Nuestro Mate: Una costumbre bien argentina

A PURO MATE

Cuando un viajero extranjero llega a nuestro país tiene la “tentación” de probar “el mate”. Las preguntas que se hacen nos resultan curiosas ¿es una droga? ¿Es peligroso? Luego de las primeras risas, comienza nuestra explicación. Porque si de algo estamos orgullosos es de este brebaje!! Tanto que hay bares y restaurantes que lo han incorporado entre sus ofertas gastronómicas.


Para quienes no lo conocen les contamos que se sirve en un recipiente un poco más grande que un posillo de café, donde se colocan hojas procesadas de hierba mate (en trozos pequeños). Se le inserta una “bombilla” de metal, una especie de pajita con orificios pequeños en las puntas para evitar el paso de las hojas trituradas, y sobre ésta se vierte agua caliente (que no debe haber llegado al punto de hervor). Se sirve de a una porción. Siempre hay un “cebador” que hace las veces de anfitrión, y en rueda de amigos se va sirviendo alternadamente entre los presentes. ¡¡Qué difícil explicarlo!!

Cuentan que en una exposición del pintor Molina Campos en Estados Unidos, donde era muy popular, el organizador, para agasajarlo, envió prepara mate para todos los presentes. Lo cómico es que hizo preparar un mate para cada asistente, y los servía como si se tratara un trago especial. Eso si, en mates de plata!!

Es que el mate es esencialmente algo para “compartir” para hacer circular entre rueda de amigos, para ayudar al debate, y por qué no, a la charla profunda y risueña. Esto es lo que lo hace especial. Su sabor es rústico, profundo, con un dejo de amargura que algunos allanan con un agregado de azúcar. Es un sabor al que hay que acostumbrarse, que no gusta al extranjero en un primer momento, pero que poco a poco va ganando el paladar.


Fueron los indios guaraníes, en Misiones sobre todo, los que comenzaron a tomar en una calabaza ahuecada (de la planta Lagenaria Vulgaris), a la que llamaron mate, hojas del Caá (árbol de yerba mate en guaraní) cortadas en trozos y cubiertas con agua.

Los Jesuitas la creyeron en un principio una bebida “del demonio”, vaya a imaginar uno por qué. Pero fue tan desafortunado su intento por erradicarlo entre los indios (aguante el mate!!) que finalmente terminaron por aceptarlo.

Incluso lo mejoraron, transformándolo en una infusión y lo utilizaron para combatir el abuso de alcohol entre los indios. Con el paso del tiempo el mate siguió ganando batallas: en la Argentina se consume más mate que gaseosas!


Hoy sabemos que es un diurético natural, que estimula el sistema nervioso, el circulatorio y muscular, además de ser un buen digestivo. Ayuda a tener un mejor rendimiento de la memoria. Y por supuesto, y de esto sabemos todos los argentinos, reduce el apetito!!


Hay todo un rito para tomar mate, una serie de guiños entre los mateadores que hace a nuestra cultura. Por ejemplo, no se debe decir “gracias” ante la entrega de un mate, sólo cuando no se quiere seguir tomando. Pero lo mejor, para conocer estos detalles, es animarse a probarlo y descubrir por uno mismo su valor culinario y cultural.


Hay interesantes exposiciones de recipientes de mates realizados por orfebres locales en el Museo Fernández Blanco. En cada puesto de artesanías o de arte argentino, vas a encontrar “mates” de los más variados.


Para acompañar un mate, nada mejor que unas ricas tortafritas! Las podés encontrar en pocos lugares, generalmente en el interior del país. Pero también podés probarlo con “bizcochitos de grasa” comprados en cualquier panadería, que las hay por todos los rincones de la ciudad, como con “cremotas” o con los espectaculares “churros”, otro orgullo nacional!!


Laura A. Soto

 

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