Cuando el viejo no encaja en los moldes


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Escrito por
@JORGE-EMILEO

03/10/2020#N73785

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     La discusión, repetida hasta el cansancio, había comenzado una vez más, cuando Luis había ido a la casa de uno de sus hijos, por el cumpleaños de un nieto. Los hijos, estaban preocupados por su edad, ya que cumplía 62 años en un mes, por su salud, por su lugar de vivienda, en un arrabal de Zelaya, por si algo le pasaba.



- “Dale, viejo, acepta la propuesta que te hacemos. Te soluciona todos los problemas y te asegura una vida tranquila. Tenes que reconocer que es sensata”. -



- “¿Perdón? ¿De qué me hablan? ¿Cuándo, en qué momento, bajo qué circunstancias les dije que mi vida estaba llena de problemas? ¿Por qué razón iba a desear una vida tranquila si la mía jamás lo fue y la viví muy contento? ¿O acaso la tranquilidad que buscan es la de ustedes? ¿No me repiten hasta el hartazgo vos y tu hermano que soy un loco sin remedio? ¿No quedó establecido desde hace rato que yo no soy sensato?, ¿ahora me quieren dorar la píldora?



     A ver si lo entienden, para mí lo que me proponen es absolutamente insensato. Ustedes piensan que la vida se vive mejor en la ciudad, que los barrios del Gran Buenos Aires no son muy limpios ni seguros, que lo importante es tener el médico a mano y, sobre todo, que yo a mi edad ya tengo que jubilarme de la vida y quedarme quietito para prolongarla todo lo que pueda. ¡¡¡Claro, un proyecto formidable!!!  Y después se atreven a decir que el que no es sensato soy yo”. –



- “Dale, no vengas con tus discursos que hace rato te bajaste de las tribunas. Y sí, en parte es algo de eso. Queremos que estés cerca, podemos ponerte a alguien que te limpie la casa, te cocine y vos te dedicas a lo que quieras. Allá tendrías una mejor atención médica seguro y estarías mas cerca de tus nietos”. -



- “Si, tiene razón Walter, papá. Ahora que murió la vieja, te volves a tu casa, y podes disfrutar de una vida mejor”. -



- “Primero, mi casa está en Zelaya y mis nietos son bastante grandecitos para subirse a la combi en la esquina de la casa y yo los espero en la parada, como hemos hecho tantas veces. La casa de Colegiales, para mi, fue y es la casa de su madre. Se la dejé al separarnos y además la mayor parte fue comprada por ella. Y no te olvides que esa casa no me trae buenos recuerdos”. -



- “Si, pero ahora la vieja ya no está. Vos te venís a vivir ahí, alquilas Zelaya y con eso y la jubilación, podes dejar de trabajar. ¿Te crees que sos eterno? ¿No es hora de que te dediques a descansar y la pases bien?”. -



- “Pero si yo la paso bárbaro, sensacional. Hasta que ustedes se deciden a venir a romperme las pelotas. Si quieren ayudarme, hagan al revés. Alquilen Colegiales que seguro da más del doble que Zelaya y yo soy un bacán”. -



- “No hay caso, no entendés. Encima te compraste ese lote en el Delta y los fines de semana, trabajas al sol arreglando ese rancho que ni sé para que lo querés. ¿Quién crees que sos? ¿Superman? ¿Cuándo te hiciste el último chequeo médico?”. -



- “Hace seis meses, se los conté. Parece que no me dan mucha bola. Todos los análisis dieron bárbaro. ¿Les cuesta mucho entender que me siento bien? ¿No logran aceptar que mi vida esta tranqui y que me gusta así?”. –



- “Vivís en un barrio sin cloacas, con zanjas en la vereda donde todos tiran el desagüe de las cocinas, en una casa a medio terminar, lejos de todo Sanatorio importante. En un lugar donde convivís incluso con cartoneros, plagado de mosquitos, lauchas, cucarachas y vaya a saber uno que más, pero estás bárbaro. Mira, Daniel y yo no pensamos lo mismo y nos preocupa. Más ahora con el ranchito en el Tigre. Ni lancha tenes. Si te pasa algo, ¿cómo vas a que te atiendan, remando en bote?”. -



- “A ustedes les gusta la ciudad, yo la odio. Prefiero el barrio, escuchar los pájaros a la mañana, tener verde para mirar. Criar mis gallinas, conversar con los vecinos. Ir a trabajar, que además es bueno aclarar que casi no hago nada, los que trabajan son los pibes. Me encanta ir al Tigre, remar, nadar en el río, pescar. Juntarme con Juan y Roberto a tomar mate y comernos un asado. Y tené más respeto por mi casa que está limpia y no tiene bichos, las gallinas se los comen.



    ¿Qué les dio ahora de preocuparse de golpe por mi salud? Cuando me separé y me vine acá sin un mango y levanté la casa a fuerza de pulmón no los vi preocupados. Yo sé que no les gusta el lugar. Vienen para mis cumpleaños o alguna otra fiesta y punto. Después soy yo el que los visito. Y está bien, no les pido que les guste. Se criaron con su madre y tienen costumbres distintas. Sólo les pido que respeten las mías”. –



     Esta era una discusión que llevaba años, la familia siempre había visto con desconfianza que esté tan alejado del centro. Las hermanas ya lo daban por “incurable” y los dos hijos, (uno psicólogo y otro ingeniero) vivían con sus familias, uno en Caballito y el otro en Barrio Norte. A ninguno de los dos y menos a sus esposas le gustaba la casita en uno de los barrios del segundo cordón del Gran Buenos Aires, donde la cumbia, y el cuarteto se juntaba con chalets a medio construir, casitas humildes y algún que otro cartonero.



- “Si algo te pasa, no sé a dónde te van a atender. Ya veo que tenemos que salir todos corriendo”, le decían.  “Acá, sólo, no tenes a nadie que te de una mano ante una emergencia”, le advertían. “Mucho menos en el Tigre”. “Veni a Colegiales. Siempre tenes cerca la casa de alguno de nosotros”, le pedían sus hijos. “De paso te vas a la milonga y por ahí enganchas alguna vieja”. -



     Pero era inamovible en su decisión. Visitaba cada semana a sus hijos y, sobre todo, a sus nietos, pero no había ni siquiera una remota posibilidad que se venga de vuelta a “la civilización”. Siguió con esa vida durante mucho tiempo. Cada año que pasaba, aumentaba la desazón y el temor de la familia, pero él parecía no registrar la edad. Ya fuera en su casa o en el Delta, hacía la huerta, hachaba árboles para leña, cocinaba, limpiaba, hacía los arreglos de la casa.



     Sólo una vez, que cayeron al Tigre de sorpresa, descubrieron que tenía una piba para las tareas de la casa. Durante toda la visita, la morochita, de rasgos aindiados, silenciosa y retraída, de veintipico de años, siguió planchando, con un pibe de unos seis años, inseparable de su pollera.



- “Que mentiroso que resultaste!!! Nos tenías convencidos que te hacías todas las cosas de la casa solo. Te hacías el Tarzán con nosotros y rechazabas tener ayuda y ahora nos enteramos de que tenes sirvienta”. -



- “Ya se iba”. - Contestó cortante - “Viene solo una vez a la semana y fundamentalmente a planchar. Saben que es la única tarea de la casa que odio”. -



     Una noche, uno de los amigos los llamó a la madrugada, para avisarles que lo habían tenido que internar el Hospital de Tigre, por una descompensación. Lo habían dejado 24 horas en observación, pese a su reclamo de volverse a la isla. En menos de dos horas, los dos hijos estaban sentados en los bancos esperando noticias, junto a los amigos del padre.



- “El paciente salió de la zona de riesgo. Tuvo una disnea que ya está en etapa de remisión. No sabemos con exactitud la causa. Lo dejamos en terapia mientras le hacíamos los estudios pertinentes. Vamos a dejarlo otras 24 horas en observación y después, si no hay nuevos síntomas, le damos el alta. Sería conveniente un descanso de al menos cinco días más, sobre todo en función de su edad, aunque los estudios y análisis demuestran que está en buen estado de salud.”, comentó el médico. -



- “¿Lo trajeron ustedes?”, preguntaron los hijos.



- “No, seguro fue Laura”, contestó Roberto, uno de sus amigos. -



- “¿Quién es esa Laura?, ¿la negrita que va a limpiarle la casa?”, preguntó Walter. -



- “¿A limpiarle la casa? Bueno si, se puede decir que sí”, dijo Juan. -



- “¡¡Bueno, esta vez se acabó!! Esto no puede seguir así. ¡¡Se viene a casa conmigo así lo cuidamos!!”, dijo tajante Daniel, el hijo mayor. -



- “¿Y Laura?”, preguntó Roberto.-.



- “Laura, ¿qué problema hay con Laura? Que estas semanas no limpie, y listo. Decile que igual le pagamos por las horas que tenía que ir“.-



- “¿Pagarle las horas?”, preguntó Roberto asombrado. “Mirá, n sé que mierda te habrá dicho tu viejo, pero entérate: Laura es su compañera hace más de dos años. Estaba en una casilla en los fondos de la casa del Delta, cuando la compramos, viviendo miserablemente con su bebé. Tu viejo le arregló la casa y le dijo que se quede, después le dio el trabajo que limpie para que gane unos pesos y hace poco más de un año está instalada con él. Nos compró la parte de cada uno de nosotros y ahora es su casa y Laura su mujer, su pareja, su compañera o como quieras llamarle. Vive con él acá y algunas veces, muy pocas, lo acompaña a Zelaya”. -



- “¿La piba que vimos en el Tigre?” “Si no tiene más de 25 años”. -



- “Veintisiete para ser exactos” “Vino escapando de Misiones, de una historia bastante turbia, sin un mango y con un pibe en la panza. Tu viejo le está enseñando a leer y escribir y el hijo de ella, Miguel, empieza este año el Colegio, ni bien pueda arreglarle los papeles”. “A tu viejo no lo llevas a la Capital ni con un remolque”. -



- “¿Y por qué mierda nunca nos dijo nada?”. -



- “La pregunta correcta no sería esa. La pregunta más vale es ¿estaban dispuestos a escucharlo, entenderlo, aceptarlo en el supuesto caso que les hubiera dicho lo que pasaba? ¿De verdad? No lo creo. ¿Les hubiera importado la felicidad de tu viejo por sobre todo? Y porque qué no decirlo, ¿les hubiera importado la felicidad de la piba? Piensen que van a hacer cuando salga de esta”.



     Walter y Daniel se miraron estupefactos, intentando digerir algo que estaba muy afuera de su horizonte.



 



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Este cuento lo terminé, pero no logro encontrarle un título apropiado. Si alguno tiene una idea, se agradece.


 

Comentarios

@MONICZ

03/10/2020



Hola, Emileo. El relato, para mì, està muy bueno. A medida que iba leyendo me imaginè que podìas haberlo escrito vos. Se me ocurre "En la cornisa". No porque nuestro querido protagonista estè en ella, sino porque, en realidad, se alude al juego de poder (fallido) en el que estàn sumergidos ( y lo incentivan) el resto de los personajes.

Ensayè otros tìtulos pero, al final, vuelvo a èste. Si te sirve, enhorabuena, y sino, seguramente encontraràs otro mejor. A ver cuando viene la parte II. Saludos  
@JORGE-EMILEO

05/10/2020

Muchas gradias Monicz. Sigo pensando. El título que le puse es horrible. El que propones ya, de plano, me gusta más. Voy a darle algunas vueltas más. ¡¡¡Qué difícil se hace, a veces, encontrar un título!!! El de mi libro lo cambié siete veces.  

@MONICZ

05/10/2020



¿Què titulo le pusiste?   
@JORGE-EMILEO

06/10/2020



¿Al libro? "Origenes de la dependencia argentina"  
@MONICZ

06/10/2020



Muy bueno, seguro vas a encontrar un buen titulo tambièn para este relato, Gracias por tus lìneas y por compartir lo que te gusta hacer. Suerte  
@GRACHUL

06/10/2020



Hola, me gusto, me atrapo, en cuanto al nombre , se meocurrió: "Independencia de la vejez" .  
@DOROX

06/10/2020



Muy buena historia, como título imagino "Ser feliz dejando huella"  
@LIANABE

07/10/2020



Yo comencè  a leer  .....pero  me  detuve.    Los   62  años   no me dan  para  pintar .. "Viejo / Vieja    ????   !!!  

   
@JORGE-EMILEO

07/10/2020



Lianabe, ¡¡que lástima!!. Si hubieras seguido leyendo, habrías visto que esa denominación es la que otros le ponen y el se niega a aceptar porque no se siente incluido.  
@LIANABE

07/10/2020



Ok....Jorge Emileo,     por  tu  aclaraciòn,  voy  a  seguir  la  historia  !!!  

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