La era del hielo II (cuento)


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@EDGARDO20008

12/04/2013#N43142

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La era del hielo II (cuento)

 

Después de un par de días de navegación rodeado de témpanos y bandejones de hielo y avanzando a velocidad reducida, arribamos por fin a la primer base antártica,”Base de Ejército Gral. San Martin” una de las más antiguas instaladas en la península Antártica, las bases antárticas están regenteadas desde siempre por las tres fuerzas armadas, cada fuerza armada administra una o más bases antárticas. Por la inexistencia de muelles, todos los traslados de personal y carga desde el buque hasta tierra y viceversa se debe efectuar con helicópteros, tal era nuestra misión.

La distancia del vuelo depende de cuan cerca de la base se puede aproximar el rompehielos, en este caso solo pudimos acercarnos a unos 15 kilómetros, el resto era un bandejón de hielo partido pero muy compacto y en movimiento, similar a cuando uno mezcla las fichas de un dominó, solo que en mayor cantidad, formas irregulares y bastante más creciditas, lo que significaba que ante un descuido podía llegar a atrapar al San Martin como si fuera una gigantesca tenaza.

 

Cada vuelta completa duraba casi 15 minutos, las vueltas se debían a que debíamos ir y volver constantemente y sin aterrizar llevando carga suspendida dentro de redes que nos preparaban en la misma cubierta de vuelo, finalmente haríamos el relevo del personal, los que salían luego de todo un año en la base y los que entraban a cumplir con ese tiempo de permanencia.  

Los helicópteros con los que contábamos eran Bell UH1H monoturbina, con capacidad para dos pilotos y once plazas o unos 900 kilos de carga externa (suspendida), no tenían equipos de flotación de emergencia y nosotros no contábamos (ni sabíamos lo que eran) con trajes anti-exposición. Solo disponíamos de unos chalecos salvavidas inflables a los que les faltaba la capsula de inflado automático, en el caso de ser necesario deberíamos inflarlo con nuestros pulmones soplando a través del pico que a tal efecto  sobresalía del chaleco a la altura del cuello.

El que yo no conociera siquiera la existencia de trajes protectores ante una eventual caída al agua es producto de la comúnmente usada “táctica bíblica militar” de “No deseareis lo que ni siquiera sabéis que existe.”

En la realidad y en el caso extremo de una no deseada inmersión, y si resistíamos el shock térmico inicial, nuestra supervivencia, por la temperatura del agua estaba estimada entre cinco y ocho minutos, si bien algunos libros de supervivencia hablan de mayor tiempo, algunos años más adelante pude comprobar la dura realidad.

 

El agua era aún más cristalina que la que sale normalmente del agua de las canillas, eso potenciado por la luz que reflejan los hielos que están sumergidos, permite observar el “fondo” con una claridad increíble, de esa manera se puede ver cómodamente la fauna marina comenzando por los cientos de pingüinos y hasta las orcas, que suelen coordinar complicadas maniobras para lograr alimentarse de los primeros, si bien no es un espectáculo para ver muy seguido por lo sangriento, hay que respetar el equilibrio alimentario de esas especies.

Desde el helicóptero se puede observar a las orcas muy bien ya que nadan muy cerca de la superficie, su tamaño es tan considerable y su desplazamiento tan imponente que es de desear que siempre estén sin hambre y de muy buen humor.

La meteorología en la Antártida es por demás muy especial y no parecida a nada de lo habitualmente conocido, el punto fundamental es la increíble velocidad en la que cambian los escenarios, desde un sol radiante y sin viento se puede pasar en solo 20 minutos a un viento de más de 100 kph, lo que produce que se levante la nieve del suelo y se genere el conocido “viento blanco” que reduce la visibilidad a cero metro, acompañado todo esto de una caída de la sensación térmica de 30 o 40 grados.

Faltando ya solo un día de trabajo (vuelos) para concluir con el relevo y reaprovisionamiento de la Base San Martin, tuvimos el primer “cruce” con la meteorología.

En poco menos de 10 minutos, el viento comenzó a soplar en forma muy intensa y de una dirección que dificultaría nuestro regreso al rompehielos, combustible teníamos pero no nos sobraba como para hacer un intento de llegar al buque y regresar a la base en tierra si no conseguíamos aterrizar, así que decidimos aterrizar en la base y asegurar el helicóptero lo mejor posible a fin de proteger las partes esenciales como motor y rotores.

Una vez aterrizados en la base, detuvimos la turbina y nos dedicamos a protejer el helicóptero, quitamos la batería de arranque para evitar que se congelara y la ingresamos junto con nosotros en la “casa habitación” de la base, así se le llama para diferenciarla de otras instalaciones “técnicas o de depósito”.

El rompehielos nos comunicó por radio que abandonaba su posición y comenzaba a alejarse del gran bandejon de hielo hacia aguas abiertas a fin de no quedar atrapado si este comenzaba a moverse por efecto del viento.

La sensación que sentí cuando escuché por radio que el barco comenzaba a alejarse no era de las más agradables pero no había otra solución.

La base en si estaba construida íntegramente de madera, salvo el techo por fuera que era de chapa y tenía en su interior solo estufas a kerosene para su calefacción, no obstante como los paneles de madera tratada ignífugamente eran dobles y en algunos lugares hasta triples y comparada a la temperatura exterior, pudimos quitarnos los abrigos y quedarnos solo con el pulóver antártico.

Los tubos de gas que habíamos bajado en buena cantidad durante los últimos días, se utilizaban solo para calentar agua para higiene y para la cocina, el kerosene bajado en tambores color naranja de 200 litros cada uno (“antártico” con anticongelante incluido) se utilizaba para las estufas y para el motor del generador de corriente.

Ya que estaba, traté de interiorizarme con el trabajo que desarrollaban allí durante todo el año que debían estar, así que  luego de escuchar una larga lista de tareas que se dividían entre los integrantes de la dotación, llegué a la conclusión que la misión, además de la permanencia patriótica, era tratar de sobrevivir todo un año (12 meses, 365 días) con los elementos con los que contaban y nada, absolutamente nada más.

De hecho no me quede convencido de la triste conclusión a la que había arribado, así que lo dejé para tratar de averiguarlo mejor más adelante.

El viento afuera era serio, salir en esos momentos era igual a no regresar, todos me dieron al pasar diferentes consejos, sugerencias y advertencias, la que más recuerdo fue la de que “…en el exterior no tocar ninguna superficie metálica sin guantes”, el objeto podía estar en 30 o 40 grados bajo cero y al tocarlo sin guantes se puede congelar instantáneamente la humedad de mi piel, esta se adhería a la superficie del objeto y… ahí quedaba mi mano….por un segundo me imaginé moviendo los comandos del helicóptero con un garfio.

Una hora después todo seguía igual, así que yo estaba sentado escuchando cientos de anécdotas antárticas, se me ocurrió entonces preguntar donde estaba el baño, me miraron algo serios y me comunicaron que al fondo de la instalación había unos “tachos” destinados a ese “efecto”, ya que el baño “principal” no se podía utilizar en estas condiciones debido a que no se encontraba allí mismo sino que se trataba de una “instalación” a unos 20 metros de la casa habitación, pero que ir hasta allí podía llegar a costarme la vida….y no hablaban en broma.

Me mostraron por la ventana de vidrios dobles, la ubicación del baño “principal”, efectivamente se trataba de una casilla de madera con techo de chapa de algo más de un metro de lado, afirmada por varios cables de acero a las rocas adyacentes y colocada sobre un puente del ancho de la misma casilla que estaba sobre un curso de deshielo congelado en esos momentos.

El solo hecho de ver como se movía por efecto del viento me convenció de dirigirme hacia los tachos del fondo….con los guantes puestos…por cierto, estaba convencido a no tocar ni una puta cosa más sin guantes…

Dos horas luego de comenzada y como por arte de magia la tormenta cesó por completo y se pudieron hasta ver rayos de sol, el rompehielos anunció que regresaba a su posición anterior y que cuando pudiéramos reiniciáramos el trabajo, yo aproveché a tomarle una foto al baño “principal” de recuerdo, con la seguridad que por aquí no volvería nunca más en mi vida…..”Nunca digas nunca….”

Miré la hora en mi reloj eran las 1.20 de la madrugada, como si no sintiera del todo la sensación de estar en otro planeta, siempre había luz, la noche no existía, al menos durante el verano.

Terminamos el trabajo y partimos hacia el barco por última vez, me conmovió ver la cara de los que se quedaban todo un año sin contacto alguno con otros seres humanos y en una villa de emergencia rodeada de hielo, aunque pensé para conformarme que (al contrario de mi caso) eran todos voluntarios, así que saludamos con las luces de aterrizaje y nos alejamos con destino al rompehielos.

 

De allí y en unas horas de navegación nos informaron que debíamos prepararnos para un vuelo solo, ya que las intenciones del comandante conjunto antártico y del segundo comandante del buque era desembarcar en helicóptero en una base de los Estados Unidos como parte de las visitas de cortesía que normalmente se hacen.

Sorprendido pregunté, como de Estados Unidos?, donde está esa base?, en nuestro territorio?

Allí comprendí varias cosas, la inexistencia del “sector antártico argentino”, la existencia del sector antártico “reclamado” por argentina, la internacionalidad del continente antártico y la pluralidad de naciones que tienen sus bases justamente instaladas en el sector que casualmente también reclamamos los argentinos.

De esa forma conocí, solo en esta campaña, una base americana, la chilena, un par de bases inglesas, dos bases rusas y una polaca., si bien las visitas a las bases eran cumplimentadas por las autoridades del buque, como piloto, tenía la oportunidad de conocerlas también.

Allí completé el misterio que había surgido en la base San Martin sobre qué era lo que hacían durante una año completo, todas las bases extranjeras poseían equipos científicos y de comunicaciones por demás avanzados y complejos, lo mismo que el confort con el que contaban era digno de notar, entre los que se pueden mencionar de las diferentes bases: billares, gimnasios muy completos, baños saunas, canchas de bádminton, ping pong, billares, juegos electrónicos (flippers), bares y hasta un corredor extremadamente muy cuidado que se transformaba un par de veces por semana el cancha de bowling.

Se dedicaban a la investigación científica seria, meteorología, comunicaciones, medicina, flora, fauna y geología, ya que no tenían que perder tiempo en dedicarse a sobrevivir.

Algunas bases como la americana y polaca contaba con personal civil, el resto de las bases mixto o únicamente militar.

Habría más que contar pero me temo que es nacionalmente amargante, solo agregar que, si lo describimos filosóficamente, deberíamos decir que el lema antártico argentino sería: “Caminaremos por el hielo en pelotas porque nosotros somos machos argentinos”.

 

Luego de visitar la base de los EEUU partimos con destino a la argentina “Base de Ejército Primavera”, pero en ese ínterin navegamos por aguas abiertas en el Mar de Bellingshausen y el barco se comenzó a mover algo, me sorprendió pero, no me sentí mal, ese día tocaba baño comunitario, así que no era cuestión de desaprovecharlo y aún más luego de todo lo que habíamos volado.

El recinto del baño tenía unos 8 por 4 metros con varias duchas sin divisiones entre si y muchos pasamanos de sujeción pintados de blanco, a la hora señalada todos los oficiales del buque, menos los que estaban cumpliendo tareas de navegación, estábamos formando fila para entrar, eran solo treinta minutos de agua caliente y no se podía perder el tiempo,

Ojotas, toalla a la cintura, el jabón en una mano y la otra para agarrarse, y el sobrecito de shampoo ya abierto y sujetado entre los dientes, siph!, era una versión muy particular del cuchillo que solían llevar los bucaneros también entre los dientes. El baño estaba completamente lleno de vapor, visibilidad estimada en escaso metro y medio, uno de mis compañeros y superior mío me dijo, tanto para colaborar con mi situación de novato:

- si no conoce a algún oficial superior, no es momento como para presentarse y menos para darle la mano, haga como que no lo vio y luego se le presenta en otro momento, no haga mención a que el barco se mueve porque es algo obvio que todos sabemos y, si eventualmente, por el movimiento del buque, “roza” a alguien, no pida disculpas ni perdón, eso sería admitir que lo pudo evitar.

 -por último, trate de que no se le caiga el jabón y si se le cae grite “cuidado jabón!!!”, para advertirle a los demás que no lo pisen y lo deja, luego, en otro momento lo recupera del “tacho de los jabones perdidos”.

Esto último me sonó como a joda….pero por las dudas….

Primero uno debía pasar por alguna ducha y mojarse, luego dejarla libre y enjabonarse, luego por fin pasar nuevamente por la ducha y enjuagarse y por último secarse lo mejor posible para no morir congelado en el camino hasta el camarote.

Sin duda el baño en navegación era toda una aventura de precisión y equilibrio que te hacía presente, por si aún no te habías percatado que estabas formando parte de la tripulación de un barco “de guerra” de la Armada Argentina.

El trabajo en la Base del Ejército Primavera era esencialmente lo mismo, en esta oportunidad quedamos solo a 8 kilómetros de la costa así que se reducía el tiempo entre vueltas.

Lo único curioso que noté en esa base era una construcción muy pequeña como de metro y medio de lado que estaba ubicada en un “filo” tipo acantilado de unos 10 o 12 metros sobre las rocas de la costa, tres cuartas partes estaban apoyadas sobre la roca y el resto “sin apoyo”, tenía no menos que ocho cables que la sujetaban al piso de roca y un par de “barandas” de cables de acero que llegaban hasta la casa habitación, sobre la puerta tenia pintado tipo grafiti la leyenda “EL PIPER”, eso lo pude observar ya que luego de desenganchar la carga y al despegar pasábamos a muy poca altura y velocidad sobre esa instalación.

Más tarde pregunté en el rompehielos que era y a que se debía la inscripción, me respondieron, como sospechaba, que se trataba del “baño principal” y que la inscripción correspondía a que en su interior habían clavado en la roca una barra maciza de hierro que sobresalía un metro del piso y de la que, en días de mucho viento, podía tomarse por seguridad el usuario, ante la eventualidad de que una ráfaga de viento arrancara la casilla, la posición de “sentado” con la barra de seguridad entre las piernas generaba la similitud con los comandos de un avión “Piper”.

En un vuelo posterior en el que oficiaba de copiloto, durante un despegue, le tomé una foto.

Terminado el trabajo luego de algunos días, abandonamos la Base Cabo Primavera y pusimos proa a mar abierto con el fin de llegar hasta Islas Orcadas, la meteorología y el mar no se presentaban de lo mejor, así que una vez aterrizado me quedé en el hangar para asegurarme que los helicópteros quedaran correctamente trincados.

El contramaestre se paró al lado mío en la cubierta de vuelo, y mientras controlábamos la entrada del helicóptero al hangar comentó:

- parece que se va a mover lindo …no Señor?

- ni lo mencione! que ya empiezo a vomitar…

- comió algo señor?

-no, para nada, ahora me quedo sin comer hasta que pase la tormenta.

-listo!, helicóptero adentro, me acompañaría un minuto que le quiero mostrar algo?

-sí, dele, lo sigo...

El contramaestre me guió al fondo del hangar y tomó la tapa de un termo que había por ahí, la llenó de agua, me la señaló y me dijo.

-imagínese que este es su estómago.

la movió de un lado al otro y el agua se comenzó a derramar.

La terminó de volcar adrede y a continuación la llenó de aceite para motores de una lata que había por allí, la volvió a mover bastante y el aceite no se derramó.

-la idea señor, es que coma comidas que sean como el aceite y no como el agua, y tampoco lo haga de una sola vez, sino varias veces por día para mantener “el nivel siempre arriba” y dejar menos “espacio para las olas”

La explicación era lógica y fácil de entender, así que le pregunté que comidas serian correctas?

-Bueno, mucho pan, si es posible con manteca y dulce de leche, facturas, café o chocolate con mucha leche, queso fresco, pastas pero sin salsas complicadas porque también tienen que ser comidas simples para digerir, esas son las mejores, fíjese que cuando se mueve el barco siempre encuentra esas comidas a mano en las reposterías (cocinas).

 

El contramaestre agregó que cuando ya no me mareé ni me sienta mal, que me vaya para el puente de mando y justo en la mitad me plante con las piernas bien abiertas y acompañe el movimiento del buque, si soportaba un buen “pesto” (así se les llama a los mares embravecidos) podía llegar a sentir hasta cierta satisfacción y si eso sucedía, era porque probablemente se me hubiera contagiado “El legendario espíritu marinero del San Martín”. 

Le agradecí y me alejé pensativo en dirección a la repostería, si Los Dioses de los Mares así lo permitían, esa noche visitaría el puente de mando.

 

Fin

 

Epílogo:

·       El Rompehielos A.R.A. Q-4 General San Martín, fue desguazado para ser vendido como chatarra.

·       El Rompehielos A.R.A. Q-5 Almirante Irizar, uno de los rompehielos más avanzados que surcó los mares, luego de su incendio en alta mar, entró en reparaciones y aún hoy, 6 años después, continúa en la misma condición. Esta es una penosa situación difícil de comprender para cualquier persona honesta que “sienta” el mar, sin importar nacionalidad ni credo político.

·       Juanca: Capitán Juan Carlos Buschiazzo, alcanzó el Brevet de Piloto Antártico. Posteriormente fue condecorado con la medalla “La Nación Argentina al valor militar en combate” post mortem, por haber intentado el rescate de una tripulación en alta mar y ser abatido por un misil inglés en 1982.

·       Yo, recontento!!, porque por un ratito al menos pude navegar de nuevo en el San Martín, en el Irizar y tener el honor de volver a volar con “Juanca”. Gracias!!

 

PD: como de costumbre le pasé todas estas vivencias a un amigo para que arme un cuento y lo publique en el foro de encontrarse.com, por consiguiente algunos nombres, hechos y lugares son imaginarios.

 

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