Inspirado en el cuadro de Antonio Berni "Juanito Laguna

Un día más

 

Sol de otoño, Juanito, sólo un esbozo tras las nubes muy grises. Apenas entibia, pero ilumina la casilla.

Juanito se despierta con el llanto del bebe. Escucha los suaves sonidos: chupa, traga, chupa, traga. El olor a leche despierta el hambre de Juanito y lo obliga a levantarse.

El padre ya no está, sale de madrugada que es cuando se encuentran los mejores desechos, cartones limpios, a veces, algún mueble.

Pone la pava y busca los restos de yerba para el mate cocido. Se asoma a la ventana, empañada y sucia.  A lo lejos pueden verse grupos de madres con niños de la mano. Todos con guardapolvo, camino a la escuela.

Juanito recuerda ese lugar que alguna vez  también fuera suyo. Aunque su guardapolvo no era todo lo blanco que hubiera deseado. Aunque todos los días la maestra le prestara lápices ya usados, con rastros de mordiscos  de otras bocas. Tenía un cuaderno que su padre había rescatado de una bolsa, con pocas hojas limpias, pero suyo. Allí intentaba cada día copiar su nombre. Las manos le dolían cuando apretaba el lápiz. La maestra se acercaba a su oído: - “¡Qué bien  Juanito! No aprietes tanto, se va a romper la hoja”-

Apaga el fuego y cierra la garrafa. Pone el agua y la yerba en el jarro y la deja tomar gusto. La madre se acerca con el bebe todavía prendido a la teta . Le dice: “Deja, yo te lo sirvo”.

Juanito: buscá bajo tu almohada y sacá el cuaderno. Abrilo con cuidado. Limpia un pedazo de la mesa. Busca tu lápiz , dibuja un sol muy brillante y escribÍ: JUA- NI - TO

 

 

 

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