En busca del arcoiris


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Publicado por
@MAARCIA

06/03/2006#N8387

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¿Has dedicado alguna vez, amiga lectora, amigo lector, parte de tu tiempo a buscar, a "cazar" un arco iris, o lo que es lo mismo, ir sin reparos en busca de tus sueños?
Era niño cuando mi abuela materna. Esa sabia mujer a la que tanto debo, me hablaba del arco iris y me decía que en el lugar en que nacía o terminaba, éste se traga a las personas. "Cosas de vieja chocha" me dijo alguien alguna vez, pero yo lo perseguía por solares desiertos y campos verdes de la lejana tierra mía porque muy en el fondo quería fundirme con él, pero sin lograr jamás llegar a su nacimiento o a su fin, como tú quieras llamarlo.
Y regresaba a casa y ella me decía: "Hijo, el arco iris siempre está más lejos de lo que tú crees, pero no ceses de perseguirlo y algún día lo alcanzarás". Me hice adolescente y luego hombre, pero jamás dejé de lado esa carrera ilusionada tras el arco iris, así como jamás he abandonado los consejos de mi abuela que hace tantos años ya alcanzó un día su propio arco iris.
Desde entonces, ella y él se confunden mientras yo seguí y sigo esforzándome por alcanzar mi propio arco iris, acaso porque en el fondo jamás he querido dejar de ser niño, pues si así fuera perdería mi capacidad de soñar, de ilusionarme, de pensar que acaso un día, cuando yo me haya fundido entre sus siete colores, este mundo nuestro será uno de paz en el que reinen la comprensión, la amistad y el compañerismo, un mundo en el que no necesitemos llorar a quienes son víctimas inocentes de la barbarie del hombre.
Y lo he presenciado y amado en todos los escenarios de la Tierra: en los Andes, y me ha parecido que además de sus siete colores huele a maíz tierno y tiene rumor de quenas y charangos, pero también de cuatros y tambores; lo he visto en la selva amazónica y su estructura parecía apoyarse en los árboles inmensos que se elevan para agradecer a Dios el hecho de que el hombre aún no ha llegado a sus confines; lo vi en el mar, sobre la agitada superficie de las olas mientras trataba de ser el equilibrio perdido; le vi por doquiera que fui: en América, Europa, África, Asia y Oceanía. Lo vi florecer una tarde sobre la cumbre del Kilimanjaro y otra sobre las ruinas soberbias de Ankhar Bath en las selvas de Tailandia; lo vi luego en las majestuosas montañas que rodean a Machu Picchu y también en medio del silencio doloroso que envolvía a los supervivientes días después de la tragedia de Armero. Pero principalmente lo he visto en la mirada inocente de los niños de todas las latitudes y en la de los ancianos de paso pausado que buscan cobijarse de los fríos de la edad en los parques de todas las ciudades del mundo, sin embargo, ninguno de esos era "mi" arco iris.
Entonces, seguí buscando y alguna vez creí encontrarlo, pero sólo para darme cuenta que no había sido sino un espejismo. Y continué mi búsqueda, pero no con la avidez de aquellos que van tras un tesoro perdido, si no con la serenidad que los pasos de Jesús, el Pescador de Galilea, tuvieron al recorrer los caminos de Tierra Santa en su ruta hacia el Gólgota.

Y esa búsqueda, amigos míos, ha tenido su recompensa, porque al final he comprendido que el arco iris del que me hablaba mi abuela está en nuestros corazones desde siempre, pero sólo llegamos a él cuando encontramos a esa persona especial que nos ha estado destinada desde tiempos inmemoriales y que fundirnos con él para pasar a ser parte de sus siete colores no es otra cosa que entregarnos al amor y caminar junto a la persona amada el sendero no siempre simple que nos lleva a la felicidad del Puerto Blanco en el que todos los humanos deseamos dejar la barca de nuestras vidas cansadas de navegar por los mares tormentosos de la existencia.
Hoy, al filo de mis 54 años, cuando he hecho carne el consejo sabio de "no decir jamás lo que no pienso, no prometer jamás lo que no podré cumplir y no dejar pasar jamás la oportunidad de expresar lo que siento", declaro ante ti que por fin siento que he alcanzado mi arco iris y que al lado de esa persona dulce y diferente espero poder fundirme entre sus colores mientras ambos, con paciencia y madurez llenas de esperanzas nuevas, comenzamos a transitar el sendero que lleva a un horizonte no muy lejano llamado felicidad, sabiendo que si persistimos en nuestro empeño y reforzamos día a día la ilusión que hoy nos impulsaa profundizar nuestra amistad, llegará el momento en que sin dejar de ser dos seres con su propia individualidad, pensamientos, gustos e intereses, seremos uno solo y nos fundiremos en nuestro propio arco iris para pintarlo por siempre con los mil colores del amor.
Y si tú aún no has encontrado tu propio arco iris, no cejes en tu empeño, sigue buscando, sigue soñando y al fin, un día cualquiera, llegarás a él.

¡Así sea!

 

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