EL CINE DE MI BARRIO

Juan Artigas y San Mateo son dos calles del barrio de Belvedere de Montevideo, ambas de una sola cuadra, paralelas entre sí.

El frente del Cine Copacabana estaba por la primera y el fondo por la otra.

En San Mateo “los botijas” jugábamos siempre al fútbol.

Es una calle que no lleva a ningún lado, casi un callejón.

Lo malo era la pendiente que reflejaba inequívocamente que estábamos en la subida de “La Cuchilla”.

En mi casa decían que ir al biógrafo seguido dejaba a uno bobo y me permitían ir una vez al mes, pero el tema era económico.

Las matinés tenían cuatro películas.

La última era la buena que, después de estrenarse en el Centro, recorría otros cines hasta llegar al mío, y yo, ese circuito, lo tenía bien calculado.

Quería ver siempre todas las cintas, pero sin plata había que darse maña.

El fondo del Copa, que como dije daba a San Mateo, tenía baños, una salida con puertas de vaivén y una cortina de hierro tipo acordeón que dejaba espacios entre las barras, lo que, contorneándose un poco y no siendo muy cabezón, daba para colarse.

El domingo de tarde empezábamos con un partidito y entre la segunda y la tercera película, uno por uno, disimuladamente, nos mandábamos para adentro.

Antes, le pedíamos permiso a una vecina y, haciendo fila, nos refrescábamos con el agua de una canilla de su jardín.

El último dejaba la pelota escondida entre las plantas que, a la salida, volveríamos a recoger.

 

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