LAS MASCARAS

HISTORIAS DEL CUERPO

Al vislumbrar las señales de una vida alienada o mecanizada, comprendí que la vida adormecida opera como protección y que, en cada pisada de mi ser mecanizado, desciende un inmenso, monótono y continuo aburrimiento. Comprendí que el cuerpo rumbea como un bloque segmentado que amortigua su sensibilidad y que mi rostro suele portar sonrisas inmutables que se manifiestan como máscaras adheridas a la piel. Tomé conciencia de cuanta inversión de energía utilizo para agradar y que el esfuerzo es en vano porque, cuando surge un imprevisto, las molestias corporales muestran “la verdad”. Emerge aquello que anda escondido detrás de sonrisas disfrazadas. A veces vienen, ocasionalmente, aires encolerizados y, lo peor es que brotan espontáneamente gestos o palabras que espantan a todos aquellos que, anteriormente, me proponía cautivar. Eso es asombroso. Sin embargo, me proporciona tranquilidad porque suelto todo aquello que contenía y, esa toxicidad antes iba a parar directamente a mis músculos o a los órganos.

 

---