A Leonardo

El domingo,

cumple años mi hijo.

Y no me alcanzan

ni el tiempo

ni el cariño

ni el esfuerzo

para lograr

la mayor de sus sonrisas.

 

Para borrar,

aunque sea en parte,

el pedazo

de pena y de tristeza

que el mundo en que vivimos,

                                    le depara.

 

Quiero verlo reír,

tal como lo hace,

cuando mi viejo

tira por el suelo

                        sus cincuenta años,

o cuando cabalga

el mundo en mis hombros,

o remontamos

            el inmortal barrilete

                        de cola de nylon.

 

Quiero

que nada opaque su sonrisa,

que pueda ver el mundo

detrás de su alegría.

Pero para eso,

solo tengo un bote de plástico

                                    y un tren a pila.

 

Espero,

que cuando sus hombros

alcancen los míos,

no le hagan falta los regalos

para reír la vida

y disfutarla.

 

Mientras tanto,

esos pequeños ojos

que a veces lloran,

me hacen bramar ,

 

como un toro embravecido.

                                    contra lo injusto.

 

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