Mientras que el corazón tiene deseo, la imaginación conserva ilusiones. Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde.

Mientras que el corazón tiene deseo, la imaginación conserva ilusiones. Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde.

Autor Rene de Chateaubriand