Las comparaciones No son Odiosas

Muchas personas tienden a las comparativas.
Sobre todo, a ver lo que otros han conseguido y en qué punto se encuentran con respecto a esa realidad.

Una tendencia que les puede llevar a considerarse más o menos que los demás.

No voy a debatir hoy sobre la idea de si ese comportamiento de comparar es bueno o malo, de si deberíamos evitar comparar, de si eso nos lleva a mortificarnos, a hacernos de menos. O al revés, a mirar a otros por encima del hombro, con desprecio o altanería.

Pero sí que voy a quedarme en el origen, solo un momento.

En la pregunta que algunas veces resuena en la mente cuando observamos los éxitos ajeno
¿Cómo lo ha hecho?”
Porque cuando aparece una persona que ha alcanzado un logro que consideramos importante y revelador, es normal que surja esta pregunta.

Algunas personas que tienden más a la admiración o se sienten inspiradas, pueden buscar emular y perseguir del mismo modo sus sueños.
Pero en otros casos, lamentablemente, hay quien se deja llevar por actitudes no productivas que provocan un estancamiento o un juicio inmerecido de las capacidades ajenas.

Me refiero a quienes pueden llegar a pensar que las razones del éxito se encuentran en los clásicos clichés:
“Esa persona ha tenido un golpe de suerte”.

“Viniendo de una familia rica, una persona puede conseguir lo que sea”.

“Lo ha logrado porque tiene un coeficiente intelectual superior a los demás”.

Y un largo etcétera...

La pregunta entonces que quiero plantear hoy es:

Lo que diferencia a quienes tienen éxito, ¿es el dinero?, ¿es la suerte?, ¿su lugar de procedencia?...

Piénsalo bien.

Se me ocurren decenas y decenas de ejemplos de personas que ahora mismo son ejemplos de éxito y que no tuvieron nada de eso.

Personas que empezaron desde cero, sin nada y que pasaron por muchas dificultades. (Steve Jobs).

Que no provenían de buenas familias, ni heredaron ninguna posición privilegiada. (Henry Ford).

O a las que les pusieron la etiqueta de fracaso y luego se superaron. (Albert Einstein).

Todos son ejemplos reales y cada uno ha partido de un escenario diferente.

Pero es cierto, hay algo que sí tienen en común:

Su actitud.

Una actitud que impulsó valores como la constancia, la perseverancia, la voluntad, el no rendirse...

Una actitud que para todos ellos se ha puesto a prueba innumerables veces, pero que siempre les ha acompañado.

Por eso, la pregunta realmente no es “¿Cómo lo ha hecho?”, sino:


“¿Qué hacen que yo, TODAVÍA, NO he hecho?”


En este punto, me gustaría retomar un breve fragmento del libro El Mapa del Tesoro que co-escribí con mi gran amigo Francesc Miralles, y que dice así:

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“Si compites para vender cinturones, solo venderás cinturones. Pero si te das cuenta de que el problema es que se te caen los pantalones, entonces venderás cinturones, tirantes o cualquier cosa que los sujete.

El mercado es infinito y a menudo las personas no prosperan porque su miopía les hace ver solo lo que tienen delante de las narices, y además con miedo.

Cuando alguien ve el mundo con miedo no es capaz de levantar la cabeza, conduce por la vida mirando las ruedas y al final se estrella.

Esto no sucede cuando tenemos mentalidad de abundancia. Si eres capaz de ver el mundo como algo muy grande donde hay muchas cosas por hacer, la prosperidad llegará seguro.

Al final, todo depende de tu visión del mundo. Cuida cómo miras tu mundo, porque será exactamente como lo mires”.

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Eso es a lo que te invito: a tomar conciencia de que el mundo ofrece una enorme cantidad de oportunidades.

Que existen caminos para el éxito, sean cuales sean.

Porque no se trata de heredar el éxito de los demás, de esperar que el éxito llegue por sí solo o de creer que hay facilidades para hallarlo, porque no es así.

El éxito es una recompensa a un largo camino de aprendizaje y de superación. Pero incluso, te diría que no es el punto final de tu esfuerzo, pues siempre debes procurar seguir haciendo las cosas mejor, aportando gran valor a tus clientes y creciendo como persona y como profesional.

Pero para hacerlo, debes aprender a mirar para poder ver. Lo que para unos es pura basura, para otros es oportunidad de reciclaje y dinero en efectivo.

Aprender a mirar esas oportunidades (recuerda que la palabra oportunidad viene de ser oportuno), aprender a mirar y aprender de los éxitos de los demás, aprender de los logros y también de los fracasos vengan de donde vengan.

Y sobre todo, trabajar la actitud con la que te enfrentas al gran reto de perseguir un sueño.

Por eso, mi invitación hoy es muy simple.

Si quieres compararte con los demás, hazlo. Pero no desde el pesimismo o la apatía.

No juzgues fácil o inmerecido lo que otros han alcanzado.

Compárate desde la inspiración, la admiración, la ilusión y la búsqueda de aprendizaje para extraer el rastro de actitudes, valores y hábitos que las personas de éxito han puesto en juego.

Porque la idea no es referirse a las personas que han heredado el éxito, sino entender cómo el éxito puede alcanzarse.

Ejemplos hay muchos.

De hecho, en nuestro libro el Mapa del Tesoro analizo la trayectoria de muchas personas que por su valor, su capacidad frente a la vida (no heredada, sino trabajada), su constancia y su firme creencia de que podrían lograrlo, terminaron por ser a día de hoy ejemplos de lo que el éxito significa.

Te invito a leerlo, pero solo mientras te permita analizar y entender qué actitudes, valores y hábitos debes cosechar para trazar ese camino que te lleve a donde quieras.

No de la noche a la mañana.

No sin esfuerzo.

Y no sin dificultades.

Pero sí, sabiendo que el camino y su recorrido contribuirá siempre al éxito, al logro, a la realización
Álex Rovira







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