Una experiencia religiosa (nada que ver con Enrique Iglesias


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@OLIVOSCITY

17/05/2006#N9741

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El Código Da Vinci
Una experiencia religiosa

El polémico best seller de Dan Brown llegará el jueves al cine con toda su pesada carga de enigmas que cuestionan, desde la ficción, la historia oficial del cristianismo

Ni el mismísimo Dan Brown hubiese imaginado un juego entre la realidad y la ficción tan aproximado a las teorías conspirativas sugeridas en el libro que terminó haciéndolo multimillonario como cierre de la vigilia cinematográfica más ansiosa y llena de controversias de los últimos tiempos. El miércoles próximo, "El Código Da Vinci" dejará de ser un misterio custodiado hasta aquí con el mayor celo desde Hollywood, cuando se exhiba en carácter de estreno mundial, para inaugurar el Festival de Cannes, en una asombrosa coincidencia temporal con la beatificación del fundador del Opus Dei, el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer, que tuvo lugar en Roma el 17 de mayo de 1992 como paso previo a su canonización por el papa Juan Pablo II (quien lo proclamó modelo de santidad) diez años después.

Al día siguiente, el film se estrenará en la Argentina, como parte de un plan ya habitual para este tipo de producciones de gran magnitud y que en este caso hará "que el 90 por ciento del planeta pueda verlo en un lanzamiento casi simultáneo", según dijo Jeff Blake, vicepresidente de Sony Pictures, responsable de la distribución mundial de una película que en 146 minutos procurará condensar las 557 páginas del mayor éxito editorial reciente.

El Opus Dei, precisamente, está en el centro del best seller de Brown, un thriller histórico-religioso que lleva vendidas 40 millones de copias desde que se publicó en 2003, y cuyo punto de referencia fundamental es la afirmación de que Jesús fue en realidad un hombre común y corriente que se casó con María Magdalena, tuvo hijos con ella y estableció una descendencia que llega hasta nuestros días.

Ese secreto que logró perdurar 2000 años corre peligro de ser revelado a partir del asesinato de Jacques Saunière, un experto curador de museo. Le corresponderá a la nieta de éste, una criptóloga llamada Sophie, y al especialista en simbología Robert Langdon descifrar una serie de claves y enigmas entrelazados con la obra de Leonardo Da Vinci para hallar una explicación para algo que debe mantenerse oculto a cualquier costo, aún con los métodos más cruentos. Esa tarea, según Brown, está a cargo de una "poderosa e influyente organización católica" (desde el comienzo del texto identificada con el Opus Dei) que se mueve en las sombras.

"No leí el libro, sólo lo estuve hojeando un poco porque no tengo tiempo para perder en novelitas escritas para gente desprevenida. Lo que dicen de nosotros no nos inquieta porque ya estamos acostumbrados a esas cosas que sólo nos provocan risa. Pero lo que me duele de verdad es la sucesión de delirios grotescos contra Nuestro Señor Jesucristo y contra la Iglesia. De nuestra obra digan lo que quieran, pero no insulten nuestra fe", acaba de señalar la máxima autoridad mundial del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, en una conversación con el autorizado vaticanista Vittorio Messori publicada anteayer en el Corriere della Sera.

En esa nota se afirma que, según varios trascendidos, Sony Pictures habría decidido adoptar una posición de extrema prudencia, eliminar toda mención expresa al Opus Dei y recurrir en cambio a referencias imprecisas acerca de una "oscura secta". Pero Messori sostiene que también están quienes juran haber visto tramos del film en los que se invoca a la obra con nombre y apellido.

Debates apasionados

Los debates y las controversias que se sucedieron desde entonces no hicieron más que fortalecer el potencial previo en la taquilla de una producción en la que se combinan el interés que siempre despierta en el público todo tema cinematográfico ligado a la religión con ribetes controvertidos (como ocurrió dos años atrás en el caso de "La Pasión de Cristo") y esa natural expectativa, similar a la que despierta cada nuevo film de Harry Potter, por saber cómo interpretará el cine un libro leído y discutido hasta el cansancio y con mucho apasionamiento.

Para llevar adelante este propósito, Sony Pictures contó con un envidiable presupuesto de 125 millones de dólares, seis de los cuales se destinaron a comprar los derechos de la obra. De esta manera, el cine logró aquéllo que la televisión no pudo, ya que Dan Brown se negó a apoyar la propuesta del productor Joel Surnow, cuya intención era inspirarse en el libro para narrar la tercera temporada de la serie "24".

Una vez asegurada la llegada a la pantalla grande se convocó a un equipo que pareció elegido sobre todo por una cuestión de confiabilidad y comandado por el director Ron Howard ("Apolo 13", "El rescate", "Cocoon", "Willow" y "Ed TV"), el productor Brian Grazer y el guionista Akiva Goldsman, todos ellos además responsables en conjunto de "Una mente brillante".

Ellos lograron un triunfo tempranero al asegurarse la autorización del Ministerio de Cultura francés para filmar en un lugar clave como el Museo del Louvre (tomas complementadas con una reconstrucción de varias galerías en los estudios Pinewood, de Londres, los mismos en que se ruedan los films de James Bond), no se amilanaron cuando las autoridades de la Abadía de Westminster rechazaron un pedido similar (se recurrió como sustituto a la catedral medieval de Lincoln, a tres horas de Londres) y se aseguraron un reparto internacional de fuste encabezado por una figura tan amistosa y taquillera como Tom Hanks.

"Me parece que las cosas se tomaron demasiado en serio. Siempre creímos que había un segmento del público que hubiese querido que esta película no se hiciera, pero se trata de una historia divertida, llena de sinsentidos, algo que jamás daña a nadie", dijo Hanks, que encarna en el film a Robert Langdon, al diario londinense Evening Standard. Junto a él aparecen en los papeles protagónicos clave los británicos Ian McKellen (como el manipulador sir Leigh Teabing), Paul Bettany (en el personaje clave del monje Silas) y Alfred Molina (a cargo del intrigante obispo Aringarosa), y los franceses Audrey Tautou (Sophie) y Jean Reno (el capitán de la policía Bézu Fache). "Dan Brown me dijo que Fache estaba inspirado en mí", dijo Reno, quien pintó el clima entero que pareció rodear a la producción en el momento en que se hizo el rodaje en el Louvre. "Había allí una sensación casi religiosa en el ambiente y una luz tan tenue que teníamos que abrir bien los ojos para ver las pinturas", señaló el actor.

Fuera de los sets, el sentimiento religioso frente a la inminencia del estreno adquirió otras resonancias. A falta de un pronunciamiento explícito de la Santa Sede, distintas voces se escucharon para plantear reparos frente al film, pero con matices dispares que van desde la ofensiva de grupos cristianos en Bombay que marcharon por las calles y quemaron copias del libro para reclamar al gobierno indio la prohibición del film hasta la iniciativa de la Conferencia Episcopal filipina de entregar a los fieles una guía impresa con refutaciones del texto.

Resultó a la vez muy fuerte el pronunciamiento del cardenal nigeriano Francis Arinze, responsable en el Vaticano de la Congregación para el Culto y los Sacramentos, quien en un documental de 25 minutos titulado "«The Da Vinci Code», a Masterful Deception", dijo que los católicos "no deben quedarse con las manos cruzadas, resignados a perdonar y a olvidar" y sugirió que hay recursos legales para lograr "que algunos respeten los derechos de los demás". Su colega Tarcisio Bertone, arzobispo de Génova, se preguntó qué pasaría "si Dan Brown escribe un libro similar, pero sobre Mahoma", y el cardenal francés Paul Poupard, suerte de ministro de Cultura de la Santa Sede, se lamentó: "Muchos legos no tienen el conocimiento religioso suficiente para distinguir entre la realidad y la ficción".

Y no faltan propuestas más ligadas a la realidad cinematográfica como la de Act One, firma norteamericana que brinda consejo y asesoramiento a quienes tienen convicciones cristianas y trabajan en la industria del espectáculo, cuya iniciativa es invitar a sus seguidores a concurrir masivamente al cine el próximo fin de semana para ver el film animado "Vecinos invasores" -que también se presentará en Cannes- y desplazar así a "El Código Da Vinci" del primer lugar en las recaudaciones. La respuesta hasta aquí es un enigma, uno de los tantos que -ahora en el cine- se develarán bajo el signo de "El código Da Vinci" en pocos días más.

Por Marcelo Stiletano
De la Redacción de LA NACION

 

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