Te podría decir

Doce meses después, te besaría
con la misma emoción
con que lo hice entonces,
al sentir la dulzura de tu cuerpo en mis brazos.

Con idénticas ganas
de descubrirte entera,
de limpiar con cariño
las ansias de querer y ser querida
que me mostró tu abrazo.

Hoy tengo impresa tu piel
en la memoria de mi sexo,
de tal manera,
que me seguís amando aún al irte.

Sin embargo,
cada encuentro
tiene el encanto de asombrarme
con la cálida ternura
con la cual tu cuerpo me recibe.

Nada rompió el encanto,
ni marchitó las ilusiones,
ni logró convertir en rutina
la constancia de verte cada día.

Sigue viviendo en mí
el ansia de quebrar la distancia
hasta poder hundirme en tus caricias.

Seguís teniendo el don
de llenar mi mundo
en los retazos que compartimos
y llevarme a volar entre tus brazos.

Hoy,
doce meses después
te beso con la misma pasión
de aquel primer encuentro.
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