El placer de los dioses//¿Sos o fuiste alguna vez vengativo?

Activa o pasiva, la venganza no siempre es un plato que se come frío. Ese viejo proverbio que intenta definirla tiene su origen en  una novela del siglo XVIII escrita por un general del Ejército francés llamado Pierre Choderlos de Laclos.

¿Es el vengador una persona malvada, o es una reacción inherente a la condición humana, mal que nos pese? Porque si bien hay que diferenciar a los vengadores activos de los pasivos, por el monto del daño que provocan, tal vez también es injusto decir que unos tienen bajos instintos y otros, nobles sentimientos.

Obviamente que la Madre Teresa existió, y como ella, miles de otros seres superiores, cuya grandeza los puso justamente muy por encima del resto de los mortales. Pero fuera de ellos, ¿quién puede jurar sin sentir un atisbo de culpa –sentimiento sano y natural de los humanos medianamente normales- que no disfrutó, al menos, viendo sufrir un poquito a alguien que nos hizo daño?

Y no hace falta para eso haber levantado un solo dedo contra el infractor –posa a la que algunos se atreven y otros no-. Muchos, disfrutan de la venganza pasiva. Y otros tantos con la activa… sobre todo, los hombres.

Un estudio publicado en la revista Nature reveló que los varones no sienten ningún tipo de piedad por el dolor de otros si el que lo sufre es un infractor. Al contrario… dicen que lo disfrutan. La mujer, en cambio, sí parece sentir pena. ¿Será así? ¿O será que las mujeres somos más proclives a otro "estilo" de venganza?

¿Será biológico o cultural? No está claro, pero se cree que, efectivamente, es posible que la mujer disfrute más de la venganza si ésta implica una pena psicológica o financiera en lugar de física. Todo según la ciencia, por supuesto.

También se estudió el deseo de venganza a partir de una cuestión de género. Y se llegó a la conclusión de que los hombres también experimentan la sed de venganza con más intensidad que las mujeres. O sea, parece que no sólo es una cuestión de estilo, sino también de emociones.

Todo eso lo reveló un neurológo que midió las reacciones cerebrales de hombres y mujeres en el momento de aplicarse un castigo a alguien que se lo consideraba un ofensor. Parece que la parte de nuestro cerebro que maneja la empatía fue la que mostró estas señales desde lo físico.

La venganza parece que es placentera, al menos en un primer momento. Cuesta reconocerlo, pero es probable que sea propia de la naturaleza humana. Tal vez sea porque, inconscientemente, la venganza se asocia con la idea de justicia. Obviamente que nadie en su sano juicio puede igualar una con la otra… pero sí hay que admitir que la injusticia alimenta la idea de venganza. Y también hay que decirlo: la venganza genera culpa. Claro, a menos que la venganza sea pasiva.

¿Cómo identificar a la venganza pasiva? Fácil… es la que se ejecuta sin nuestra más mínima intervención, ni aún la del deseo… pero igual se disfruta. Es la que nos hace sentir el placer de que, de alguna manera, se hizo justicia.

Es el disfrute de poder ver cómo caen aquellos que, en forma desleal o ilegal, llegaron muy alto, traicionando y estafando. Es el gusto con el que hemos visto caer en desgracia a algún que otro gobernante una vez que perdió su poder. Es la sonrisa que se nos dibuja en la cara cuando vemos cómo la Policía le hace la multa a un automovilista que nos pasó en la ruta a una velocidad altísima, luego de insultarnos por entorpecer su paso.

Es la satisfacción de ver que la nueva pareja de nuestro "ex" lo engaña o lo deja por otro. Y así miles de ejemplos.

La venganza pasiva es casi inocente, y a la vez genera una sensación de justicia humana, o divina. Y también es interesante saber que los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa psicológica de venganza puede llevar a la victimización.

La venganza busca reparar un daño recibido, pero si es activa, puede a su vez generar un resultado totalmente opuesto: el de pasar de ser víctimas a ser causantes de otro mal. Y si hay culpa no puede –o no debe- haber placer. La venganza activa lleva a la miseria humana y además, reabre las heridas, porque mientras armamos una venganza seguimos sangrando por el daño que nos hicieron. Dice la psicología que la venganza no es eficaz y que deja un sabor más amargo aún, porque uno, luego de concretarla, se siente indigno. La venganza parece que genera sed… pero no la quita.

Aparentemente, las ofensas que provienen de infidelidades son las que despiertan mayor sed de venganza. Y en ese terreno los hombres son más vulnerables que las mujeres porque son quienes se sienten más lastimados, por eso van al ataque como la fiera herida. En cambio, las mujeres somos más sutiles para vengarnos. A veces elegimos la indiferencia y el olvido: sutiles pero no por ello menos crueles.

Goethe decía: "La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible". Según él, la  indiferencia es tal vez la peor de las venganzas.

Y entonces, si el olvido es una forma de venganza, la búsqueda del olvido seguiría siendo parte de la venganza que se niega, aunque sea la más inocente.

"Un acto de justicia permite cerrar un capítulo; un acto de venganza escribe un capítulo nuevo", decía Marilyn Savant.

¿Sos o fuiste alguna vez vengativo? ¿De qué manera vengás los actos que te ofenden?

¿Quiénes son más vengativos… los varones o las mujeres? ¿Cuál es el estilo de cada uno?