Una Rosa y Un Jazmin.

Poesia:
Creada y dedicada por mi hija Daniela a mi hijo amado Fabio, fallecido.
Mi hija Daniela y mi hijo Leandro, fueron mi motorcito para seguir adelante en esta vida.
A mi angel, hijo amado Fabio, te llevo en lo mas profundo de mi corazon, te llevo en mis entrañas. Mama. (12/10/98)

Una rosa y un jazmín

Hace algún tiempo atrás
siendo yo una flor pequeña
vi germinar junto a mi
un aun más pequeño jazmín.
Un brotecito de vida que me acompañaría.
Se veía tan frágil; tan débil y pequeño
tan necesitado de mi amor
y protección.
Tanto que, más que una flor,
me sentía cual árbol frondoso
en cuyo follaje abrigar ese jazmín
de los vientos helados del invierno
y refrescar del sol sofocante en verano.
Así estación tras estación,
crecimos juntos,
abriéndonos a la vida.
Yo cual Rosa Roja, tu cual Jazmín Blanco.
Crecías a mi lado,
en mi mismo jardín
y yo te contemplaba
cual los ojos de una madre,
orgullosa, feliz.
Te encontrabas en la flor de la juventud,
tu fuerza era vigorosa, tu estado en plenitud.
Eras apenas un pimpollo
preparándose a la vida.
Tus pétalos tenían
la frescura de la juventud,
eran blancos, radiantes,
tenían la textura de la seda,
de seda fina,
el aroma de las flores nuevas,
intenso, penetrante.
Tu tallo era erguido,
fuerte, sano.
Tus ramas se abrían
de par a par,
amplias, generosas.
Tus hojas tenían el color
de la esperanza
invitaban a ser estrechadas.
El sol reflejaba en nuestro jardín,
y resplandecían en ti,
la flor más bella,
la más amada.
Su esplendor era pequeño
cuando tu sonreías,
pues tu luz era aún más
brillante que la de esta misma.
"Otro jardines conocerías
otras rosas y jazmines;
espinos no te alcanzarían"
pensaba en mi inocencia.
Pero un invierno crudo
nos ha tocado,
uno que quedaría en la memoria
como el más cruel.
La noche se acercó,
su oscuridad profunda,
desafiante.
Y con ella,
la más intensa de las tinieblas.
Odiosa, envidiosa
de tu gran esplendor.
Acecha, ha venido tras de ti.
Y con ella la mano maldita
del hombre, que no supo ver tu inocencia
ni captar tu bondad,
la inocencia de los grandes,
la bondad de los humildes.
Sus garras están sobre ti,
ha cortado tu tallo,
te ha truncado.
Te acerca a él,
huele tu aroma
y cual ofrenda viva!
cual sacrificio!,
te ha arrojado al río.
Estás desorientado,
buscas ayuda, gritas, lloras.
El no quiere escucharte.
Yo, tu Rosa, estoy lejos de ti,
no podré protegerte esta vez,no podré socorrerte.
La corriente es fuerte, implacable, te arrastra,
te aleja de mí, remolinos se burlan de ti,juegan contigo.
Tus fuerzas se han ido de ti, tu último aliento,
¿Cuál ha sido tu último recuerdo? Quizás ha sido para mí.
En las orillas del río, ya muy lejos de ti, rezo y espero.
Espero que un milagro se apiada de mí y
te reconduzca a mi jardín.
Espero y rezo.
El sol se ha puesto y ha salido
ya por cinco días, alguien ha encontrado el
pequeño jazmín en su propio jardín.
Sigo la suave brisa, corro, corro hacia ti.
Tus pétalos ya no son blancos ni suaves,
han tomado el color de la noche,
han perdido su frescura, su esplendor.
Tu tallo ya no te sostiene,
está frío, inerte.
Tus hojas han perdido
su vigor,
Ya no brillan esperanza,
sólo cargan el color del luto.
Tu aroma se ha desvanecido
en la corriente.
Hoy vuelves a la tierra
de la cual naciste,
y tu lecho el Sceol.
Haz transformado
el rocío en lluvia,
la lluvia en lágrimas.
Tenías sólo dieciséis primaveras,
y me has dejado aquí, desolada
en algo que ya no es un jardín,
en un desierto árido y seco.
El sol ya no pasa por aquí,
se ha eclipsado,
se ha ocultado
tras la sombra
de aquella noche que te llevó.
Junto a mí, el hueco profundo
de la ausencia,
con la sola compañía del recuerdo.
La brisa a la mañana me trae tu perfume,
lo puedo sentir.
En jardines ajenos,
en jazmines ajenos, te veo,
creo que eres tú. Pero la realidad es cruenta,
de ella no se puede despertar: Tu te has inmolado,
y yo,
yo siempre te amaré.



Dedicado a mí hermano Fabio (1981-1998).

 

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