NIEBLA EN MIS OJOS

Niebla en mis ojos

Sin ti no percibo nada con claridad. Soy incapaz de pensar coherentemente. Quiero concentrarme pero es inútil. No puedo. Se me nubla la vista.
Intento recordar una y otra vez, rescatando de lo pasado, qué ha ocurrido. ¿Por qué no soy capaz de solucionar mis temas sin ti? ¿Quizás sea porque con el paso de los años eres un hábito tan incorporado a mi existencia? ¿O que tu proximidad aclara mi pensamiento?

Y no es porque te consulte. Dejemos eso en claro. Es tan sólo por tenerte a mi lado que encuentro las respuestas a mis interrogantes. Cuando escribo, con tu cercanía todo se aclara.

¿Te resulta extraña esta confesión? Pues bien, intento ser sincera, lo más franca que puedo. No te amo, te necesito. Y a esta necesidad le doy un viso de cariño, de dependencia, de pertenencia mutua. Tú sin mí te conviertes en algo inútil. Yo sin ti, perdida estoy.

Y te busco frenéticamente cuando no estás, porque intento encontrarte. El solo verte o saber dónde estás me tranquiliza.

Y no te envanezcas demasiado, porque todos somos necesarios pero nada ni nadie es imprescindible. Siempre se encuentran reemplazos para cada persona o para cada cosa. Es la cruel realidad que vivimos todos.

¡Tantas veces me enfurezco cuando creo que te escondes! ¡ Otras tantas me hago reproches por no haber tomado debida nota del lugar donde te vi por última vez! ¡Como si con ese recuerdo pudiese localizarte con más rapidez!

No puedo ser tirana contigo, pues no lo soy con nadie. Pero sí espero saber de tu paradero cuando me haces falta.

Son mis falencias, ya lo sé, las que me hacen escribir estas líneas. Aquéllas que demuestran que no soy todopoderosa, sino que dependo de muchas cosas, cotidianas la mayoría, que permiten que enfrente cada día con más seguridad, con la certeza de que, al menos, puedo intentar encontrar respuestas, y escribirlas para no olvidarlas. Que podrán ser borradas y re escritas en otro momento, pues nada en mí es tomado con carácter de permanente.

La vida cambia y con ella, nosotros. Porque si no lo hacemos, nos vamos quedando en el tiempo, no nos actualizamos. No podemos ser lo suficientemente coherentes ni podemos entender lo que ocurre en el entorno en el que nos desenvolvemos.

Y en ese constante cambio, imperceptible las más de las veces, descubrimos la importancia de las proximidades, y comprobamos los cambios de actitud que adoptamos con respecto a diferentes situaciones que se nos presentan.

Todo esto forma parte de la madurez. Y es de personas maduras reconocer las necesidades, falencias y limitaciones. Algunas pueden superarse con cierta facilidad. Otras, sin embargo, requieren más esfuerzo y empeño.

Y por eso dejo en claro lo que vengo diciendo: Sin ti se me nublan los ojos. Sin ti no puedo expresarme por escrito. Sin ti no puedo leer lo que escriben otros o yo misma.

Ya dejaste de ser necesario para ser imprescindible:. Y hago un llamado a mi memoria: ¡¡NO DEBO OLVIDAR DÓNDE DEJO ESTE PAR DE LENTES!! ¡¡LOS NECESITO!!

 

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