Lo que LE VIENTE nos dejó

Lo que le viente nos dejó.

El uso del lenguaje inclusivo nos puso ante una nueva grieta: adolescentes indescifrables, padres que parecen muros insaltables, atrevidos que cuestionan la esencia del lenguaje, oportunistas que capitalizan votos por simpatías, ciudadanos que se niegan a escuchar.

Pero también nos permitió igualarnos en la incomodidad.

Así como hay quienes no están cómodos con el género de los vocablos otros están incómodos con esa letra "e" que marea.

Y la incomodidad nos lleva a cambiar de posición, a mirar en otro ángulo, a mover el humor, a hacernos preguntas retóricas y solitarias que empiezan a generar debates en distintos ámbitos.

A veces tienen respuestas amables, otras no. En ocasiones no hay explicación, sólo se lee una realidad que antes no tenía cuerpo. o sólo hace ruido.

Bienvenido el ruido entonces.

Para que seamos más flexibles y más fuertes como sociedad.

Para transitar con las nuevas generaciones esa libertad que fuera negada en otros tiempos.

Para que nunca más el odio rompa un vínculo. Ni el miedo. Ni la hipocrecía.

Y para que no se pierda la oportunidad de amar libremente, de crecer en el respeto, en la empatía.

Tal vez no sea imprescindible cambiar el modo de hablar para incluir. Ni ser lo que no somos. Sí hay que agregar más casilleros.

Ser y respetar. Ser y acompañar. Ser y soltar.

Cuesta lo que vale. Y bien lo vale.

 

 

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