, aunque  yo lo sienta más cerca que nunca. Está acá, en mi corazón. ¿Para qué me iba a gritar “volvé, mi negra” si yo nunca me fui de su lado? Lo tengo conmigo. Lo palpito todas las noches. Yo lo sé y lo voy a llevar en el cuerpo, a pesar de que éste, agazapado en mi memoria, quiera destrozarme cada madrugada. Es la lucidez de mis noventa años que me juega en contra; pero por suerte todavía conservo la fantasía y la imaginación, que al alba se baten a duelo con este maldito recuerdo, y me ayudan a reinventar mis malos momentos. ¿En qué  lugar de mi cabeza estás? ¿En qué parte se aloja un recuerdo, che? No importa dónde estás… Yo te arrincono con el alma y te arruino tus malas intenciones de marcarme todo al detalle. Yo, entre estas sábanas, puedo volver con tranquilidad a mis mejores tiempos. ¿Para qué morir de pena? Y a vos, recuerdo burlón y compadrito, no te quiero poner en un apuro pero… ¿no sabés, grandulón, que la vida es un espectáculo y que cada uno la ve cómo quiere?

   Y ahora vení. Vení conmigo, altanero. Vení, no tengas miedo. Acompañame, dale, che. Sin miedo, te dije. Que ya va siendo hora, y esta calle  se nos está haciendo demasiado finita.

GV

 

Comentarios

@GABRIELA58

10/08/2022



Recuerdo que me puse en su piel. Mujer valiente Tita.  
@CIELO56

10/08/2022

Ay gabriela que hermosura esto que escribiste.se me nubla la vista,porque tu pintura me recuerda a mi vieja,a mi querida vieja.con una infancia llena de agujeros,pero llena de amor para sus hijos. Que lindo cuento gabriela,gracias por compartirlo.  
@GABRIELA58

10/08/2022

Muchas gracias a vos por tu tiempo paracleerlo. Me alegra mucho que te haya gustado @cielo56  
@GABRIELA58

10/08/2022

Muchas gracias a vos por tu tiempo para leerlo. Me alegra mucho que te haya gustado @cielo56  
@MARIANALAURA

10/08/2022

Gracias!! Tita, una grande de las de antes, de esas que venían de abajo y no querían parecer otra cosa, y que siempre se recuerda.  
@LIANABE

10/08/2022



Felicitaciones  Gabriela  por  tu  escritura,    tan  vívido  cada  paso  y  original   enfoque ....!!!   

    Lo publicaste?     Merece  un  premio  !! smiley  
@GABRIELA58

10/08/2022

Así es @MARIANALAURA. Tremenda vida la de Tita!!!  
@GABRIELA58

10/08/2022

Así es @MARIANALAURA. Tremenda vida la de Tita!!!  
@GABRIELA58

10/08/2022

Gracias@LIANABE! Sí...obtuvo el primer premio. Muchos mimos para mí con edte cuento. No lo publiqué todavîa. Es un proyecto para todos los cuentos que han obtenido premios y que ya no se pueden enviar a concurso. Gracias por tus palabras y por tu tiempo. Abrazo.  
@GABRIELMAX

11/08/2022



Notable pintura de una mujer Unica que amamos. Parecia un relato propio de Laura bah digo Tita de Buenos Aires tras habernos cantado Ciruja o LLamarada.

Me encanto tu cuento.Me hizo rememorar Mishiadura en Aries del Gran Isidoro Blaisten.

Por su verba y el recuerdo tambien de la Morocha eterna la Gran Tita 

Salud y muy bueno el cuento.  
@GABRIELA58

11/08/2022

Muchas gracias @GABRIELMAX. Me alegro que lo estén disfrutando. Ésa era la idea. Abrazos.