A propósito de las hormigas y el jarro


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@URU

16/02/2023#N81580

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Reflexiones, una tarde de lluvia en vacaciones

Hacía tiempo que quería hacer un comentario sobre esta nota, que cada tanto es subida en la página y que postergaba. “¿Quien sacudió el jarro?” es ya tan citada como otrora “La rana y el escorpión” y muchas otras análogas, instaladas y repetidas en diferentes ámbitos y foros. Configuran una multiplicidad de fábulas y analogías de comportamientos de diferentes animales, que comparten un mensaje final o moraleja: las enseñanzas de la naturaleza. Enseñanzas para quienes? Para nuestra particular especie humana. Conllevan en tal sentido un gran atractivo, que es la simplicidad de remitirse a “lo natural” como el eje conductor de las formas “esperables” de comportamiento.

Sin embargo, la especie humana (para bien o para mal) presenta particularidades que la distinguen claramente de las otras, en su particular relación de comportamiento entre lo individual y de raíz natural con lo social. El zoon politikón de Aristóteles, es una expresión que sintetiza esa relación. Un gran pensador del siglo XIX, Karl Marx, discutió con los “clásicos” (fundamentalmente Smith y Ricardo), la “naturalización” de las relaciones planteadas en sus escritos, poniendo de relieve el carácter fundamentalmente social, transitorio e histórico de los comportamientos humanos. Otro gran pensador, Sigmund Freud, también planteó claramente la diferencia entre los “instintos” de los animales y las “pulsiones” de nuestra especie. Son algunas referencias entre muchas, que podemos rescatar y que remiten esencialmente a lo “pensado” y “construído”.

Ahora bien, si no tenemos comportamientos que nos remitan fundamentalmente a lo “natural”, o dicho de otra manera, si lo social “modela” nuestras acciones y pensamientos, ¿cual es la utilidad de establecer analogías que parten de su naturaleza, valga la redundancia? Yendo al ejemplo de las hormigas, el sacudir el jarro es una acción externa a la voluntad de las mismas que las sacan de su cauce, de su relación armónica y natural. Vayamos ahora al comportamiento humano, ¿donde está el cauce natural, o quien sacude el jarro? Son los propios humanos que a lo largo de la historia sacudieron sus entornos, en condiciones cambiantes y bajo circunstancias siempre transitorias y sujetas a relaciones de poder y correlaciones de fuerza. Las relaciones sociales según nos ha mostrado la historia, contienen intrínsecamente elementos conflictivos y concordantes en dosis cambiantes entre diferentes sectores. Vayamos a uno de los ejemplos de la nota citada, de gran vigencia en la actualidad: hombres y mujeres. Son abrumadoras las relaciones que nos han atravesado, contenido y vinculado en diferentes circunstancias, desde siempre, fundamentalmente los lazos amorosos. ¿Como prescindir de ellos? Pero no podemos desconocer también, los cambiantes vínculos de poder, que nos han condicionado en formas dominantes y más o menos aceptadas socialmente en sociedades patriarcales. Otro ejemplo planteado: izquierdas y derechas. Más allá de sus precisiones (tema no menor), existe amplia evidencia que representan intereses contrapuestos, o por lo menos divergentes entre sí. ¿Dónde está el elemento externo que cambia un rumbo armónico? La convivencia entre los sectores de referencia ha sido cambiante y bajo algunas circunstancias, más ó menos violenta en la historia. Los factores “exógenos” al vínculo pueden haber condicionado y muchas veces configurado en detonantes de cambios, pero no marcan un umbral de relación. Lo elementos “endógenos” y “exógenos” comparten allí responsabilidades, o dicho de otra forma, el jarro es sacudido desde dentro y fuera en condiciones cambiantes.

Es entendible que se plantee un “deber ser” que busque armonías allí donde no las hay. En lo personal, no creo en destinos predeterminados ni trascendentes, que nos conduzcan a algún futuro promisorio. Somos lo que construimos y para cambiar la realidad, si no nos gusta, debemos entenderla tal como es. Entre el orden natural y nuestra especie ha existido y perdura un gran paréntesis: la historia de la humanidad.

Moraleja: Dejemos a las hormigas viajeras construir sus caminos y entendamos nuestros vínculos en su propia complejidad, que es mucha y sujeta a múltiples determinaciones.

Saludos

 

PD: Creo que la dejé picando….. Uru: ¿No tenés otra cosa mejor que hacer en vacaciones que pensar en las hormigas?

 

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