Ellas se quejan de que ellos recuperan el deseo después de firmar los papeles de divorcio, se relajan,   salen de caza, no evalúan rango de edad, calidad, ni cantidad, se ponen en forma, conquistan  jóvenes rejuveneciendo cada vez mas, la noche se vuelve día y se convierten en “los vampiros de la noche".

 Con divorcio el finalizado se mantienen en estado de alerta, cuidan al sexo femenino, sienten en su fuero íntimo que la ex sigue siendo de su propiedad, son auténticamente amos de lo que ya no les pertenece y a duras penas la mantienen: son guardianes de lo que no les es propio y con el resentimiento  a cuestas critican lo que les resulta  intolerable, como que la ex  recupere también el  tiempo sexual perdido.

Las conversaciones de ellos en sus reuniones de amigos giran en torno a lo que empiezan a vivir sexualmente  como típicos adolescentes en su inicio sexual. A boquiabierta necesitan contar todas sus nuevas experiencias, su actividad sexual  exacerbada, dejando atrás el hecho de lidiar con  plazos para la intimidad, la  incomodidad de las siestas de los niños para intimar, la suegra que lleve a sus nietos de paseo, los dolores de cabeza femeninos, la menopausia o los trabajos forzosos de las amas de casa, la  falta de oportunidad, la disminución del deseo de ella, los chicos en el medio de la cama…

Muchas mujeres han tenido pocas experiencias sexuales antes de casarse.  El divorcio  las autoriza a liberarse de prejuicios y represiones, pueden expresar su erotismo sin juzgar,  disfrutan como nunca lo que han hecho, vuelven a ser admiradas y deseadas por otros, amadas intensamente y así suelen confundir el deseo de la atracción sexual con amor.

Los hombres tienen serios prejuicios respecto a su función: dan importancia a la cantidad y no a la calidad, a la respuesta sexual y no a la totalidad del acto.

Acostumbrados a su mujer se sienten como extraños con otra y les cuesta funcionar: se sienten expuestos y  rindiendo examen.  Si fallan, utilizan artilugios para acomodarse frente al fracaso y salir bien parados. La mujer finge el goce, ellos exponen su gratificación a través de la erección y al fallar quedan entrampados en su temor.

Los hombres  explican que no es tan fácil la conquista, la mujer, más liberada en la actualidad,  los asusta. Las primeras veces tratan  de ser cuidadosos, pues no saben  que encontrarán en relación a sí mismos (el “no sé sí podré").

Ellas avanzan, se instalan en sus casas o se invitan solas, ellos se cohíben, simulan sentirse cómodos, pero pueden  perder la motivación inicial. Ellos prefieren la iniciativa pero no siempre llegan a tiempo.
 
Según las estadísticas  el varón gana en variedad, pero en cuestión de sexo ambos están a la par. Los hombres cuando se separan buscan aventuras para distraerse del sentimiento de angustia. El sexo es un canal de descarga libidinal, sufren la desvinculación con los hijos y extrañan el olor a hogar.
 
Las mujeres  recuperan cierta autonomía: pueden liberarse, recuperan el amor a sí mismas mejorando sus  condiciones físicas, se vuelven protagonistas de sus vidas, de nuevo seducen, logran  cambios internos y externos, algunas temían no poder intimar con otra persona, pero sí lo hacen se sienten gozosas descubriendo su capacidad  sexual.
 
La sexualidad ocupa otro lugar en la vida de las personas después del divorcio, renace el deseo y se regenera, y bien sabido es que cuanto más sexo se tiene, más sexo se quiere tener.
 
Después de este planteo me interesa saber qué piensan sobre quién tiene más sexo después de separarse: ¿Los hombres o las mujeres? ¿Qué opinan ?
 
Licenciada Sandra Lustgarten
Psicologa-Sexologa