Qué diferencia a la gente más feliz del mundo,Seg la Ciencia


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@DANTEX

25/11/2021#N76866

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Doctor en psicología y filosofía, Tal Ben-Shahar tiene el récord de la asignatura con mayor número de estudiantes de la historia de la Universidad de Harvard: más de 1400 alumnos por semestre. Gracias a su curso de Psicología Positiva, el profesor Tal Ben-Shahar se ganó pronto entre los estudiantes el apodo del "profesor de la felicidad". Sus lecciones desde la ciencia sobre cómo afrontar la vida con entusiasmo y alegría han saltado del aula para convertirse en bestsellers de éxito mundial.

 

Ben-Shahar es autor de libros como "Elige la vida que quieres" o "Practicar la felicidad", entre otros, en los que nos habla sobre las emociones y el aprendizaje, la creatividad, la capacidad de innovación y, en definitiva, la mejora de la vida diaria de las personas.

 

Las relaciones sociales, la amistad, el manejo de las emociones negativas o las rutinas cotidianas para aumentar la felicidad, son algunas de las claves que comparte en sus clases sobre la ciencia de la felicidad en universidades como IDC-Herzliya (Israel) y en conferencias de todo el mundo.

 

¿Se puede aprender a ser feliz?

 

La respuesta de Ben-Shahar es "sí, podemos cambiar nuestros niveles de felicidad".

 

Disfrutemos con el estracto de la entrevista publicada recientemente en El País.

 

T.B.-S. Hola, mi nombre es Tal Ben Shahar. Soy escritor, profesor, y estudio el campo de la felicidad.

 

Zuberoa Marcos. Tal, muchas gracias por venir, es un placer tenerte aquí. Vamos a hablar sobre la felicidad, que es el santo grial de todas las personas. Sobre cómo vivir felices. ¿Por qué la felicidad es un tema tan en boga? T.B.-S. La felicidad es un tema muy en boga en la actualidad y lleva siéndolo desde hace miles de años. Aristóteles, uno de los padres de la filosofía occidental, habla de la felicidad como el fin más elevado de la humanidad. Confucio habla de religión. Habla de la felicidad en este mundo y en el más allá. Pero hoy en día se habla más tanto en los periódicos como en los bares.

 

Está en todas partes, y la pregunta es por qué. Creo que la respuesta es que, en la actualidad, por primera vez, hay una ciencia de la felicidad. Una cosa es filosofar sobre la felicidad, hablar de la relación entre la religión y la felicidad en este mundo o en el más allá.

 

Pero cuando hay una ciencia de la felicidad que aporta herramientas reales que puedes aplicar, ya sea en tu vida o en la de tus hijos, o en tu organización, eso es algo diferente, y a la gente le interesa.

 

Z.M. Me alegra que hayas introducido el concepto de “ciencia de la felicidad”. Cuando la gente piensa en la felicidad, normalmente relacionan ese estado con alcanzar un objetivo o experimentar placer en el momento presente. ¿Es una buena definición de felicidad? ¿O deberíamos definirla de otra forma?

 

T.B.-S. Sí, casi nadie entiende cómo alcanzar la felicidad. La mayoría dice: “Si tengo éxito seré feliz”. Ya sea al alcanzar riquezas o fama, o alcanzar un determinado objetivo profesional o personal, si una mujer o un hombre acepta salir conmigo, si mis objetivos se cumplen.

 

Por desgracia, no funciona así. Por eso a menudo vemos personas con mucho éxito, con mucho dinero y muy realizadas que son muy infelices. …

 

Llegar a un punto determinado conlleva un bienestar temporal, no a una subida permanente en el nivel de felicidad.

 

Z.M. ¿Y qué es lo que dice la ciencia de la felicidad sobre lo que nos hace felices?

 

T.B.-S. La ciencia de la felicidad nos dice cosas de sentido común. Muchas de esas cosas ya me las decía mi abuela. Ahora la ciencia le da la razón.

 

Por ejemplo, las relaciones son lo más importante para una vida feliz. A nivel individual, se realizaron investigaciones por parte Martin Seligman, padre de la psicología positiva y sus colegas sobre la gente más feliz del mundo.

 

¿Qué les diferencia? Y descubrieron que una de las dos cosas que les diferencian es que tienen unas relaciones íntimas sólidas. Eso puede referirse a las relaciones románticas, pero también amistades, familia… No son relaciones perfectas, porque en las relaciones más íntimas hay desacuerdos y conflictos. Pero tienen esas relaciones y son una prioridad en su vida. En el mundo de hoy en día, con la tecnología que nos rodea, y que pronto estará dentro de nosotros, las relaciones reales, no las virtuales, han pasado a un segundo plano. Y eso, por desgracia, resta felicidad a la gente. Las relaciones son muy importantes para la felicidad.

 

Otra cosa clave para la felicidad es la gratitud, el reconocimiento. Oprah hablaba de ello en mil novecientos noventa y nueve, cuando no había ciencia al respecto. Hoy sí que la hay. Y ha demostrado que quienes expresan gratitud con regularidad y no dan por hecho lo que tienen, no ignoran los problemas, pero tampoco ignoran lo que tienen, estas personas no solo son más felices y más optimistas, también tienen más éxito y consiguen sus objetivos, físicamente están más sanos. Así que realmente fortalecemos nuestro sistema inmunológico cuando nos concentramos en ser agradecidos.

 

Mi palabra favorita es “apreciar”. “Apreciar” significa dar las gracias por algo. Pero la palabra “apreciar” tiene otro significado: Aumentar el valor. Si metes dinero en el banco, con suerte aumenta de valor y tienes más. Los dos significados de “apreciar” están conectados. Porque cuando aprecias las cosas buenas de tu vida, las cosas buenas se aprecian y tienes más. Y la conexión no es meramente etimológica, hay pruebas científicas que demuestran que cuando aprecio a mi pareja, cuando aprecio mi trabajo, cuando aprecio mi vida, las cosas buenas en mi vida aumentan de valor y tengo más. …

 

Z.M. Además del conflicto, se tiene la idea de que tener emociones negativas, como la tristeza, como el enfado, nos impide ser felices. Pero tú sostienes que, en realidad, esas emociones nos ayudan en la búsqueda de la felicidad. Me gustaría que nos explicaras qué papel juega el sentirnos mal para alcanzar una vida más plena y feliz.

 

T.B.-S. Me alegra que me lo preguntes, es una parte importante de ser feliz. ... Solo hay dos tipos de personas que no experimentan dolor, como enfado, tristeza, ansiedad, decepción, envidia, miedo… Hay dos tipos de personas que no sienten emociones dolorosas. El primero son los psicópatas, no pueden sentir emociones dolorosas. El segundo tipo de persona que no las siente son los muertos.

 

Sentir emociones dolorosas es una buena señal: No eres un psicópata y estás vivo. Podemos trabajar con eso.

 

Z.M. Pero el problema que hay hoy en día es muy serio, y es que la gente cree que ser feliz significa ser feliz todo el tiempo. Que si alguna vez sientes tristeza, ansiedad o envidia hacia tu mejor amigo, o miedo, significa que te pasa algo malo. Lo que te pasa es bueno. Lo malo sería si no pudieras sentir estas emociones. Cuando rechazamos estas emociones, he ahí la paradoja, estas se fortalecen y se intensifican. Pero si dejamos que estas emociones fluyan a través de nosotros, y lloramos, hablamos con nuestro mejor amigo, escribimos un diario para expresar nuestras emociones, si dejamos que fluyan a través de nosotros será más probable que se marchen, y será más probable que nos abramos a las emociones placenteras y alegres…

 

Z.M. Tú has viajado por el mundo hablando sobre la felicidad. ¿Cuál es el principal motivo de infelicidad que te has encontrado en la gente?

 

T.B.-S. Hay varios motivos para la infelicidad. Uno de ellos es lo que se piensa que lleva a la felicidad o la apariencia de la felicidad. ¿Qué es lo que conduce a la felicidad? La gente piensa que las metas, los logros les harán felices. En cuanto a la imagen que tienen de una vida feliz, esperan que haya una falta de emociones dolorosas. Estas dos cosas son barreras para la felicidad. …

 

Z.M. Seguro que ya te lo han preguntado miles de veces: ¿La felicidad puede aprenderse? ¿Se puede aprender a tener una vida más feliz?

 

T.B.-S. Eso espero. Muchas veces les digo a mis alumnos que soy la persona adecuada para enseñar felicidad. Porque yo no nací con genes de la felicidad.

 

Me metí en el estudio de la felicidad debido a mi propia infelicidad. De lo contrario no estaría aquí.

 

Empecé como informático, hoy en día estaría programando en vez de leyendo publicaciones académicas. La respuesta es sí, podemos cambiar nuestros niveles de felicidad. No es fácil, y hay una parte de genética. Sin embargo, mucho depende de las decisiones que tomamos. Y con decisiones no solo me refiero a las más grandes como: ¿A quién elijo para pasar el resto de mi vida? ¿Qué trabajo busco? ¿Qué camino tomo? Me refiero a las decisiones pequeñas. Por ejemplo, ahora mismo: ¿Decido estar agradecido por estar donde estoy? Estoy agradecido, gracias. ¿O decido salir a correr? ¿O a dar un paseo? Cuando estoy con mi mejor amigo, ¿decido apagar el teléfono para estar con él totalmente?

 

Son pequeñas decisiones que se acumulan. Porque dando un pasito, otro pasito y otro pasito acabas recorriendo el camino de tu vida.

 

Z.M. Tienes una idea preciosa de los rituales y de lo importantes que son para ayudarnos a tener una vida más feliz. Me gustaría que nos hablaras de ello. ¿Qué rituales te han funcionado a ti en tu propia búsqueda de la felicidad?

 

T.B.-S. Pues… Daré algunos ejemplos.

 

El primero es que sabemos que el ejercicio físico regular, con tan solo treinta minutos tres veces a la semana, no es mucho, de ejercicio aeróbico o por intervalos, pero treinta minutos tres veces a la semana no solo nos hace más sanos, nos hace más felices. Equivale a la medicación psiquiátrica más potente. El ejercicio físico funciona igual que la medicación psiquiátrica. Libera norepinefrina, serotonina y dopamina en el cerebro. Mi ritual es ir tres veces a la semana a hacer ejercicio, a toda costa. Aunque esté de viaje, hago ejercicio. Aunque esté cansado, hago ejercicio.

 

Otro ritual es que cada noche antes de acostarme expreso mi gratitud. Escribo las cosas por las que estoy agradecido. …

 

Z.M. ¿Qué tres consejos darías a los padres?

 

T.B.-S. El primer consejo que les daría es un consejo de la educadora italiana Maria Montessori. Su idea era, básicamente, que no debemos hacer por los niños lo que pueden hacer ellos mismos. En otras palabras, si al niño le cuesta atarse los zapatos, claro que nosotros lo hacemos más rápido y si tenemos prisa se lo hacemos. Pero si no tenemos prisa, podemos dejar que lo hagan ellos. Si al niño le cuesta mucho montar algo o abrir algo, que les cueste, no pasa nada. Ese es el primer consejo que daría. Dejar que, aunque les cueste, si saben hacer algo, que lo hagan. Y más vale que se pasen haciendo que se queden cortos. Es decir, más vale que tú hagas poco en vez pasarte haciendo. Paternidad sin control, todo lo posible.

 

El segundo consejo sería el amor incondicional. Este es un concepto muy malentendido. El amor incondicional no significa darles todo lo que ellos quieran. No, significa que aceptamos sus emociones incondicionalmente, pero ponemos unos límites muy claros en su comportamiento. Por ejemplo, un niño puede sentir muchas cosas. Puede sentir odio hacia su hermano o su hermana pequeños porque ahora ellos no reciben tanta atención. Y eso es legítimo. Pueden sentir enfado hacia ti y es legítimo. Sin embargo, hay límites muy claros en sus comportamientos. No pueden pegar a su hermano o su hermana, y no pueden estropearte la cena con una rabieta. Que la tengan en su cuarto. Hay límites muy claros en el comportamiento, pero aceptación incondicional de sus emociones. Hay que darles permiso para que sean humanos.

 

Por último, el tercer consejo es: predica con el ejemplo. Cuando llego a casa, a menudo comparto con mis hijos mis experiencias. Comparto las experiencias maravillosas y las experiencias dolorosas. Los niños no necesitan un modelo perfecto, necesitan a un ser humano como modelo. Y ellos nos respetan como padres. Lo que hacemos con frecuencia importa mucho más que lo que decimos. …

 

Z.M. Tal, para poner fin a esta charla, y para resumir todas las ideas de las que hemos hablado… ¿Qué tres ideas o tres consejos te gustaría compartir?

 

T.B.-S. Con tu permiso, van a ser más de tres. Pero serán cortos.

 

Primero: Relaciones. Son el indicador número uno de la felicidad. Y no nos referimos a relaciones virtuales, sino a relaciones reales cara a cara, íntimas y profundas.

 

Segundo: La importancia de simplificar nuestra vida. Estamos muy distraídos. Simplificar sentándonos a meditar o pasando tiempo con un amigo, o leyendo. Pero haciendo una sola cosa. Mejor ser monotarea que multitarea. A estos momentos yo los llamo “islas de cordura”. Es muy importante tener estas islas de cordura en este mundo tan frenético.

 

El ejercicio físico es crucial para la felicidad. Y no hace falta mucho. Treinta minutos tres veces a la semana de ejercicio aeróbico o por intervalos son suficientes. Darnos a nosotros mismos permiso para ser humanos. Dejar que las emociones dolorosas fluyan a través de nosotros, ya sea hablando con alguien, llorando, o escribiendo un diario.

 

Expresa gratitud y aprecia lo que tienes. Creemos que vivimos una vida, pero en realidad vivimos un número infinito de vidas. Porque en cada momento hay posibilidades infinitas. Y si elegimos ser agradecidos, nuestra vida seguramente vaya por un camino más positivo. Elegimos la gratitud. Elegimos ser felices. Expresa gratitud, ya sea escribiendo un diario, o compartiéndolo con la familia a la hora de la cena.

 

Y, por último, buscar tantas actividades como sea posible que nos proporcionen significado y placer. Solamente una hora al final de un largo día haciendo algo que sea significativo y placentero, dedicándonos a nuestro hobby, pasar tiempo con alguien…

 

Eso puede contribuir mucho a la felicidad del día. Y con el paso de los días, a una vida más feliz.

 

Z.M. Tal, muchas gracias. Con toda seguridad, pasar este tiempo contigo ha hecho que mi día sea más feliz.

 

T.B.-S. Gracias

 

 

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