AUTORECONOCIMIENTO


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Escrito por
@GARCIDU

26/07/2020#N73139

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Hola a tod@s. Deseo aclararles que este es un relato en tono humorístico y que los comentarios sobre el género masculino los hice desde ese lugar. Los honro y respeto. Graciela
 

Ayer, día de la mujer, sentí la pulsación de hacer un balance de mi vida, lo que recién pude concretar a la noche y terminar al día siguiente. Aclaro, está bien que tengo unos años, pero tuve mis horas de sueño, recreos por actividades ineludibles y luego, el texto durmió en la computadora.

Menos mal que hice una síntesis, si no, ¿se imaginan el tiempo que podría haberme llevado?

Tuve un ataque de auto-reconocimiento. ¡Buen inicio! Si el reconocimiento no viene del otro o viene lento en medio del camino… dediquémosnos auto… reconocimiento. O sea, si el reconocimiento no viene a mí...yo voy al reconocimiento.

Me puse a pensar en lo lindo que es recibir reconocimiento de otro, ¿no? De tu jefe, de tu amiga, amigo, de tu pareja, del chino del supermercado y puedo seguir enumerando. Finalmente, pensé si fuera posible, el“reconocimiento” de tu ex.

Ustedes creerán: ¡¿se volvió loca?! No, muy loca no, quizá un poquito.El tema es así: cuando uno asume los riesgos de mandarse a mudar, el otro, no sabe, no se da cuenta, de que le estamos haciendo un favor. Claro, si todavía te está insultando en japonés…

En realidad uno se libera, pero también lo está liberando a él. ¿De qué?Por empezar, de uno mismo y eso es mucho decir… Además la ausencia lo fuerza a asumir la vida desde un lugar de protagonismo no acostumbrado y termina gustándole el asunto, así que en algún punto, quizá inconsciente (diría que,muy inconsciente), llega el reconocimiento hacia la contraparte, o sea, yo.

Pero mientras el reconocimiento está en camino, mejor caer en el auto-reconocimiento. Ahí vino el balance. ¿Quién te dice?, quizá como distraído, llega el reconocimiento de tu ex.

Mejor abandono el divague e intento ponerme seria: años atrás, cuando empecé el camino de superación personal, la consigna era alivianar el equipaje y a eso me dediqué varios años… Había mucho que soltar, pero no todo era desechable: en el envase había cosas rescatables, aunque sólo sea porque me ¡encariñé!

Uno se termina acostumbrando a la nueva realidad y cae en la cuenta de que se gusta más y comienza a mirarse con ojos de enamorado (de uno mismo,claro).

Les cuento que en algún punto de mi existencia quise ser hombre. Cuando a ellos se les abrían todas las puertas, a nosotras se nos cerraban y teníamos que pelearla y demostrar, con holgura, que éramos más eficaces que ellos. Portaba en aquel entonces una energía yang, para moverme en el “exitoso mundo yang”. Ahora no necesito tenerla tan presente. La energía yin me conecta con lo que estaba dormido dentro de mí, aquello receptivo, calmado,sensible y que disfruto en plenitud. He abierto la puerta al sentimiento sublime de la ternura. Es algo nuevo y bello, muy bello. Surgió un anhelo de reconectarme con lo femenino. No descarto una energía por otra, para nada. Ahora cada una se manifiesta, cuando debe ser. Lo bueno es que surgen solas,  siento que están integradas.

Eso sí, cuando la postura impone una actitud yang, no le queda duda a nadie, de lo que pretendo.

Ahora estoy complacida de reivindicar mi ser mujer. No me fijo en lo que hacen o dejan de hacer los hombres; perdió entidad el tema, ahora mi mirada está en mí. Los miro, sí, claro que miro, pero mi intención es otra. No olvidemos que son la “joya del Nilo”, la“perla del Adriático”, “diamantes en bruto” (mientras, literalmente, la“cualidad” de ésta última palabra no se dé, está todo bien).

Festejo haber cambiado. Me alegro de estar parada sobre una fortaleza,que siempre estuvo, pero hoy en día está apuntalada por una seguridad bien plantada y sólida. Aprendí a jugar, a callarme, a decir y a reír, a reír mucho. Me alejé de las certidumbres y disfruto de lo imprevisible. Descubrí lo fantástico que es transgredir. Me convertí en rebelde, revolucionaria y me encantan esas nuevas facetas. Encuentro transparencia y autenticidad en la manifestación de mis sentimientos. Me percibo como una mujer salvaje,moviéndome en la espesura del cemento de las urbes, entre las multitudes, con soltura, fluidez y libertad. También me diviso como una loba disfrutando la vida en manada, en contacto con lo que Gaia nos ofrece y los significados que surgen de su, silencio. Entonces, estoy como una castañuela.

En este discurrir sobre mí, perdí por allá arriba, el tema del reconocimiento del afuera. ¿Qué pasó? Debo confesar que fue sorprendente: cuando logré mirar mi totalidad y amarla, todo lo que llegó a mí estuvo en sintonía: el hombre reconoció mi ser mujer; mis iguales, dijeron: ¡cómo cambiaste! Todos destacaban atributos que antes estaban dormidos. Por último, lo más trascendente, las muestras sutiles, discretas, de mi ex, al expresar valiosas cualidades sobre mí.  

Finalmente mi loco pensamiento inicial, tomó realidad: los otros me traían notables noticias de mí; punto decisivo hacia estadios inimaginables en nuestro crecimiento evolutivo, al darse una constante revelación de uno mismo.Manifiesto proceso, en el abanico de posibilidades que ofrece la vida.

Graciela García Durán

 

 

Comentarios

@MONICZ

27/07/2020



Gracias por compartir tus reflexiones, Graciela. Gran camino hacia la aceptaciòn y el conocimiento de uno mismo, de reinvidicaciòn y valoraciòn de la femeneidad en un mundo que, en general, poco tiene en cuenta la sensibilidad, la ternura, como atributos. Saludos