Alg. vez has deseado cambiar algún acontecimiento en tu vida

O incluso, ¿has deseado que alguna situación no se hubiese dado de una determinada manera?

Verás.

Si te lo pregunto es porque muchas veces, las personas podemos vernos abocadas a vivir experiencias que no deseamos, que nos hacen perder el equilibrio y que nos llevan a revivir la pregunta…

"¿Por qué me pasa esto?"

La realidad que todos conocemos, es que es imposible cambiar lo que ya se ha dado o decidir cada uno de los acontecimientos que vamos viviendo día a día.

Querer que sea así es un imposible y desearlo hasta la extenuación, puede desembocar en un gran sufrimiento.

Sin embargo, y aquí es donde quiero lanzar una pregunta directa…

A pesar de que quizás haya algo en tu vida que te hubiera gustado cambiar, no haber experimentado o simplemente olvidar, ¿significa eso que la vida no merece la pena ser vivida?

Esta pregunta no es sencilla.

De hecho, la manera en la que la respondas puede suponer una verdad importante que asumir.

Soy consciente de ello y te aseguro que no pretendo hacer daño ni remover en exceso tus sentimientos.

Pero sí me gustaría detenerme hoy en una historia.

Es probable que ya me hayas oído hablar de ella, pero quisiera profundizar un poco más.

La historia es ni más ni menos que la de Viktor Frankl.

Un hombre que vivió los peores horrores del holocausto.

Perdió a muchos de sus seres queridos, pasó hambre, frío y sufrió las peores brutalidades imaginables.

Un hombre que, tras lo vivido, pudo perder la fe.

Fe en que todo mejorase, fe en volver a ver a las personas que amaba, fe en salir de un campo de concentración con vida…

Hablamos de un hombre que probablemente y sin quererlo, pudo ver hasta qué punto llegaba la maldad humana.

Pero también, y eso es lo más reconfortante, pudo comprobar que incluso en esos momentos de mayor dolor, sufrimiento y desesperación, hubo quien se apiadaba, consolaba y sostenía la tristeza de los demás.

Fue él quien dijo:


"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino".



Aquellas personas que buscaban ayudar a quienes perdieron la fe, son prueba de que hay situaciones que pueden arrebatarte la esperanza, las ganas, el sentido o la piedad.

Pero lo único que nadie te puede arrebatar y que de ti depende perder o hallar, es la elección de tu actitud.

De tu forma de ver la vida.

De tu propia recuperación, mejora, continuidad y valor.

Vivir no es solo sufrimiento o disfrute, sino un camino que decides recorrer asumiendo que no siempre será fácil, pero que tuya es la responsabilidad de encontrar las respuestas para darle sentido a tu vida.

Yo, al igual que Viktor Frankl, comparto su idea de que la vida es digna de ser vivida.

Aunque no siempre sea fácil.

Pero también porque creo que es posible hallar la forma de enfrentarnos a lo malo que nos sucede, aprender de ello y transformarlo para impulsarnos y ser mejores.

Es decir, cambiar aquello que no funciona y darle mayor sentido a nuestra vida.

Aceptando, reconociendo, aprendiendo y trabajando para mejorar.

Porque por supuesto, ningún cambio ni mejora viene por sí solo. Nada se consigue de la noche a la mañana.

 

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