Contra el patriarcado: feminismo antiespecista


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@DANTEX

11/03/2020#N71850

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Contra el patriarcado: feminismo antiespecista

A propósito del Día Internacional de la Madre Tierra, vale la pena hablar un poco sobre el feminismo antiespecista. Aquí en Feminopraxis ya hemos hablado sobre feminismo interseccional y hemos dicho que éste se caracteriza por la inclusión del análisis de diferentes categorías que promueven o facilitan la discriminación y desigualdad; es decir, el feminismo interseccional no se concentra sólo en el sexo/género sino también en la raza, la clase, la edad, la orientación sexual, etcétera.

En este sentido, este feminismo también (al menos en teoría) debería preocuparse por los aspectos ecológicos en todas sus dimensiones. Aunque es cierto que existen feministas interseccionales que no incluyen en su gran abanico de variables de opresión aquellas relacionadas a entes no humanes, muchas otras sí consideran esto último como un eslabón tan imprescindible como lo es la raza o la clase. Estas feministas pueden ser también llamadas antiespecistas y una de las expresiones más claras del antiespecismo es el veganismo.

El antiespecismo, como su nombre lo indica, es la actitud contraria al especismo, el cual consiste en la discriminación por especies; es decir, la idea de que algunas especies animales valen más que otras y por lo tanto, merecen más o menor respeto y derechos. La idea básica del feminismo antiespecista es entonces que la lucha por la liberación de las mujeres no puede ser consumada pisando los derechos de otras especies; práctica netamente patriarcal.

Es decir, ¿cómo es posible concebir una lucha feminista que reproduce un orden social de opresión a través de la matanza y tortura de alrededor de 60 000 millones de animales anualmente? La respuesta es que, en el fondo, no es posible. De hecho, aunque a muchas feministas les parezca exagerada la propuesta de no comer/usar animales, las cuestiones profundas acerca del antiespecismo van mucho más allá de una dieta, a pesar de que, sin duda, todo comienza en la mesa. Estas nociones, que bien podríamos llamar ecofeministas, giran en torno a cuestionar nuestras acciones como feministas y como seres humanas, para así poner en la balanza nuestra lucha y la lucha por aquellos sin voz, como los bosques, los mares y por supuesto, los animales, ya que ciertas variables, como bien nos enseña el concepto de interseccionalidad, no pueden separarse. Sin embargo, la realidad es que el feminismo, incluso cuando aboga por la flora de muchas regiones del planeta, generalmente suele excluir la defensa de la fauna destinada al consumo humano; aun cuando el impacto ecológico que esto genera es devastador para el planeta y aun cuando otras formas de alimentación podrían beneficiar a millones de seres humanes, principalmente mujeres y niñas, al ser las más pobres. Esto implica que, como señala Catia Faria en un excelente artículo de Pikara Magazine, si la cita de Virgine Despentes en su obra Teoría King Kong, fuera reconstruida, y en lugar de hablar de lo que los varones suelen hacer con el feminismo, nos enfocáramos en lo que el feminismo hace al hablar de antiespecismo, podríamos decir que:

Las feministas denuncian con virulencia las injusticias de género, pero se muestran indulgentes y comprensivas cuando se trata de la dominación especista. Son muchas las que pretenden explicar que el combate antiespecista es secundario, como si fuera un deporte de ricos, sin pertinencia ni urgencia. Hace falta ser […] asquerosamente deshonesta para pensar que una forma de opresión es insoportable y juzgar que la otra está llena de poesía.

 

Así, la realidad es que el feminismo que cierra los ojos ante la crueldad del especismo y sus implicaciones ecológicas, es un feminismo que sigue colonizado por el pensamiento patriarcal-capitalista de dominación de la naturaleza y sus recursos. Un feminismo que se adhiere al supremacismo humano quizá necesite mayor reflexión sobre días como hoy en el que por alguna razón, en el discurso, defendemos a la Pachamama y su conexión con lo femenino, pero en la realidad continuamos creyendo que somos más importantes que otras criaturas que en ella habitan, nos alimentamos de animales que son cruelmente explotades y, peor aún, consideramos que por el simple hecho de ser humanes, tenemos derecho de hacer esto para alcanzar nuestro bienestar personal a toda costa, incluida la destrucción de la Madre Tierra.

Si la idea de libertad implica que nos haremos de los derechos que el patriarcado le ha dado al hombre para explotar la naturaleza, o para “defender” sólo aquellas partes de ésta que nos permiten vivir cómodamente, entonces quizá nuestra libertad sea una libertad más bien opresora y estemos tan sólo acercándonos a ser aquello de lo que estamos intentando huir.

 

*La Fata Morgana —Feminista, socióloga y poetisa mexicana. Amante del café y los animales. Publica el blog de poesía y otros insomnios Lunas Letras y Café.  Le apuesta al veganismo como estilo de vida ético, justo y libre de crueldad para todxs. Su alter ego: Pamela Erin Mason R.

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/Instagram: @lafatamorgana_
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