5:34 am

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5:34 am
david marrón


En una ranchería
de una provincia que no existe
pero que tiene albas lentas
y tiene un nombre agudo
canta el gallo, percusionan sus alas
sin que nadie se lo pida o pocos lo noten.
Por principios de raras convecciones
cae la lluvia moderada y caprichosa
en conocidos pasajes que extienden a los lados

Pero en mi fuero externo, qué pasa?

Baja un cuerpo que contonea,
canta tu voz en cada sílaba simbiótica
y yo sordo y ciego y mudo
ahogado en aguas que te corren
disperso en lo que no tengo, callo
como queriendo saludarte con los ojos

Pero es una mueca en la cara,
un despido dado a medias.
Porque se que tan solo me basta invocar
el menos común de mis sentidos
para encontrarte, no sólo atestiguando
algunas sesiones de ultratumba
sino invocando mi nombre entre tus sueños

Hoy que departo, muero con cierto respeto.
Ciertamente esta tarde, la del ocaso
no tendré que pasar a tu boca
porque ya he quedado, aunque vaya desmayado

El tiempo te dirá en verdad
si estuve sordo o fui mudo.
Por lo pronto y por buen rato
mientras caen los chubascos, sube el ánimo

Permanecen tu curso y tu bolso negro:
cosméticos que me detienen;
perfume en botella y los recuerdos, un llavero giroscopio,
polvos, tu lipstick y un grato grito almacenado.

Ciao, ciao mientras el gallo dá su último rito,
y apenas es el primer ritmo que se amanece.
Duermo, son las 5:34 am, sin embargo
me queda toda la siguiente noche.

Y mis ojos permanecerán abiertos...

Aunque por estos meses, la soledad,
sin ti es un desierto,
como el gallo en medio de este granero




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