Sobre desempleo y planes sociales

     Es evidente, para quien investigue cualquier rama de la producción, que la tendencia es a necesitar de cada vez menos mano de obra humana. Ésta es reemplazada, en forma progresiva, por máquinas. Y esto es va en constante progreso. En las fábricas, en los campos y en las empresas de servicios. Esta es la base por la cual, a nivel mundial, aumenta constantemente la pobreza y la marginalidad.

    Para ver un solo dato, hace menos de treinta años, en nuestro país, había una Empresa con más de 300 oficinas llenas de gente que atendían al público, conectaban los enlaces, escribían las facturas, las imprimían, las remitían (a través de camiones y conductores, carteros y otras oficinas de correos), cobraban, resolvían conflictos, seguían expedientes, etc, etc, etc. Miles y miles de empleados trabajando en o para Entel. Hoy quedan, como mucho el 10% de ese número de gente afectada a esa ocupación. En Somisa había 7 mil trabajadores, hoy 1500. 

     Si repetimos esto en bancos, aseguradoras, empresas de todo tipo, el caso es igual. Hoy es 100 veces más seguro hablar con una máquina que con una persona. Y no es menos grave este proceso en la industria o en el campo. La mecanización abarca todo. Pensar, entonces, que el mercado laboral es cada vez más estrecho e insuficiente para que todos los seres humanos se incorporen, es una consecuencia sencilla y fácil de entender. Y este proceso es mundial.

     La gente que intenta dirigir este caótico mundo (bien o mal) hace rato lo sabe. Desde la Tricontinental de los años 70 (EEUU – Europa – Japón) liderada por Henry Kissinger y David Rockefeller, este proceso es estudiado y se tomaron medidas. Una de ellas fue accionar los mecanismos para que esa enorme y creciente masa de seres humanos expulsados del mercado laboral, tengo lo indispensable para subsistir. ¿Cómo? Con planes de asistencia. Fondos de desempleo, subsidios, ayuda directa, planes de contingencia, cajas de alimento, etc, etc. La labor de las iglesias (ya totalmente insuficiente), potenciada al máximo desde los propios Estados.

     Para que se entienda que es un plan mundial y que no responde a un populismo barato ni a un sector político, esto se aplica en Europa, EEUU, Australia y cualquier país. En Finlandia, por ejemplo, desde 2017 se aplicó un “ proyecto que consistió en que 2.000 personas desempleadas recibieran durante dos años un ingreso básico de US$685 al mes, sin ningún tipo de condiciones. En un pueblo de Kenia, los adultos reciben US$22 al mes durante 12 años, hasta el 2028, mientras que el gobierno italiano está trabajando en un proyecto de "ingreso ciudadano". La ciudad de Utrecht, en Holanda, también está llevando a cabo un estudio sobre ingreso básico hasta octubre”. (BBC News - https://www.bbc.com/mundo/noticias-47176053) En Europa muchos viven de los subsidios al "paro".

     El reparto de Planes “Jefes de Hogar” en Latinoamérica lo inauguró para 1974 un gobernante poco populista (para decir poco) = Augusto Pinochet. Los primeros planes de asistencia estatal en Argentina son de Ricardo Alfonsín con la caja PAN y posteriormente (tras la crisis del 2001) llegan los planes de asistencia universal con Lavagna, bajo el Gobierno de Duhalde. De allí en más TODOS los gobernantes ampliarían estas prestaciones.

     Por lo tanto, los “planeros” no son un invento argento ni peronio y su existencia no se debe a gente que es vaga o no es “meritoria” o no “quiere agarrar la pala”, ni ninguna otra simple y sencilla respuesta de ese tipo (ojalá lo fuera). Es un proceso inevitable, producto del desarrollo tecnológico de la producción. Por eso, la pobreza y marginalidad en el mundo crece sin cesar desde hace, al menos, cuarenta años. Cada vez menos gente es más rica y cada vez más gente es más pobre. Hoy el 1% de la población es propietaria del 51% de la riqueza mundial y el 40% de la población está bajo los niveles de pobreza.

     Muchos podemos creernos fuera de este peligro, pero los recomendaría pensar que, en los últimos cinco años, nuestra capacidad de consumo medida a niveles mundiales, bajó más de un 40%. Es decir, todos los habitantes sencillos estamos expuestos a sufrir los coletazos de estos procesos.

     Culpar al pobre, es la respuesta menos inteligente que se me ocurre ante estos eventos.