JATIMA TOVA!!!! IOM KIPUR

MAÑANA COMIENZA IOM KIPUR, CON LA SALIDA DE LA PRIMERA ESTRELLA.


Una historia para compartir en familia
E L S H O F A R D E M I N I Ñ O
(recuerdo de infancia)

¡Vamos maldito cuerno!, no me falles justo ahora, pienso mientras aprieto mis labios con dos dedos y solo queda abierto un costado donde inserté mi shofar (instrumento de sonido y uso ritual).
Mientras aguardo la señal de papá vestido de blanco, desde el púlpito, rememoro todo el proceso que me llevó a estar esta noche de Kol Nidre frente a tanta gente que me mira con curiosidad.
Ante las preguntas, siempre inoportunas, que hice a mi padre con respecto al shofar, terminé por agotar su paciencia y el año pasado, hace justo un año me dijo: harás uno y será tu señal de recuerdo del día más sagrado del año.
Me dio un cuerno fresco de carnero y tuve que limpiarlo todo, pero como no se podía usar ningún objeto de metal para que fuera Kasher,(apto) tuve que rasparlo durante muchos días con huesos de costilla limpios.
También perforarlo en la punta, para lo cual hubiese querido usar un clavo (pero no le iba a hacer trampa a mi padre), pero tuve que recurrir a huesitos afilados en la piedra para tal menester.
Luego ponerlo en vinagre para blanquearlo y vuelta a limpiar y raspar; en realidad, el bendito cuerno me tenía cansado. Cuando estuvo listo mi papá lo barnizó no sé con qué y lo lustró. Ahora venía lo peor: ¡Aprender a usarlo!.
Para qué querrán mis hermanos oír un shofar? pensaba mientras inflaba mis cachetes infantiles tratando de insuflar aire en el cuerno mudo .Acaso los despertará de un letargo? Los hará repensar su vida? Les hará oír algo que no oyeron?
Eso meditaba en mis caminatas vespertinas por la chacra mientras soplaba sin éxito pese a seguir las instrucciones de papá.
Hasta que en una tarde especialmente bella, cuando desde la loma miraba a las ovejas en la avena, el bendito cuerno emitió su grito estridente.
Las ovejas se arremolinaron y yo, ”chocho” con el hallazgo, comprendí lo que habrán sentido mis ancestros cuando desde las colinas de Judea llamaban al pueblo, que como estas ovejas, se reunían para ir al Templo a renovar su pacto con D’’s.
Están abriendo el Arca, mis latidos se aceleran, no sé si tomar aire o soltarlo, todos me miran y de repente me siento ridículo frente a los orantes con un cuerno en la mano.
Papá me hace la señal y llevo mi shofar a los labios, ¡Tekiáh! ,soplo y sale un sonido pobre. ¡Tekiáh Shevarim! escucho débiles y entrecortados sonidos. ¡Tekiá Guedoláh! ¡vamos shofarcito, no me dejes!.
Soplo con todas mis fuerzas y la estridencia del sonido prolongado atronó el pequeño recinto y mientras mis mejillas enrojecen por el esfuerzo.
Recuerdo las palabras del profeta pidiendo que escuchen el shofar para desatar las ligaduras de la iniquidad, desligar los haces de la opresión, liberar a los oprimidos y romper todo yugo, compartir el pan con el hambriento, asilar a pobres y errantes, cubrir al desnudo, reparar las injusticias.
Toda esta catarata de pensamientos mientras los últimos restos de aire se me escapan por el shofar que tan trabajosamente hice durante el año para este magno día.
Han pasado muchos años desde ese evento, ya no toco el shofar y en su reemplazo, cada noche de Iom Kipur, las lágrimas inundan mi rostro, pues muchos años de mi vida han pasado y mis afectos juveniles ya no están a mi lado.
Pero con el shofar (tenía razón papá al decir que era señal de vida), con los rezos o con las lágrimas, estoy presente en la noche más sublime, recitando mi «Shemáh Israel, DIOS es único, Baruj Hashem, Bendito seas por siempre» «Adonai, Adonai es DIOS’
Suena en mí el viejo shofar «Tekiáh»¡Adelante hacia la vida!

Isaías Leo Kremer

 

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