Las claves para enfrentar una cita a ciegas y no pasarla mal

* Prepararse para una salida con alguien desconocido puede crear ansiedad, ya que no se conocen los gustos y maneras de pensar del otro.
* Por eso, aqui van los consejos de una asesora de imagen y de un especialista en parejas para que elijas la vestimenta y la manera de actuar adecuadas.
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Por más que sean dos perfectos desconocidos y que todo lo que se hable y suceda quede entre los integrantes del encuentro, encarar una cita a ciegas no es tarea fácil. ¿Qué ropa me pongo?, ¿será como yo lo imagino?, ¿de qué temas hablo?, son algunas de las inquietudes más frecuentes que tienen las personas antes de encontrarse con ese extraño.

La vestimenta, los accesorios y el peinado no tienen que ser extravagantes.

El dicho dice que una imagen vale más que mil palabras, y qué mejor aplicado que en el caso de las “blind dates”, como se las llama en Estados Unidos. Si bien es importante dar una buena impresión, tampoco hay que tirarse el placard encima en la primera salida. A continuación, algunos de los tips claves respecto del vestuario, el maquillaje, el peinado y la manera de comportarse.

* Conocer el plan: saber el lugar de la cita y las actividades a realizar es fundamental para preparar el conjunto indicado y no desubicarse con la vestimenta. “La ropa no será la misma para ir al cine, para ir a tomar algo o para dar un paseo de día por el Tigre”, explicó la asesora de imagen, Gisella Gulli.

* Menos es más: para el primer encuentro, cuanto menos cosas extravagantes se ponga la persona, será mejor. Precisamente, como no conocen los gustos del otro, no hay que arriesgarse a usar ropa u accesorios por demás llamativos. Para los hombres, quedan descartadas las remeras con inscripciones y para las mujeres, todo lo que ellas creen que es “sofisticado”.

* No toda la carne al asador: Gulli recomienda resaltar un atributo por vez y no todos el primer día, sobre todo, para sorprender de a poco al desconocido. También hay que sentirse cómodo con el atuendo elegido. “Si las chicas se ponen una mini, que no se la estén bajando cada 2 minutos, y si elijen un escote, que no se lo tapen a cada rato porque eso demuestra inseguridad”, señaló la asesora.

* Lo importante es la actitud: frase trillada si las hay. pero cierta como ninguna. No hay nada peor que mostrase inseguro ante una persona que no conocemos y, se supone, intentamos caerle bien. Para el psicólogo especialista en parejas y profesor de la maestría en pareja y familia del IUSAM, Héctor Krakov, no hay que cerrarse al encuentro con el otro. “Para que haya una posibilidad de formar una pareja, algo del compañero de cita y de su punto de vista tienen que incluirse en el mundo significativo de uno”, puntualizó el especialista.

* A tono en cualquier lugar: más allá de que es fundamental conocer con anterioridad el plan de la cita, hay que estar listo para un cambio de planes y sentirse cómodo en el lugar que sea. Hay una ecuación que nunca falla: combinar una prenda clásica con algo más desestructurado. Por ejemplo, las chicas se pueden poner un jean con una remera bordada y los chicos un pantalón de vestir con un par de zapatillas sofisticadas (de esas que se parecen más a un zapato tradicional que a un calzado deportivo, sobretodo en el precio).

* Perfume: no hay nada más insoportable que tener que aguantar durante el tiempo que dure la cita un perfume desagradable. Por eso, la asesora en imagen recomienda usar una fragancia pero no bañarse en ella. Es decir, primero la persona, después la vestimenta y en tercer lugar el perfume.

* Dar una oportunidad: como la principal característica de estos encuentros es que no se conoce en persona al compañero (el avance de Internet hizo que la gente se conozca primero por chat y luego lo haga cara a cara), el éxito o no de la cita responde en gran parte a lo que la persona imaginó que encontraría en el otro. Pero, no hay que huir de la situación y por más que el hombre o mujer no sea lo esperado, Krakov aconseja darse la oportunidad de conocerse.

Es fundamental estar dispuesto a escuchar y conocer sobre la vida del otro.

Al menos disfrutar de esa salida, más allá de que después se concrete una segunda o no.

 

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