¿𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐒 𝐄𝐋 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐔𝐒 𝐄𝐌𝐎𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒?

Arquetipos del tema tratado el 24 de abril en Café Conociéndonos bajo la coordinación de la comunicadora social VIVIANA CAMERANO

Se denomina Rodrigazo a un “plan de ajuste” anunciado el 4 de junio de 1975, por el ministro de economía de Argentina, Celestino Rodrigo, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón y la gestión del por entonces hombre fuerte del gobierno peronista, José López Rega. Con el argumento de eliminar la “distorsión” de los precios relativos, Rodrigo impulsó una serie de medidas de shock, que incluyeron una fuerte devaluación del peso (160%), aumento de los servicios públicos, transporte y combustibles de hasta el 180%, y topes a los aumentos salariales acordados en las negociaciones colectivas, con el fin de retrasar considerablemente los salarios reales. Las medidas dispararon la inflación, que pasó del 24% en 1974 al 182% en 1975, dando inicio a una década y media de tasas de inflación superiores al 100% anual. Se produjo el desabastecimiento de gran cantidad de productos esenciales, entre ellos alimentos, combustibles y otros insumos para el transporte. Hasta aquí, la Historia Oficial.

 

“Muy joven aún, lleno de proyectos, ambiciones e inmerso en actividades para la capacitación y el desarrollo personal, aquel fatídico miércoles 4 de junio me dirigía a la zona céntrica de la ciudad, en una visita rutinaria a nuestros clientes. Con mi padre, teníamos montado un laboratorio químico en el barrio de Mataderos, en el cual nos especializáramos en el procesamiento de metales preciosos para su transformación en productos especiales para un gran número de industrias. Al descender del subte de la línea A en la estación Congreso, vi aglomeraciones de gente, gritos, insultos, en fin, una sublevación sin violencia. Tomé asiento en el final del andén, prestando atención a los altavoces que anunciaban las nuevas medidas. Creí desmayarme, luego comprobé que mi rostro estaba cubierto de lágrimas…en horas, habíamos perdido gran parte de nuestro capital de trabajo, arrojados al vacío años de lucha denodada, con la aspiración de consolidar nuestra actividad. Un remolino de emociones me abrumaban sin señalarme rumbo alguno. Como un autómata, encontré la superficie de la calle, busqué un teléfono público, comunicándome con mi padre. Me escuchó sin interrumpir la sucinta descripción de la situación. “Mira hijo, tómalo con calma, nos levantaremos y seguiremos luchando, la incapacidad de otros no nos debe doblegar” es parte de lo que recuerdo de sus palabras. Estaba sereno y en actitud positiva. Su ejemplo de fortaleza supo marcar por siempre el trayecto de mi vida. En el bar de Callao y Avenida De Mayo, tomé respiro después de un café doble, mis emociones parecían fortalecidas en medio del desastre. No lo entendía, parecía que la situación de pronto me volvía más audaz y desafiante que nunca.

 

“En un mundo en el que aparentemente predomina la razón, la emoción se encuentra en el origen de muchas de nuestras enfermedades y de la gran mayoría de las dificultades en la relación con los demás, el mundo y yo”. La frase anterior, del doctor Karmelo Biskarra, hace referencia a la importancia de las emociones en nuestras vidas, a tomar conciencia que los estados emocionales se relacionan con la salud y el bienestar, entendiendo bienestar como estar-bien, sentirse bien, tanto física y emocionalmente.

Pero ¿Cómo logramos nuestro bienestar emocional? Esto se logra a través del autoconocimiento, que se refiere al proceso de conocerse a uno mismo, está totalmente relacionado con el desarrollo personal, con capacidad de introspección que tiene una persona de reconocerse como individuo y también para diferenciarse de los demás.

Arto Kalciyan